Estados Unidos inició en el fin de semana una apertura diplomática hacia Arabia Saudí y Venezuela a fin de conseguir que reemplacen el petróleo ruso que esta desapareciendo del mercado, como consecuencia de las sanciones a las transacciones financieras impuestas a Rusia.

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EEUU y el Reino Unido prohibieron importar el petróleo ruso y la Unión Europea (UE) recorta su dependencia del gas ruso a medida que los países endurecen su respuesta a la invasión de Ucrania.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, explicó que la medida apuntaba a "la arteria principal de la economía de Rusia".

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Habló poco después de que la Comisión Europea dijera que reduciría la demanda de gas ruso en la UE en dos tercios: la UE obtiene el 40% de su gas de Rusia.

Aseguró que cambiaría a suministros alternativos y expandiría la energía limpia más rápido para llenar el déficit, con el objetivo de independizar a Europa de los combustibles fósiles rusos "mucho antes de 2030".

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En un movimiento similar, el Reino Unido se comprometió a eliminar gradualmente las importaciones de petróleo ruso para fines de 2022.

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, aceptó que la medida no afectaría a Rusia de inmediato, pero agregó que "lo que hará es aumentar la presión que ya estamos viendo sobre Rusia y no olviden que el impacto económico de las sanciones que el Reino Unido llevó ha sido extremo".

Alrededor del 8% de las importaciones de petróleo y productos refinados de EEUU provienen de Rusia, mientras que Rusia representa alrededor del 6% de las importaciones de petróleo del Reino Unido.

Es probable que la medida signifique mayores precios de los combustibles y facturas para los consumidores.

La economía de Rusia depende en gran medida de la energía. Es el tercer mayor productor de petróleo del mundo, detrás de Arabia Saudita y Estados Unidos.

Antes de que se anunciaran las medidas, Rusia advirtió sobre las consecuencias "catastróficas" para la economía mundial y dijo que podría cerrar su principal gasoducto a Alemania.

Los temores de los inversionistas a un embargo llevaron al crudo Brent a $139 (£106) el barril en un momento el lunes, su nivel más alto en casi 14 años.

La invasión rusa de Ucrania ya produjo dos vencedores petroleros inesperados: Venezuela y Arabia Saudí. Y los perdedores en esa dinámica fueron paradójicamente las fuerzas democráticas en ambos países.

El presidente venezolano, Juan Guaidó, al que reconoce EEUU, no fue avisado de la misión norteamericana a su país, según informó el domingo el diario New York Times.

En la práctica, significa que Washington reconoce al régimen de Maduro como el gobierno de Venezuela, rompiendo así con tres años en los que EEUU, la UE, y otros 60 países consideraban a Guaidó presidente legítimo del país.

El contragolpe de Putin no se hizo esperar: "No dio garantía sobre depósitos en bancos que tienen los jerarcas venezolanos, aduciendo que Rusia enfrenta guerra económica de Occidente y habrá que asumir grandes pérdidas"», escribió el analista Pedro Mario Burelli, ex miembro de PDVSA que se define en Twitter como un luchador por la libertad.

Según revela Burelli, en una llamada que el mandatario venezolano hizo el pasado 2 de marzo "expresó preocupación extrema (¿pánico?) por los billones de dólares o euros que el régimen y sus oligarcas o bolicorruptos tienen en la banca rusa".

La entrada en escena de Arabia Saudí concretada por EEUU responde a que es el único país productor que tiene capacidad para bombear más crudo.

El País del Norte es el primer productor mundial y le harán falta seis meses para aumentar significativamente la producción, según dijeron fuentes de la industria en la conferencia anual CERA Week, de S&P, que comenzó ayer en la ciudad de Houston.