Las relaciones entre Bielorrusia y la Unión Europea llegaron a punto de ebullición, con un presidente desconocido por este organismo que comenzó a bramar sin ninguna diplomacia.

"Están gritando que no nos reconocen. Nunca les hemos pedido que nos reconozcan, que reconozcan nuestras elecciones, que reconozcan a nuestro presidente reelegido", reaccionó Alexander Lukashenko.

Ese hombre inició este miércoles formalmente un nuevo mandato después de una ceremonia de investidura calificada de secreta para evitar las movilizaciones en las calles.

Pese a ello, su toma del cargo dio lugar a protestas espontáneas que reunieron a miles de personas, en particular en la capital, Minsk.

La policía empleó cañones de agua para dispersar a los manifestantes que se congregaron en el centro de Minsk. Según los corresponsales de la agencia AFP, las fuerzas de seguridad arremetieron contra miles de personas que se encontraban en la Avenida de los Vencedores y procedió a arrestar a 252 personas.

Según el Ministerio del Interior 364 personas fueron detenidas en las manifestaciones en todo el país.

La polémica reelección de Lukashenko en las elecciones presidenciales del 9 de agosto desencadenó un movimiento de protesta sin precedentes en el país que continúa a pesar de la represión de las manifestaciones, el encarcelamiento o el exilio de las figuras de la oposición.

Tras la ceremonia, la Unión Europea, Alemania, los Estados bálticos, Polonia y Estados Unidos indicaron que no reconocen a Lukashenko, en el poder desde 1994, como el presidente legítimamente elegido de Belarús.

El jefe de la diplomacia europea Josep Borrell, a través de un comunicado, agregó este jueves que "la elección del 9 de agosto no era libre ni equitativa".

Borrell subrayó que esta toma de poder no hará sino "agravar la crisis política" y añadió que "en vista de la situación actual, la UE está revisando sus relaciones con Bielorrusia".

Según fuentes diplomáticas citadas por la agencia AFP, la UE preparó sanciones contra unas 40 personas consideradas responsables de la represión y también está considerando la posibilidad de sancionar a Lukashenko.

El único obstáculo es que se necesita la unanimidad de los Estados miembros, y Chipre condiciona su acuerdo a la adopción, por parte del bloque europeo, de medidas que obliguen a Turquía a detener sus perforaciones en busca de gas en aguas que Chipre considera como su zona económica.

Suecia y Finlandia, por su parte, se niegan a sancionar a Lukashenko para permitir la mediación de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que será presidida por Suecia, según apunta el sitio France24.com

El tema bielorrusio será tratado en la cumbre de los líderes de la UE el 1 y 2 de octubre en Bruselas.