Los temores hechos públicos por la funcionaria de prensa de la Administración Biden, Jen Psaki, en torno de que Rusia use de armas químicas contra Ucrania surgieron de afirmaciones provenientes del Kremlin que potencialmente "preparaban el escenario" para algún tipo de afirmación de "bandera falsa", arguyeron funcionarios occidentales.

Más temprano, el miércoles, el Ministerio de Defensa del Reino Unido tuiteó también que Rusia había usado cohetes termobáricos en Ucrania.

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Estos cohetes se conocen como bombas de vacío porque absorben oxígeno del aire circundante para generar una explosión de alta temperatura, lo cual los hace más devastadores que los explosivos convencionales de un tamaño similar y pueden tener un impacto terrible en las personas atrapadas en su radio de explosión.

Previamente la embajada rusa se había referido en un tuit a las afirmaciones de que "documentos encontrados recientemente" mostraban que los componentes de las armas biológicas se fabricaron en laboratorios ucranianos, con fondos del Departamento de Defensa de EEUU.

Paralelamente, los funcionarios y los medios rusos también sostuvieron en los últimos días que Ucrania planeaba construir la llamada bomba sucia, que dispersa material radiactivo.

Y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia afirmó que Ucrania había estado buscando armas nucleares.

Psaki calificó de absurdas las afirmaciones de Rusia sobre los laboratorios de armas biológicas de Estados Unidos y el desarrollo de armas químicas en Ucrania.

Las tildó de falsas y que se trataba de una "estragia obvia" para intentar justificar más ataques premeditados y no provocados.

Apoyó en este contexto preocupaciones similares sobre nuevos ataques que compartieron funcionarios occidentales.

Estuvieron reconociendo estar "muy preocupados" por el riesgo de que la guerra se intensifique, y particularmente por la posibilidad de que Rusia use armas no convencionales.

Lo más probable es que se refiriera a las armas químicas, aunque el término también abarca a las armas nucleares tácticas (en pequeña escala), las biológicas y las bombas sucias.

Fundamentaron con que esto se debió en parte a lo que se había visto en otros lugares en los que Rusia estuvo involucrada, en particular Siria, donde sus aliados, como el gobierno de Assad, utilizaron armas químicas contra civiles.

La hipótesis occidental es que Rusia alegará que cualquier dispersión de armas no convencionales provino de instalaciones o tropas ucranianas, o que fueron utilizadas primero por Ucrania. Eso podría justificar, para Moscú, el posterior uso de armas no convencionales por parte de Rusia.

Rusia también está acusada de emplear agentes nerviosos -un tipo de arma química- en intentos de asesinato como el de Sergei Skripal en Salisbury en 2018 y contra el opositor Alexei Navalny en Rusia en 2020.

El organismo de control mundial que supervisa la Convención sobre Armas Químicas, la OPCW, describe un arma química como un producto químico utilizado para causar muerte o daño intencional a través de sus propiedades tóxicas.

Su utilización está prohibida por el derecho internacional humanitario independientemente de un objetivo militar válido, porque sus efectos son indiscriminados por naturaleza y están diseñados para causar daños superfluos y sufrimientos innecesarios.