Medios de prensa internacionales dieron a conocer este sábado que se elevó a 33 el número de civiles que perdieron la vida en un ataque perpetrado la víspera por presuntos efectivos armados yihadistas en la localidad de Songho, región de Mopti, al centro de Malí.

Según esos reportes, los individuos armados dispararon contra un ómnibus que cubría la ruta entre las ciudades de Bandiagara y Sevaré. Primero dispararon al conductor y luego prendieron fuego al medio de transporte y asesinaron a sus tripulantes.

A bordo del vehículo viajaban civiles que se dirigían a sus trabajos, así como mujeres jóvenes (algunas embarazadas y otras con bebés) y adultos mayores.

Hasta el momento no ha habido ninguna comunicación oficial del Gobierno sobre el ataque. Ninguno de los grupos extremistas armados que operan en la región se lo ha atribuido.

Durante los últimos meses, estas grupos yihadistas han incrementado sus ataques contra cuarteles del Ejército de Malí, poblados civiles e incluso bases de fuerzas extranjeras y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Expertos consideran que la situación política y de seguridad del país africano se ha agravado tras los dos golpes de Estado que tuvieron lugar en menos de 16 meses, los cuales provocaron además un debilitamiento del Gobierno nacional.

En estos momentos, las funciones del Ejecutivo son asumidas por un Consejo de Transición que dirige el coronel Assimi Goita, líder de ambos golpes militares que luego se proclamó presidente del país.

Las Fuerzas Armadas (FF.AA.) anunciaron que durante noviembre neutralizaron a un centenar de efectivos yihadistas en operaciones militares realizadas en áreas al centro, sur y este de la nación.

Según la prensa local, las FF.AA. también reconocieron que a pesar de esos reveses, los grupos yihadistas conservan una alta capacidad de maniobra y beligerancia. En Malí operan filiales de Al Qaeda y del autodenominado Estado Islámico (Daesh).