Italia en primavera: entre el fin de las restricciones y las rencillas políticas
Los italianos pudieron desde este lunes volver a salir a los bares y restaurantes con mesas al aire libre, así como a cines y teatros con medidas de distanciamiento y aforo limitado.
Los italianos pudieron desde este lunes volver a salir a los bares y restaurantes con mesas al aire libre, así como a cines y teatros con medidas de distanciamiento y aforo limitado, informaron medios internacionales.
También regresaron a clases presenciales casi todos los estudiantes de secundaria y de las universidades.
Mientras los ciudadanos develan la nueva normalidad, las autoridades sanitarias buscan ampliar y acelerar el proceso de inmunización de la población, indica este martes el sitio France24.com
A finales de abril de 2020, superado el pico de su primera ola de contagio por Covid-19, Italia, uno de los países más castigados por el virus en el mundo, iniciaba por estas fechas su primera gran desescalada con el levantamiento de varias restricciones.
Entonces, la ilusión era recuperar algo de la anterior normalidad y evitar que la hecatombe económica derivara en un estallido social, ilustra el medio francés.
Un año después, en plena primavera en el hemisferio norte, esta imagen vuelve, pero sin que se sepa ya qué es la normalidad, de acuerdo con la evaluación de la prensa europea.
Las nuevas variantes del virus, en particular la inglesa, es la más frecuente en Italia.
Por eso existen en la península las denominadas “zonas rojas” en materia de coronavirus.
La salud mental, por otra parte, preocupa cada vez más a los psicólogos.
Así también vuelven a abrir sus puertas museos y centros culturales que, salvo cortos períodos, han permanecido cerrados desde el pasado otoño.
El aforo máximo permitido no puede ser superior al 50 por ciento.
Mucho pasó en 12 meses y por ello el país no afronta esta nueva etapa sin resquemores, sigue la información internacional.
Desde que empezó la pandemia, el Covid-19 se cobró la vida de 119.539 personas y contagió a casi de cuatro millones de italianos, con un promedio en el último mes —con la tercera ola aún en curso— de unos 15.000 nuevos casos al día registrados por las autoridades sanitarias, según datos oficiales.
La campaña de vacunación tampoco ha ido precisamente como se esperaba. Hasta la fecha, menos del 10 por ciento de la población (unas 5,2 millones de personas) completó el ciclo de vacunación y alrededor del 20 por ciento recibió una dosis, lo que incluye también aquellos que aún aguardan las vacunas que prevén una segunda inyección.
Así las cosas, la situación está lejos de los países que lograron alcanzar la delantera en la carrera de las vacunas y están entre los primeros por porcentaje de población ya integralmente vacunada, como Israel (57 por ciento) y Chile (32 por ciento), según datos de Our World in Data de la Universidad de Oxford.
De ahí quizá que el primer ministro italiano, Mario Draghi, dejara desde el comienzo claro que Italia sí está corriendo riesgos con esta relajación de prohibiciones, aunque estos peligros son “moderados”.
En los mismos tonos también se ha pronunciado el ministro de Salud, Roberto Speranza, quien el domingo afirmó que “ahora estamos mejor que en el pasado pero el partido aún es complicado. El Covid-19 es un enemigo insidioso”.
La decisión llega tras una semanas en las que la tensión social volvió a dispararse, con una serie de protestas de parte de los sectores más afectados por los cierres, como los comerciantes y los gastronómicos, que a su vez han sido fomentadas por una de las formaciones que han dado su apoyo al Gobierno de Draghi, la ultraderechista Liga de Matteo Salvini, junto con otro partido derechista, Hermanos de Italia, que no es parte del Ejecutivo.
Desde hace días, ambos siguen exigiendo que se levante de inmediato el toque de queda aún en vigor a partir de las 22:00 y hasta las 5 de la mañana. Y Salvini incluso ha lanzado el hashtag "#nocoprifuoco (no al toque de queda)”.
La Liga también ha puesto en marcha una recogida de firmas, que en menos de dos días ya sumaba este lunes unos 60.000 ciudadanos contrarios a la vigencia del toque de queda.
Todo eso genera idas y vuelta entre los políticos.
Los operadores turísticos se ven afectados económicamente y son otro foco de protestas.
Con este escenario como punto de partida, no ha sido anunciado cuándo se pondrá fin a la cuarentena obligatoria de cinco días para personas procedentes de países de la Unión Europea que entran en Italia.
El país autorizó, por otra parte, el suministro de cuatro vacunas (Pfizer/BioNtech, Moderna, AstraZeneca y Janssen de Johnson & Johnson) y continúa con ensayos para producir y utilizar otros fármacos, entre ellos la alemana Curevac y la rusa Sputnik V. Esta última está siendo testada por el hospital Spallanzani de Roma, como recientemente anunció su director Francesco Vaia.
Con respecto a Curevac, podría suponer una verdadera “revolución”, afirmó el científico Guido Forni.