En las últimas tres décadas, hubo un 86% más de desplazados de sus hogares en todo el mundo, haya sido por violencia política, segregación o corridos por desastres naturales. Ya ocupan 3,6% de la población global. 

Y como en ese lapso los refugiados crecieron un 6%, el cambio climático ha sido el que aportó la gran diferencia. 

Según un informe de la agencia AFP, llegan a las tres cuartas partes las personas que huyeron internamente de sus hogares a causa de desastres naturales, en paralelo a unos 10 millones de los desplazados que el último año se vieron obligados a irse por conflictos y violencia.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (DAES) hicieron un relevamiento según el cual fueron en total 280,6 millones en 2020 las víctimas de desarraigo forzoso por todo concepto: EEUU reúne cerca de 60 millones, Alemania 20 millones, Arabia 15 millones y Federación Rusa 12 millones. 

Las catástrofes naturales han sido las que provocaron los movimientos de poblaciones más significativos, por encima de los éxodos por miseria, política o violencia.  

Si se toma la región americana, por ejemplo, la temporada de huracanes fue la más activa registrada hasta la fecha, ya que causó 4,5 millones de desplazamientos, la peor cifra en una década. Los huracanes Eta y Iota golpearon con fuerza la zona central y el Caribe en octubre, obligando a 1,7 millones de personas a abandonar sus hogares.

En el mismo continente americano, la violencia provocó unos 238.000 nuevos desplazados, especialmente en El Salvador, Colombia, México y Haití.

Desplazados y refugiados forzosos en el mundo arribaron a un máximo histórico

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calcula que 79,5 millones de personas se  vieron obligadas a abandonar sus hogares para salvar la vida en 2019, cuando un año antes alcanzaban los 70,8 millones. 

El aumento se debió, en parte, a los nuevos desplazamientos en la República Democrática del Congo, la región del Sahel en África, Yemen y Siria. 

También reflejó la inclusión, por primera vez, de 3,6 millones de personas venezolanas que han sido desplazadas fuera de su país, pero que no solicitaron asilo.

Al final de 2019, un total de 4,5 millones de personas habían huido de Venezuela, el mayor éxodo de la región en la historia reciente y una de las crisis de desplazamiento más grandes del mundo. En su mayoría, buscaron refugio en América Latina y el Caribe.

Venezuela, junto Siria, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar son los cinco países de donde proviene el total de los refugiados en el mundo.  Y los países más pobres del mundo continúan acogiendo a la mayoría de las personas refugiadas

Durante la última década, sólo 4 millones de personas refugiadas pudieron regresar a sus países de origen, en comparación a los 10 millones de la década anterior. Al menos del 0,5% de las personas refugiadas del mundo se les ofreció reasentamiento.

La Agencia de la ONU para los Refugiados reporta que en total hay unos 10 millones de refugiados dentro de sus propios países y lo perdieron todo a causa de conflictos internos, como sucedió en Burkina Faso, Mozambique, Etiopía, Afganistán o Siria, que con la escalada de violencia y la expansión de los grupos extremistas propiciaron algunas de las crisis de desplazamientos más aceleradas del mundo el año pasado.

Más allá de las cifras en sí, el trasfondo de la pandemia del Covid-19 le agrega una cuota mayor de dramatismo a esos movimientos en el marco de las restricciones de circulación existentes.

Conflictos más antiguos, como los de Siria, Afganistán y la República Democrática del Congo, también continuaron generando grandes números de refugiados.

Mientras el conflicto en Siria seguía avanzando, el país continuó presentando el mayor número de personas refugiadas, solicitantes de asilo y desplazadas internas: 13,2 millones en total; aproximadamente una sexta parte de las personas desplazadas por la fuerza en el mundo. 

Las personas refugiadas sirias que huyeron a los países vecinos cargaron con el trauma del desplazamiento prolongado.

Sin embargo, es la convergencia entre los conflictos y los desastres naturales la que potencia el problema, ya que el 95% de los desplazamientos por conflictos recientes están ocurriendo en países vulnerables al impacto del cambio climático.

El calentamiento global repercutió en la intensidad de los ciclones y el incremento de las lluvias monzónicas e inundaciones, que golpearon zonas altamente expuestas y densamente pobladas de Asia y el Pacífico, mientras que la temporada de huracanes del Atlántico fue la más activa que se ha registrado.

El cambio climático, según los expertos, aumenta la intensidad y frecuencia de esos fenómenos extremos, por lo que traslada sus efectos a la cantidad de desplazados internos.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de publicar un nuevo y preocupante informe sobre el calentamiento global. 

Según sus previsiones, hay casi una posibilidad entre dos de que alcance 1,5 grados antes de 2025. Este es precisamente el umbral que no debe superarse según el Acuerdo de París.

En términos meteorológicos, el 2020 ha sido un año histórico: la tormenta subtropical Theta se formó en el océano Atlántico, y logró que la cantidad total de tormentas con nombre de esta temporada llegue a 29. Esto batió el récord del 2005

En las mentes de los estadounidenses, las temporadas de tormentas como ésta se vinculan cada vez más con el cambio climático.

Una encuesta de la CBS publicada el año pasado halló que el 45 por ciento creía que el cambio climático estaba contribuyendo "un montón" con los intensos huracanes.

"Dado todo lo que conocemos sobre cómo el cambio climático está calentando los océanos y, como esta temporada fue hiperactiva porque fue muy cálida, es muy probable que haya contribuido con la actividad", señala James Kossin, científico especialista en clima de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por su sigla en inglés).

Las tormentas comenzaron a formarse temprano y la cantidad aumentó a un ritmo récord. Florida, Nicaragua y Honduras siguen dándole batalla a las inundaciones después que la 28° tormenta de este año, el huracán Eta,  anegó las regiones con su lluvia. Y la temporada podría seguir hasta el invierno: en 2005, la tormenta tropical Zeta, la 28° del año, se formó a finales de diciembre.

En el National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) creen que parte de la inusual calidez de este año se debe a un ciclo climático natural denominado Oscilación del Atlántico Norte (NAO), que hace que el océano Atlántico Norte se vuelva más cálido o más frío cada unas pocas décadas.

Las aguas cálidas actúan como combustible para los huracanes y pueden provocar un proceso denominado intensificación rápida, en el cual las velocidades máximas de los vientos en una tormenta aumentan, al menos, 56,3 km/h en menos de 24 horas. Ocho de las tormentas de 2020 sufrieron esta intensificación rápida en las aguas cálidas del mar Caribe y del golfo de México. 

La sequía se ha venido extendiendo y profundizando. Cada quincena, desde julio de 2020, aumenta el porcentaje de área afectada. 

“En muchas regiones ha pasado de sequía severa a sequía extrema o excepcional", dice a BBC Mundo Jorge Zavala Hidalgo, coordinador del Servicio Meteorológico Nacional de México (SMN).

Actualmente, cerca del 87,5% del territorio mexicano sufre sequía de distintas intensidades.

Esa complejidad climática en gran medida está determinada por lo que pasa en el Atlántico Norte — la variación de temperaturas junto a sus patrones oceánicos y atmosféricos — y también por lo que pasa en el océano Pacífico, principalmente por los fenómenos de El Niño y de La Niña.