Hace más de 30 años, la legisladora estadounidense Nancy Pelosi enfureció al Gobierno de China al desplegar en la plaza de Tiananmen una pancarta en honor a los disidentes muertos en las protestas de 1989.

El martes, como presidenta de la Cámara de Representantes, Pelosi desoyó las encendidas advertencias de China y aterrizó en Taiwán para apoyar a su Gobierno y reunirse con activistas de derechos humanos.

El viaje de Pelosi a Taiwán pone el broche de oro a décadas como la principal crítica estadounidense del Gobierno de Pekín, especialmente en cuestiones sobre derechos humanos, además de destacar cómo el Congreso estadounidense ha adoptado una línea más dura que la Casa Blanca en sus relaciones con Pekín.

Pelosi, segunda en la línea de sucesión tras la vicepresidenta Kamala Harris, se convirtió en la política estadounidense de mayor rango en viajar a Taiwán desde que el entonces presidente de la Cámara baja, Newt Gingrich, lo hizo en 1997, encabezando una delegación de otros seis legisladores.

En 1991, dos años después de la sangrienta represión de las manifestaciones prodemocráticas en China, Pelosi y otros dos legisladores estadounidenses desplegaron una pancarta en Tiananmen en la que se leía: "A los que murieron por la democracia en China".

La policía les cerró el paso y les obligó a abandonar la plaza.

En 2015, llevó a un grupo de demócratas de la Cámara al Tíbet, la primera visita de este tipo desde los disturbios generalizados de 2008. Pelosi se ha pronunciado regularmente sobre cuestiones de derechos humanos en el Tíbet y se ha reunido con el Dalai Lama, al que Pekín califica de separatista violento.

LEÉ: China iniciará ejercicios militares en el mar con fuego real

China considera que las visitas de funcionarios estadounidenses a Taiwán son una señal que alienta a los independentistas de la isla. Washington no tiene lazos diplomáticos oficiales con Taiwán, pero está legalmente obligado a proporcionarle los medios para defenderse.

Kharis Templeman, experta en Taiwán de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, dijo que Pelosi, de 82 años, estaría buscando cimentar su legado, al tiempo que destaca el apoyo a Taiwán frente a la presión de Pekín.

"¿Y qué mejor persona para enviar esa señal que la propia presidenta de la Cámara? Así que está en una posición simbólica muy poderosa para adoptar una postura contra el PCC", dijo Templeman, refiriéndose por sus siglas al Partido Comunista Chino.

Pekín considera a Taiwán parte de su territorio y nunca ha renunciado a usar la fuerza para someter a la isla a su control. Taiwán rechaza las reivindicaciones de soberanía de China y dice que sólo su pueblo puede decidir su futuro.

El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Zhao Lijian, dijo que el viaje provocaría "acontecimientos y consecuencias muy graves".

Los analistas dijeron que la respuesta de Pekín probablemente sea simbólica. "Creo que China ha tratado de señalar que su reacción incomodaría a Estados Unidos y a Taiwán, pero no provocaría una guerra", dijo Scott Kennedy, analista de China en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington.

LÍNEA DURA EN EL CONGRESO

El Congreso estadounidense lleva mucho tiempo adoptando una línea más dura con respecto a Taiwán que la Casa Blanca, independientemente de que los demócratas, como el presidente Joe Biden y Pelosi, o los republicanos estén al mando.

Los republicanos apoyaron el viaje de Pelosi. "Cualquier miembro que quiera ir, debería hacerlo. Es una muestra de disuasión política para el presidente Xi", dijo a NBC News el representante Michael McCaul, el principal republicano de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.

McCaul dijo que fue invitado a unirse al viaje de Pelosi a Asia, pero que no pudo hacerlo.

El poder ejecutivo es el responsable final de la política exterior, pero las relaciones con Taiwán son un área en la que el Congreso quiere influir. La Ley de Relaciones con Taiwán, que ha definido los vínculos desde 1979, fue aprobada por el Congreso con una mayoría abrumadora después de que los legisladores rechazaron una propuesta del entonces presidente Jimmy Carter por considerarla demasiado débil.

Los demócratas y los republicanos del Senado de Estados Unidos están trabajando en un proyecto de ley que revisaría esa política, incluso aumentando el apoyo militar a Taiwán y ampliando el papel de Taipéi en las organizaciones internacionales.

LEÉ: Desde estaciones de metro hasta centros comerciales, Taiwán preparó sus refugios antiaéreos

El viaje de Pelosi y la reacción de Pekín han empujado a la Casa Blanca a expresar de nuevo -incluso en una conversación entre Biden y el presidente chino, Xi Jinping, la semana pasada- que no desea cambiar el statu quo.

Biden puso en duda públicamente la conveniencia del viaje el mes pasado en una rara diferencia con Pelosi, que es una estrecha aliada. "Creo que los militares piensan que no es una buena idea en este momento, pero no sé cuál es la situación", dijo Biden a periodistas.

La oficina de Pelosi se negó antes de la visita a descartar o confirmar una posible parada de la presidenta de la Cámara de Representantes, citando las usuales preocupaciones de seguridad que esgrimen los funcionarios estadounidenses de alto rango.

Pelosi anunció el domingo que iba a encabezar una delegación del Congreso a Singapur, Malasia, Corea del Sur y Japón "para reafirmar el fuerte e inquebrantable compromiso de Estados Unidos con nuestros aliados y amigos en la región".

Los funcionarios de defensa estadounidenses restaron importancia al riesgo de que los militares chinos interfieran en la visita de Pelosi, pero les preocupa que un accidente pueda derivar en un conflicto mayor.

(Reporte de Patricia Zengerle y Michael Martina desde Washington; reporte adicional de Idrees Ali y Trevor Hunnicutt; editado en español por Javier López de Lérida; Reuters-NA).