La Gran Barrera de Coral australiana, en riesgo de dejar de ser la octava maravilla del mundo
Una comisión de la Unesco recomendó que se la incluya en la lista de lugares en peligro del patrimonio mundial, debido al deterioro que le causa el cambio climático. El Gobierno de Australia rechazó la interpelación.
Australia puso el grito en el cielo cuando, en un informe preliminar, una comisión de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) solicitó que se incluyera a la Gran Barrera del Coral en la lista de lugares del patrimonio mundial en peligro.
El reporte, que concluye en la necesidad de degradarle el estatus debido al deterioro que le causaron los episodios de blanqueamiento de los corales, consecuencia de los trastornos climáticos, fue publicado por la entidad, que ya venía considerando al ecosistema marino como potencial candidato a integrar la lista de Patrimonio Mundial en Peligro.
El gobierno australiano, que tiene a la Gran Barrera de Coral como “la Octava Maravilla del Mundo”, aseguró a través de la ministra de Medio Ambiente, Susan Ley, que “está muy bien administrada” y que la Unesco no toma en cuenta los miles de millones de dólares gastados para intentar protegerla.
La presión que ejerció Canberra todos estos años para evitar que se la pusiera entre los ecosistemas en peligro de extinción es por la sencilla razón de que llevaría a su arrecife de coral a perder el estatus de Patrimonio de la Humanidad, al que fue incorporada desde 1981, y, por ende, que pierda su atractivo turístico.
En esta oportunidad, una comisión de la Unesco insistió en que las perspectivas a largo plazo del mayor sistema de arrecifes de coral del mundo empeoraron y es necesario actuar para contrarrestar los efectos del cambio climático.
Ley anticipó que Canberra impugnará la recomendación y defendió enfáticamente las medidas australianas para la protección del arrecife, con una enjundia que varios medios de ese país atribuyeron a que interpretan que hubo injerencia política en el dictamen.
¿Injerencia política?
La suspicacia obedece a que China preside la comisión que volvió a la carga con el cuestionamiento al modo que controla el proceso de extinción de miles de corales, que se aceleró por el blanqueamiento masivo de esta especie, lo cual sucede cuando la temperatura del agua pasa por encima de los 30 grados centígrados.
Es por ello que los corales pierden su elasticidad y sus llamativos colores se van diluyendo hasta quedar completamente blancos, al ser expulsadas las algas simbióticas que le dan color.
Además, este ecosistema sufrió igualmente los efectos de los ciclones, lo mismo que la escorrentía agrícola y el acanthaster púrpura, una estrella de mar que devora corales.
Lo cierto es que en los últimos 30 años desapareció cerca del 50 por ciento de este lugar único en el planeta, que abarca unos 2.600 kilómetros en la costa norte australiana, y es hogar de 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos. Tan grande e imponente es, que se lo puede ver desde el aire.
Aunque rechazan los fundamentos políticos de la decisión, los grupos ecologistas estiman que Australia no está haciendo lo suficiente para proteger el arrecife, especialmente en lo relativo al cambio climático.
La ministra Ley no discute que la crisis climática global sea la mayor amenaza para los arrecifes del mundo, pero sí rechaza que se designe al “arrecife mejor administrado del mundo para una lista (de sitios) 'en peligro'", afirmó.
Según los científicos, desde 2015 el mayor ecosistema vivo del mundo sufrió tres grandes episodios de decoloración del coral debido a graves olas de calor marinas.
Suena a operación de prensa, de la que Australia parece que tampoco está exenta, haber vinculado esta ofensiva de la Unesco a un eventual agravamiento de las relaciones entre Beijing y Canberra, el año pasado, cuando el primer ministro, Scott Morrison, acusó a China de inmiscuirse en asuntos internos. Y que empeoraron cuando solicitó una investigación independiente sobre los orígenes de la pandemia del coronavirus.
La hipótesis se fundamenta en que la comisión que realizó el último informe desfavorable está presidida por un chino.