Orsi, el opositor que busca el triunfo de la izquierda uruguaya
El candidato de 57 años quiere volver a llevar al Frente Amplio al gobierno.
El candidato opositor a la Presidencia de Uruguay, Yamandú Orsi, pasó su niñez y adolescencia rodeado de cajones de verduras en el almacén de su padre, fue profesor de historia, intendente departamental y hoy es la apuesta de la izquierda uruguaya para volver al poder.
Nació el 13 de junio de 1967 como segundo hijo de un matrimonio de un trabajador rural y una costurera que vivía en el área rural del departamento de Canelones (sur) y se crio en una "tapera", como se conoce a las construcciones modestas de la zona rural.
Por motivos de salud, su padre se mudó a la capital departamental, Canelones, de 15.000 habitantes, donde tuvo un almacén, que durante años también fue la residencia familiar.
"Fue un proceso de socialización maravilloso. Con el barrio, fundamentalmente; las relaciones con la gente grande, con los proveedores, al tener que ir a la feria a comprar verduras y frutas en las madrugadas", dijo Orsi sobre la vida en el pequeño establecimiento.
En una entrevista reciente con la Revista Galería de Búsqueda recordó que "era un comercio de libreta (en el que se fiaba)" y se tenía "una relación muy estrecha con los clientes".
En su casa no se hablaba de política y cuando de joven empezó a militar en la izquierda a principios de la década de los 80 chocó porque sus padres "eran conservadores".
"Después me votaron siempre, pero al principio fue difícil para mi viejo", apuntó.
Se recibió de docente de historia y dio clases en liceos públicos hasta que en 2005 fue convocado por el Frente Amplio (FA) para desempeñar su primer cargo político, secretario general de la intendencia de Canelones, en el que estuvo una década.
En las elecciones departamentales de 2015 fue electo intendente de Canelones, el segundo departamento más poblado e importante motor de la producción agrícola e industrial uruguaya, cargo para el que fue reelecto en 2020 con el 51 por ciento.
Orsi está casado en segundas nupcias con Laura, que cultiva un bajo perfil y con la que tuvo hace 11 años a los mellizos Victorio y Lucía. Fue bailarín de folklore; en fútbol se declara hincha de Peñarol y al ser consultado sobre religión reconoce que fue perdiendo la fe y ahora es agnóstico.
Es miembro del Movimiento de Participación Popular (MPP), que lidera el expresidente de la República, José Mujica, dentro del heterogéneo FA. En marzo pasado renunció a la intendencia, ganó su candidatura presidencial en la interna del FA y en las elecciones del 27 de octubre fue el candidato más votado (más del 43 por ciento), aunque no alcanzó la mayoría para evitar el balotaje ante el oficialista Álvaro Delgado.
Su trayecto de vida lo hizo crecer en contacto permanente con la gente y es caracterizado por analistas y muchos actores políticos como un articulador y dirigente de diálogo. "Siempre hay que negociar, incluso aunque se tenga mayorías", señaló al canal 12 de televisión horas después de los comicios que le dieron la mayoría al FA en el Senado y que dejaron sin mayoría propia a los dos grandes bloques en Diputados.
La campaña lo lastimó al ser víctima de una denuncia falsa por supuesta agresión a una mujer que fue un "disparate"; en la familia se habló y "seguimos adelante", según sus palabras.
En su eventual gobierno en el periodo 2025-2030 promete "crecimiento" con "igualdad" para promover el "desarrollo" y "mayor prosperidad". Lo desvela "la injusticia" y "transformar" las "cosas simples", aunque aclara que el FA debe ganar "no para vengarnos" sino para estar "del lado del pueblo".