A través de un comunicado, la familia de Madeleine Albright, la primera mujer en liderar la diplomacia en el país norteamericano y una de las mujeres más influyentes de su generación, falleció producto de un cáncer.

En éste, explicaron que pereció rodeada de sus seres queridos y que le rindieron homenaje a quien era “una amorosa madre, abuela, hermana y amiga”, y una “campeona incansable de la democracia y los derechos humanos”.

Nacida en Praga, Chevoslovaquia, en 1937, Marie Jana Korbelová (posteriormente, conocida como Madeleine Albright) era hija del diplomático Joseph Korbel, llegó cuando tenía 11 años a Estados Unidos con su familia que huía de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Regresaron a Checoslovaquia tras la Segunda Guerra Mundial, pero tuvieron que volver a escapar en 1948 luego de que los comunistas tomaran el poder; esta vez, se fueron a Denver, Estados Unidos.

Recién al convertirse en secretaria de Estado fue que descubrió que su familia era de religión judía, originariamente, pero que abrazó el catolicismo durante la gran conflagración bélica y jamás le contaron nada.

Para 1959, se graduó en Wellesley College. Trabajó como periodista y luego, estudió relaciones internacionales en la Universidad de Columbia, donde hizo una maestría en 1968 y un doctorado en 1976.

Además, trabajó para el Consejo de Seguridad Nacional durante la administración Carter y asesoró a los demócratas sobre política exterior antes de la elección de Bill Clinton, quien la nominó como embajadora estadounidense ante la ONU en 1993.

En 1996, el entonces presidente Clinton había elegido a Albright como la principal diplomática de Estados Unidos, cargo que desempeñó entre 1997 y 2001. Durante ese periodo, fue la mujer de más alto rango en la historia del país; y no estuvo en la línea de sucesión a la presidencia por ser nativa de Checoslovaquia.

En 2012, el presidente Barack Obama le había otorgado la Medalla de la Libertad, el mayor honor civil de la nación, al alegar que su vida fue una fuente de inspiración para todos los estadounidenses.

Durante su carrera, defendió la expansión de la OTAN; presionó para que la alianza interviniera en los Balcanes para detener el genocidio y la limpieza étnica; buscó reducir la proliferación de armas nucleares y defendió los derechos humanos y la democracia en todo el mundo.

Aconsejó a las mujeres “actuar con más confianza” y “hacer preguntas cuando éstas aparezcan y no esperar para preguntar”, expresó en 2010, en diálogo con HuffPost Living, lugar donde también mencionó: “Me tomó bastante tiempo desarrollar una voz, y ahora que la tengo, no voy a quedarme callada”.

Albright se mantuvo activa durante todos estos años, a pesar de su enfermedad; hace un mes atrás, había opinado sobre la guerra en Ucrania al decir que el territorio invadido “tiene derecho a su soberanía, independientemente de quiénes sean sus vecinos. En la era moderna, los grandes países lo aceptan, y así debe hacerlo Vladimir Putin”.

Este 23 de marzo, a sus 84 años, falleció debido a un cáncer. Su muerte fue anunciada a través de un comunicado de Twitter que realizó su familia.