Por Antonio D’Eramo

Lituania y Estonia viven bajo la amenaza de un autócrata desatado que Occidente está tratando de contener y que, en algunas de sus acciones, parece estar respaldado por otros gobiernos que dirigen a sus sociedades con mano de hierro.

Sólo de esa manera puede comprenderse la invasión de la Federación de Rusia bajo la administración de Vladimir Putin a Ucrania.

Un ataque que tiene poco y nada de preventivo o defensivo y que significa, en la práctica, violar el derecho internacional vigente a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial que condena las agresiones y las violaciones a los territorios nacionales y devuelve la Historia al pasado. A los tiempos de la conquista a través del uso de la fuerza y recursos de todo tipo, tecnológicos, humanos e ideológicos.

Y, este último punto es el que ha sido analizado detalladamente en la primera edición del World Liberty Congress (WLC), que reunió en la ciudad de Tallin, capital de Estonia, a metros del mar Báltico, a 130 líderes de todo el mundo defensores de la democracia y la libertad de más de 40 países que en su mayoría están sufriendo restricciones a las libertades individuales.

Por los pasillos del foro se escuchaban voces y modulaciones cubanas, venezolanas y nicaragüenses que se mezclaban con tonos emitidos en otras lenguas como la rusa o el farsi iraní.

Un ejemplo de esta diversidad quedó expuesto en la fotografía que reunió al notable ajedrecista y político ruso Garry Kasparov con Leopoldo López, preso más de 7 años en Venezuela por ser opositor al chavismo o Masih Allnejad, líder iraní, activista por los derechos de la mujer en un país que las posterga deliberadamente y que parecen haber sido olvidadas por otras luchadoras identificadas con el progresismo de Occidente que no levantan sus banderas ante los atropellos en Irán.

Por ello, la ideología, que parece medir con una doble vara las distintas situaciones de violaciones de los derechos humanos en el mundo, fue uno de los temas que más se dialogó entre los integrantes de las delegaciones además de repasar la actualidad de sus naciones que en muchos casos no ha hecho más que agravarse con el transcurso del tiempo en el poder de referentes de gobiernos autocráticos.

La misión y el compromiso asumido en este primer congreso es claro y prístino. Derrocar a las autocracias, sistema de gobierno que concentra el poder en una sola figura cuyas acciones y decisiones suelen no estar sujetas a ninguna restricción legal, y fortalecer la cooperación para construir una transición estable hacia la democracia y la libertad.

Estos últimos tres días han sido inspiradores y nos han colocado en el camino para construir una alianza para la libertad que apoye, conecte y defienda países que viven bajo regímenes autocráticos en todo el mundo”, dijo Leopoldo López.

Agregó que “el WLC es una iniciativa orientada a la acción, a sabiendas de que no estamos solos en nuestra lucha por la libertad y que juntos somos más fuertes”.

Por su parte, Alinejad aseguró que “los dictadores están luchando por el poder, pero nosotros luchamos por la libertad, la dignidad y la democracia. El WLC es una nueva visión para que los movimientos democráticos puedan crear un cambio político”.

Y ahora teniendo activistas de más de 40 países estamos enviando nuestro mensaje a cada dictador del planeta. Nuestro tiempo ha llegado”, dijo Garry Kasparov.

Entre la delegación cubana se encontraba la curadora de arte Carolina Barrero, y otra valiente mujer, la líder de la iniciativa ciudadana CubaDecide, Rosa María Payá, la directora de centro de asesoramiento legal Cubalex, Laritza Diversent, la periodista independiente Iliana Hernández y el biólogo Ariel Ruiz Urquiola.

En un video del evento, Carolina Barrero expresó que los tiranos le tienen miedo a los que piensan diferente. "Es por eso que nos ponen en prisión o en el exilio, y nosotros sabemos con seguridad que unidos somos más fuertes".

Todos los participantes prestarán atención a lo que sucederá en la cumbre del G-20, en Indonesia, donde los desafíos y la puesta en cuestión de los valores democráticos parecen estar a la orden del día bajo una mirada sumisa y cómplice de países que debieran defender, sin vacilar, los valores de la libertad.