La política de “abrazos, no balazos” del actual presidente de centro izquierda mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que terminó con la guerra al narcotráfico que lanzara el ex presidente conservador Felipe Calderón, en Julio de 2006, parece estar convirtiéndose en un perfecto fracaso.

El intento de apaciguamiento del gobierno con las bandas de narcos y, de otros tipos, que incrementa la violencia en suelo azteca desde hace decenios no parece estar recogiendo frutos a pesar de las recientes declaraciones de AMLO en Sinaloa donde, aún, el “Mayo” Zambada, mítico socio del “Chapo” Guzmán, en el cártel más conocido de México, por los líderes criminales que supo engendrar, sigue dirigiendo una de las organizaciones mafiosas más  peligrosas del mundo.

El titular del  ejecutivo mexicano afirmó acerca de su particular enfoque para luchar contra el narcotráfico “Para que se tenga una idea de cómo la estrategia nuestra es distinta. No se puede enfrentar la violencia con la violencia, no se puede, no funciona y no es humano enfrentar el mal con el mal. El mal hay que enfrentarlo haciendo el bien”.

Para ello, AMLO fue pródigo en otorgar planes sociales para contrarrestar la pobreza que, en opinión de sus asesores, es la causa de la inseguridad y la madre de la delincuencia. Sin embargo, el freno económico que significó la crisis sanitaria del coronavirus, no ayudó a que millones de mexicanos salieran de la  indigencia.

Para muchos mexicanos ese objetivo sólo se logra ingresando en el narcotráfico. Y, es lo que ha estado sucediendo, por lo que la  pax narco, promovida desde el DF puede sucumbir en cualquier momento.


La Península de Yucatán convertida en un verdadero polvorín

La isla de Holbox, un lugar paradisíaco para pasar unas  vacaciones, lugar elegido por la titular del PAMI, Luana Volnovich y por el Director Ejecutivo  del organismo, Martín Rodríguez, a la sazón pareja de la jefa de la mayor obra social de Latinoamérica que presta servicios médicos y sociales a más de cinco millones de jubilados, pensionados y veteranos de Malvinas, es un enclave turístico de alto nivel adquisitivo que se despliega entre el manglar y poblados de casas paupérrimas de familias que viven allí desde hace generaciones, integradas por personas que suelen alcanzar los cien años de vida.

Para llegar a esa franja de arena blanca y olas mínimas, que se mecen como en la mejor representación paradisíaca que podamos representarnos en nuestro ser, hay que abordar un ferry que atraviesa esas aguas azul-turquesa y que son santuarios de especies marinas como el tiburón ballena o que cuentan con tortugas gigantes. Desde la borda del ferry se pueden ver volar flamencos al  ras de la playa que alberga a sus visitantes con temperaturas promedio, durante todo el año, de 30º.

Es el escenario ideal para los amantes de la naturaleza y del Caribe, y está separada de la península por la laguna Yalahu, lugar en el que se abrió una garganta marina por  la cual debe su nombre la isla Holbox que en maya significa “agujero negro”.

Sin embargo, en los últimos tiempos esa tranquilidad celestial fue interrumpida por la violencia  terrenal. Un femicidio atroz se produjo en marzo de este año y la competencia por vender narcóticos a los turistas que  llegan a esta isla crece al mismo tiempo que aumenta el temor de los lugareños por el quiebre de la paz sostenida durante generaciones.

Todo comenzó con el ruido, con bandas de músicos sinaloenses tocando a todo volumen en la madrugada en un lugar donde los que trabajamos tenemos  que descansar  y donde los  turistas buscan tranquilidad”, afirmó un empresario hotelero a medios locales.

Otro comerciante, Astarot Kappellmann, afirmó “Aquí en Holbox ya ha habido violencia, desaparecidos. Siempre ha habido venta de drogas, venta de alcohol, pero nunca había habido tanta gente de fuera que influyera en las decisiones de la vida de los ciudadanos de Holbox”.

La referencia del empresario se debe a un fenómeno que  se registra en todo el estado de Quintana Roo, uno de los 31 estados que conforman junto al DF, México, y el que más aporta  al PBI del país en el rubro turismo.

Holbox no es el único lugar turístico que puede ofrecer el estado ubicado en la Península de Yucatán, su capital es Cancún y sus localidades más pobladas son Playa del Carmen y Cozumel que ofrecen más lugares de lujo para el turismo internacional.

Una localidad pujante que ha dejado de ser una ruta de paso del narcotráfico hacia los Estados Unidos sino que se ha convertido en un lugar de venta, de consumo de estupefacientes, por el que los  cárteles narcos han comenzado una  guerra que ha jaqueado el lema de AMLO “abrazos, no balazos”.

El mundo parece haberse acostumbrado a las muertes de los mexicanos por temas de narcotráfico pero aún guarda sus reparos cuando las víctimas son ciudadanos europeos, estadounidenses  o de otras regiones del globo y la información que  llega desde la Riviera Maya no es la mejor.

En Tulum, un turista indio y uno alemán, fueron  asesinados por hombres armados en octubre pasado. Un  mes  después se produjo un  tiroteo  en el lujoso hotel Hyatt de Cancún con dos narcos  muertos por la balacera que podría haber tenido un saldo peor. Según la investigación judicial todo comenzó cuando turistas que se alojaban en ese hotel, cinco estrellas, buscaron la forma de comprar droga a representantes de cárteles narcos que compiten entre ellos, a los tiros.

En diciembre, los narcos llegaron a una  conocida playa de Cancún en motos  acuáticas para realizar asaltos selectivos, hubo disparos y persecuciones en el mar. Por esta vez, no hubo heridos.

Pero el jefe de seguridad de Quintana Roo fue claro. Lucio Hernández Gutiérrez enfrentó a la prensa y afirmó, “…todo lo que sucede es una prueba más de que la única razón por la que los cárteles están aquí es por la enorme demanda de drogas, especialmente entre los turistas”.

El gobierno mexicano esta vez se olvidó  de los abrazos, AMLO, que había saludado a la madre del “Chapo” Guzmán en su visita a Sinaloa, envió un batallón de “Seguridad Turística” para cortar por lo sano. Los miembros del ejército están apostados desde hace tres semanas en los principales lugares que suelen frecuentar algunos políticos argentinos que prefieren el  Caribe a Mar del Plata.

En estos días se puede observar más de mil soldados patrullando  las exclusivas playas y los principales clubes nocturnos y bares de la zona.

En Tulum y en la isla de Holbox están tensos. Sus funcionarios  explican “Queremos el turismo, pero recuerden que aquí es ilegal comprar drogas”.

Para Hernández Gutiérrez la experiencia indica que “no es fácil cortar la oferta mientras haya demanda”.

Si existe demanda de narcóticos los cárteles enviarán a sus emisarios a proveer a sus clientes. En la actualidad hay seis cárteles con actividad en estas playas de diversión. Ninguno ha predominado sobre el otro y por ello la violencia va creciendo.

Al igual que los tiburones del Golfo en el mar, los narcos actúan como depredadores infalibles del orden social.

Los habitantes de Holbox conocen a los tiburones desde siempre, han convivido con ellos, los han pescado, saben que no son los peces asesinos divulgados por Hollywood. Son los grandes depredadores del océano y regulan la actividad de las cadenas alimentarias pero no matan por dinero o placer.

Esas cosas sólo se ven entre los integrantes de la especie humana y, fundamentalmente, entre los narcos”, sentenció un anciano centenario de la isla.