La Alianza Atlántica que integran 30 países, pero es liderada por EEUU y los principales países europeos, informó que el jueves el alerta saltó en el mar Báltico, donde se encuentra la base aérea de Amari, en Estonia.

La inmediata respuesta al incidente fue el despegue de emergencia de un F-15 estadounidense, que interceptó una serie de cazas de combate rusos, según Europapress.

La OTAN reportó que los dos Su-355 y dos MiG-31 detectados no habían presentado planes de vuelo ni se comunicaban con el Control de Tránsito Aéreo, aunque luego se supo que escoltaban un avión de carga ruso del modelo Tupolev 154.

"El avión ruso no entró en ningún momento en el espacio aéreo aliado y todas las interacciones fueron seguras y profesionales", aclaró la Alianza en un comunicado.

Otro altercado sin ulterioridades se produjo cuando las fuerzas aéreas de Noruega identificaron un grupo de aeronaves rusas en el mar del Norte, cerca del espacio aliado.

Se trataba de un avión nodriza junto a varios bombarderos que realizaban misiones de reabastecimiento en vuelo.

El procedimiento fue justificado por la OTAN en que los protocolos la obligan a interceptar aeronaves militares y civiles que no siguen las normas internacionales de vuelo y se aproximan al espacio aéreo aliado.

La tensión en el conflicto entre Rusia y Ucrania sensibilizó los controles por aire y mar, aunque la decidida intervención de EEUU y la OTAN parece haber disuadido los supuestos planes de ocupación por parte del Kremlin, si bien el mandatario Putin firmó con su par chino, Xi Jinping una declaración de apoyo mutuo a sus disputas territoriales.

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Los patrullajes aéreos se reforzaron en 2014 como respuesta a las acciones de Rusia en su radio de influencia, aumentado el destacamento en los países bálticos y Polonia.

Asimismo, se desplegaron fuerzas aliadas para apoyar la capacidad de Bulgaria y Rumanía en la vigilancia del mar Negro.