El premier de Kirguistán, Kubatbek Boronov, renunció este martes poco después de anularse los resultados de las elecciones legislativas celebradas en el país el pasado domingo, en consecuencia de las intensas protestas generadas tras los comicios, que dejaron al menos un muerto y varios centenares de heridos.

Boronov, cercano al presidente Sooronbai Jeenbekov, fue sustituido por un político liberado ayer de la cárcel por los manifestantes, Sadyr Japarov, anunció el servicio de prensa del Congreso.

"Esta decisión fue tomada en una reunión extraordinaria" del parlamento en un hotel, dado que el edificio permanece ocupado por los manifestantes

Poco antes de conocerse la dimisión de Boronov, la comisión electoral de esta antigua república soviética de Asia central informó que los resultados de las elecciones legislativas "fueron invalidados". La decisión tuvo lugar tras una noche de fuertes protestas en el país, en las que los manifestantes saquearon varios edificios oficiales y liberaron de prisión a un expresidente.

Jeenbekov, de 61 años y elegido en 2017, aseguró que había instado a las fuerzas del orden a no abrir fuego contra los manifestantes, y que propuso a la Comisión Electoral Central examinar "cuidadosamente todas las irregularidades y, si fuera necesario, anule los resultados de las elecciones", lo que finalmente ocurrió horas después.

El resultado de las elecciones legislativas, en las que triunfaron los partidos favorables al presidente, desató protestas en las que miles de opositores salieran a las calles de la capital, Biskek, en reclamo de la dimisión del mandatario y la celebración de nuevos comicios.

En los enfrentamientos con la policía -que usó granadas aturdidoras y gases lacrimógenos- hubo al menos un muerto y 686 heridos, según el Ministerio de Salud. Esta tarde, los disturbios parecían extenderse a otras regiones, mientras que el presidente afirmaba que tiene la situación bajo control.

Varios líderes de la oposición, entre ellos un ex primer ministro, anunciaron hoy que habían formado un "consejo de coordinación" destinado a "restaurar la estabilidad y la ley".

Estas protestas recuerdan a las de 2010 y 2015, que derrocaron a las autoridades, acusadas de corrupción y concentración de poder, y que estuvieron salpicadas de saqueos también. Rodeado de regímenes autoritarios, Kirguistán, un país pobre, es una excepción democrática en Asia central, pero las transiciones políticas siempre fueron convulsas.