La Administración del presidente estadounidense Joe Biden propuso a sus socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) una tasa corporativa global de al menos el 15%, según el Departamento del Tesoro que conduce Janet Yellen.

El gobierno de Washington había promovido negociaciones para implementar gravámenes sobre los beneficios de las multinacionales que estén armonizados entre los distintos países.

En Irlanda rige una tasa de 12,5%, mientras que Francia, Alemania y el Parlamento Europeo son partidarios del 21%, nivel que la OCDE pensaba alcanzar.

Asimismo, la propuesta de EEUU tuvo favorable acogida por Alemania y Francia, previo a la reunión de los ministros de Economía de la Unión Europea en Lisboa.

El antecedente inmediato fue la presentación que hizo la Comisión Europea el martes pasado de su posición para armonizar el impuesto a las sociedades y fijar una tasa digital, con el objetivo de evitar la elusión fiscal entre los estados miembros.

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La Comisión Europea previó una batería de propuestas a desarrollar en los próximos dos años, buscando adaptar el régimen impositivo europeo de cara a los desafíos que marcarán los años pospandemia: digitalización, envejecimiento de la población, cambios en el mercado laboral y crisis climática.

Y ahora se alineó con la nueva posición de EEUU en las negociaciones en curso de la OCDE para una tasa mínima global del impuesto a las sociedades,

Los comisarios Valdis Dombrovskis y Paolo Gentiloni presentaron a la CE una comunicación titulada ´La fiscalidad de las empresas para el siglo XXI´, que incluye una propuesta para que las grandes multinacionales que operan en la UE publiquen sus tipos impositivos efectivos a fin de garantizar una mayor transparencia, y también impulsa nuevas medidas contra la elusión fiscal con el propósito de abordar el uso abusivo de empresas fantasmas.

Rotación de domicilios fiscales

La pulseada entre los gobiernos y las corporaciones económicas que rotan sus domicilios para aprovechar los beneficios fiscales en cada país ha sido una constante en los últimos años, cuando corporaciones multinacionales, multimillonarios y políticos crearon empresas con fines de evasión fiscal, evasión fiscal o blanqueo de capitales, o simplemente aprovecharon legalmente los resquicios tributarios en cada país, mudando los domicilios para presentar los balances donde les cobraran menos.

Una investigación periodística #OpenLux, publicada en febrero por el vespertino francés Le Monde, mostró por caso que Luxemburgo alberga 55.000 empresas fantasmas sin actividad económica.

Por el momento, Bruselas se enfocó en "reducir las cargas administrativas, eliminar los obstáculos fiscales y fomentar un entorno más favorable para las empresas en el mercado único" y establecer un código normativo único para la UE en materia de impuesto sobre sociedades.

De esta manera, los beneficios de los grupos multinacionales que allí operan se consolidarían en una base imponible única y se asignarían a los Estados miembros siguiendo una fórmula todavía por definir.

O sea, se sumarían ganancias y pérdidas de una empresa en toda la Unión para calcular un beneficio neto por toda su actividad en la UE, que luego se redistribuiría entre los países miembros sobre la base del lugar en que comercializa sus bienes o servicios y en el que mantiene tanto sus activos como sus trabajadores.

La Justicia europea no acompaña por ahora la estrategia de Bruselas de perseguir la competencia desleal entre capitales.

Así, Amazon ganó la pasada semana otra batalla judicial sobre el pago de 250 millones de euros a Luxemburgo que imponía la Comisión a este gigante tecnológico por haberse beneficiado de un trato preferencial.

A pesar de las ventas vertiginosas de Amazon de 44.000 millones de euros en Europa, en las declaraciones de impuestos registró un quebranto de 1.200 millones de euros y no pagó impuestos en 2020 en su sede europea en Luxemburgo.

Chiara Putaturo, asesora de Oxfam para impuestos en la UE, remarcó en un comunicado de la ONG que "las grandes empresas, especialmente las tecnológicas, pagan muy pocos impuestos, pero obtienen muchas ganancias, incluso durante la pandemia, gracias al anticuado sistema fiscal de la UE".

Varios eurodiputados pidieron a los estados miembros que pongan fin a la competición fiscal, liderada por países integrantes como Irlanda, Países Bajos y el propio Luxemburgo, a fin de que las pequeñas y medianas empresas europeas, sacudidas por la pandemia, dejen de pagar más impuestos que multinacionales como Amazon.

Son decenas de miles de millones de euros las que pierde la UE por esa forma de evasión fiscal y fraude, se concluyó entre los eurodiputados, lo cual dio pie al comisario italiano de Economía a pedir, una vez más, que se cobren impuestos en el país donde las grandes empresas obtengan los beneficios.

Esa salida no es posible, sin embargo, por la existencia de soberanía fiscal en manos de los Estados.

El cambio de paradigma encabezado por Biden respecto de gravar las ganancias de las sociedades podría ser aprovechado para vencer esos obstáculos, si se quieren aplicar los planes de recuperación.