Los talibanes afirman que erradicaron a los vendedores de drogas de las calles de Afganistán donde es posible observar menos adictos en circulación, aunque las estadísticas sugieren otra realidad.

"Por la gracia de Alá hemos limpiado esta zona de drogadictos y eso es porque hemos detenido a todos los vendedores. Estuviste con nosotros en esta patrulla ¿Viste a algún drogadicto? No hay más", afirma un policía entrevistado por un canal de noticias internacional.

Los talibanes afirman que erradicaron la inseguridad y en los informes documentales se pueden ver los métodos que emplean, si es que alguien filmó la escena con su teléfono móvil. 

Los agentes los sacan a patadas pero los vendedores de drogas vuelven al día siguiente y se concentran en un baldío al oeste de Kabul, según un informe del canal France 24. 

Sus cámaras llegaron hasta un mercado de opio en Kandahar, con custodia y guía.

Tuvieron que salir a prisa del lugar, después de que fuera catalogado de muy peligroso por los propios talibanes.



¿Y qué suerte corren los adictos en Afganistán?

Estudios estadísticos internacionales calculan que el 10 % de la población de Afganistán es adicta.

"Los rescatamos de las drogas para devolverlos al buen camino. Para darles una buena vida en sociedad porque esa es nuestra responsabilidad como nuevo gobierno", dice otro talibán entrevistado.

Los llevan presos o a un hospital donde les imponen la desintoxicación forzosa. Allí los cupos son escasos y en uno de los establecimientos, un internado cuenta que empezó con el opio y terminó con la heroina. Dice ante las cámaras que ahora se siente mejor y soporta la abstinencia.

A los presos los tratan a la antigua: "Cuando llegan se les da una ducha fría. Es buena para ellos", relata un guardia talibán. Y completa diciendo que después los alimentan bien "y ahí se recuperan más fácil".

"Trajimos a los periodistas para que los vean. Depsués no digan que no nos ocupamos de ustedes", grita un guardia desde la garita en una cárcel del interior del país. 

Cuando las cámaras están encendidas, los presos pasan de decir "nos tratan bien y nos alimentan bien" a "solo nos dan frijoles".

"No tenemos derecho a visitas. Que nos revisen periódicamente y al que esté limpio lo dejen salir. Me ofrezco para un análisis de sangre. Sé que estoy limpio", grita uno. Otros se animan: "¡Iba de camino al trabajo cuando me trajeron aquí! Soy jornalero y vine a parar aquí". "¡Hola Taliban! ¿Por qué me pegas? Me golpeó, grita uno al borde del llanto, entre otros que ofrecen una imagen deplorable ya que a las marcas de lesiones a la vista se suman extraños comportamientos motrices y otras actitudes.

El documental relata que muchas veces encuentran muertos a los drogadictos con la cara cubierta de abejas. A esos que aparecen en los descampados, los entierran en el mismo sitio.


El cultivo de amapolas: un recurso económico

La provincia de Kandahar es un centro de tráfico y queda demostrado durante la recorrida del canal francés por los cultivos de amapolas y los mercados.

La amapola requiere poca agua y es un medio de vida para los campesinos, explica un experto. Pero los talibanes estiman que en cuanto puedan reemplazar esa actividad, convencerán a los agricultores de no cultivarlas más.

"Los talibanes hacen incursiones como siempre. Nos pegan con palos. Nos disparan con sus kaláshnikov", protesta algún vendedor de opio.

Afganistán casi había eliminado el cultivo y el tráfico de opio entre 1996-2001. Pero a la fecha representa el 85% de la producción mundial.

El Código de Conducta emitido por el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Erradicación del Vicio es inequívoco. "Se prohíbe el consumo de cannabis , opio y drogas", indica.

Pero Afganistán es el principal productor de opio del mundo y el comercio ilegal de drogas ha ayudado a financiar a los talibanes en el poder.

Una hectárea puede producir tres o cuatro kilos de opio, con solo tres meses de agua, una necesidad diferente a lo que requieren las uvas, por ejemplo. 

Los talibanes no pueden intervenir en las actividades agrícolas vinculadas con la amapola debido a un decreto de reciente data. "Si la comunidad internacional nos reconoce oficialmente, entonces prohibiremos la producción de esta sustancia como ocurrió antes de 2001", dice Noor-Ahmed Saeed, ministro de Información sección de Kandahar.

Los campesinos aclaran que con eso vivien pero ya saben que los talibanes, en conversaciones con estadounienses en Qatar se comprometieron a detener esos cultivos y temen caer en la pobreza absoluta, en un país con hambre, desocupación e inflación.