Un misil ruso se estrelló este jueves contra una cafetería y una tienda de comestibles en un pueblo del noreste de Ucrania, matando a 52 personas durante una reunión para llorar a un soldado ucraniano caído, dijeron funcionarios ucranianos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aseguró que el incidente fue un ataque deliberado contra civiles y "no fue ciego".

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Siete personas también estaban en el hospital después del ataque, que parecía ser la incursión de bombas rusas más devastadoras en una zona residencial en semanas, de acuerdo con la agencia de noticias Reuters.

Las autoridades publicaron imágenes de los rescatistas trepando entre escombros humeantes. 

Algunas fotografías mostraban cuerpos tendidos junto a losas de concreto y metal retorcido, y otras mostraban a trabajadores de rescate sacando cuerpos cubiertos.

Klymenko comentó que no estaba claro de inmediato si las fuerzas rusas, que invadieron Ucrania hace 19 meses, habían bombardeado la aldea o habían disparado un misil; indicó que el ataque fue claramente muy dirigido y que los servicios de seguridad ucranianos habían iniciado una investigación sobre el asunto.

El presidente Volodímir Zelenski, quien asistía a una cumbre con líderes europeos en España, alertó acerca de la necesidad de "detener el terrorismo ruso". 

Moscú no deslizó comentarios de inmediato sobre los acontecimientos en Hroza.

El presidente Vladimir Putin reiteró el jueves su posición de que Rusia no inició la guerra en Ucrania sino que lanzó lo que llama una "operación militar especial" para intentar detenerla. 

En su discurso anual ante el Club de Debate Valdai, que se celebra en Sochi, Putin dijo que Rusia, el país más grande del mundo en términos de superficie, no tenía necesidad de quitarle territorio a Ucrania.

Enfatizó que, por lo tanto, el conflicto no era imperial o territorial sino sobre el orden global, y que Occidente, que había perdido su poder hegemónico y siempre necesitaba un enemigo, había perdido el contacto con la realidad.