La presión por la pandemia eleva la exigencia mundial a EEUU y China en la Cumbre de Cambio Climático
Al celebrarse el Día Internacional de la Tierra, los 40 Estados participantes exigirán la implementación de las metas del Acuerdo de París a fin de reducir el calentamiento global.
La celebración del Día Internacional de la Tierra coincide con la Cumbre del Cambio Climático convocada por el mandatario estadounidense, Joe Biden, que se realizará en forma virtual entre el jueves y viernes, y de la que participará el presidente argentino, Alberto Fernández entre los 40 invitados a integrar el panel.
Fernández había sido invitado a esta Cumbre por el gobierno de Estados Unidos el 26 de febrero último, a través de una conversación telefónica mantenida con el enviado especial para el Clima de la Administración de ese país, John Kerry; y ratificada el 26 de marzo con una carta enviada por el propio presidente Biden al mandatario argentino.
El 12 de este mes, el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, participó por videoconferencia de un encuentro preparatorio para la Cumbre, organizado por el Centro Wilson de Estados Unidos. Llamó a "construir una nueva arquitectura financiera que financie las políticas de reactivación pospandemia en el marco de la acción climática", indicó esa cartera.
Es la primera vez en años que se concreta este encuentro, que no contaba con la aquiescencia de los principales contaminadores del planeta: EEUU y China. Entre ambos generan más del 50% de los gases de efecto invernadero.
Biden y Putin hablaron por teléfono y acordaron reunirse en un tercer país
El ex jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, era reacio a este tipo de asambleas multinacionales cuya finalidad es regular los límites de la competencia en aras del cuidado de la Casa Común.
La derrota electoral de Trump y el azote que significa la pandemia del coronavirus para la humanidad morigeraron el enfriamiento del Acuerdo de París de 2015 y ahora sus metas para la década en curso volvieron al primer plano de las prioridades globales.
"Hay que salir del compromiso a la implementación. Entre el 2020 y el 2030 tenemos que implementar todos los compromisos que asumimos para lograr frenar el aumento de la temperatura y mantenerlo por debajo de los 2 grados o, mucho mejor, por debajo del grado y medio", explicó a Télam el director Ejecutivo de Vida Silvestre Argentina, Manuel Jaramillo.
Se trata del principal pedido de más de un centenar de organizaciones a nivel internacional, como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), sostuvo.
No está disociada la actual crisis por el Covid-19 del cambio climático, ya que la biodegradación, las modificaciones de la biodiversidad, afectan el hábitat natural de los animales, su alimentación e incuban pestes que estos luego transmiten a los humanos.
De acuerdo con Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), una nueva enfermedad infecciosa emerge en las personas cada cuatro meses. De estas, 75% provienen de animales.
La reanudación de los encuentros a nivel de líderes mundiales es oportuna: el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lo acaba de sentenciar: "Estamos en un ´punto de quiebre´ para el clima".
En tal sentido, llegó la hora de que los Estados no sigan reclamando por compromisos, sino que se aboquen a implementarlos y apelen a mecanismos de participación democráticos para controlar su cumplimiento.
Mientras duró el impasse ambiental, muchas empresas se acogieron a tecnologías y adoptaron los principios de la economía circular para reciclar materiales de desecho en nuevos productos.
Una encuesta realizada por una firma alemana indica que el 50% de las organizaciones señaló a la economía circular como uno de los principales aspectos de sostenibilidad con el que más se identifican, debido a que la rentabilidad que persigue no es sólo económica sino integrada también a objetivos ambientales y sociales, en tanto que el 48% indicó que este aspecto es el cambio climático.
El 46% de los compulsados, según el relevamiento, está enfocado en medir la huella de carbono de sus actividades, mientras que 26% indicó que es relacionado a la economía circular.
Daño ambiental
De acuerdo con un reporte de Greenpace, entre los temas más acuciantes a resolver es el de la contaminación de los mares. Cerca del 90% de toda la basura que flota en los océanos es plástico.
Cada año se lanzan más de 13 millones de toneladas de plástico a los mares del mundo. Para 2030 se calcula que habrá más plásticos que peces en el mar, ya que debido a la contaminación con este derivado del petróleo más de 100 mil mamíferos marinos mueren cada año.
Entre los más afectados están las tortugas, aves, ballenas, delfines y lobos marinos, quienes mueren por por la ingesta de plástico, enredos, asfixia, estrangulación o desnutrición por estos desechos.
Asimismo, otra fuente de envenenamiento del aire proviene en un 70% de los contaminantes de la combustión de los vehículos particulares.
La deforestación devasta el planeta, porque además afecta el consumo de alimentos de origen animal.
En los últimos 25 años se ha deforestado una superficie boscosa equivalente al territorio de la India. Particularmente en América Central y América del Sur, la expansión de los pastizales para ganadería se señaló como una de las causas de esta enorme destrucción, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
El daño al medio ambiente podrá beneficiar a un grupo de corporaciones, pero lo hace a costa de los pueblos indígenas, afros y campesinos, que viven, construyen economía y cultura, y se alimentan directamente de lo que se produce en los bosques deforestados.
El informe de evaluación global sobre la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas del Panel Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) advirtió que 1 millón de especies están en peligro de extinción, como consecuencia de los impactos de la actividad humana.
La buena noticia en tan crítico contexto es que los países vienen cumpliendo con la transformación de su matriz energética, con la reconversión de las fuentes de aprovisionamiento de fósiles a recursos naturales renovables, como el viento y el sol.
Argentina viene rezagada en ese proceso debido a que las dificultades financieras ralentizaron el desarrollo de los proyectos, y en estos momentos la oferta de combustibles renovables para la generación eléctrica no llegan aún al 10% del total.