El 24 de febrero de 2022, un año atrás, comenzó una invasión abierta y de gran escala por parte de Rusia a Ucrania que ya se ha cobrado vidas de decenas de miles de ucranianos, ha destruido gran parte de nuestro país y ha obligado a millones de ucranianos a abandonar sus hogares.

Pero la invasión de Rusia no comenzó un año atrás, sino en 2014, cuando la península de Crimea fue ocupada e incorporada a Rusia, y los militares y mercenarios rusos, fingiendo ser separatistas, establecieron su control en grandes partes de las regiones de Donetsk y Lugansk (Donbass). De todos modos, en aquel tiempo la guerra ha sido más local y no tan abierta sino “híbrida”: su principal arma ha sido la desinformación rusa, que hizo a muchos gobiernos en el mundo dudar sobre si comprometerse en el conflicto y ayudar a Ucrania a recuperar sus territorios nacionales. Así que durante ocho años estuvimos conteniendo la ofensiva de Rusia en el Donbass principalmente solos, sin ayuda casi ninguna de la comunidad internacional.

Esto hizo creer al gobierno de Vladimir Putin que si su ejército invadía nuestro territorio por completo, para terminar con nuestra soberanía y más: exterminar a nuestra etnia como tal, la comunidad internacional iba a quedarse igualmente pasiva y sordomuda, tolerando la violación de los principios básicos del derecho internacional. Tal vez esto habría sucedido, si Putin hubiera logrado implementar su plan de conquistar a nuestra capital Kyiv en 3 días.

Pero Putin no tomó en cuenta que era la gente ucraniana y su voluntad de resistir la invasión de Rusia la que pudo contener a su ejército en Donbass. Y así pasó que esta vez también era la gente simple -no tanto políticos y altos mandos militares- la que se movilizó inmediatamente en masa, la que pudo juntarse, organizarse y contrarrestar a los ocupantes.

Desde el primer día de la invasión mucha gente se ha unido voluntariamente al ejército y a los batallones de defensa local. Hoy día unos millones de hombres y mujeres están comprometidos con fuerzas de seguridad no solamente en el frente: cumpliendo con las tareas de retaguardia, de logística, de capacitación, etcétera.

Y del resto de ucranianos la mayoría ayuda a conseguir la victoria, aunque no estén involucrados en batallas directamente. Nosotros decimos que cada uno tiene una tarea -un frente- propio. No estamos esperando a que el estado nos pida ayuda, sino que nosotros mismos hacemos lo que podemos para defendernos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos y a nuestra tierra.

Miles de ucranianos han empezado a ayudar al ejército como voluntarios, suministrando medicamentos, alimentos, munición, ropa, bienes de primera necesidad, y también evacuando a la gente desde lugares más afectados por la guerra o suministrándoles todo lo que puede ser necesario para sobrevivir.

Mucha gente se organizó para patrullar calles en sus barrios, para proteger las casas y apartamentos abandonados de robos y también para capturar a apuntadores rusos que escogen objetivos para bombardeos. Y también la mayoría de la gente en el país está donando plata al ejército, a voluntarios, a hospitales, a personas en situación de extrema necesidad.

Por el momento, casi un 18 por ciento del territorio de Ucrania -unos 109 mil kilómetros cuadrados- está ocupado por Rusia. Es decir, esto es una área más grande que el territorio de la provincia argentina de Catamarca o el de las provincias de Jujuy, de Misiones y de Tucumán conjuntas.

Hay muchos políticos en países diferentes que o por falta de comprensión de la situación real o por sus intereses propios proponen a Ucrania renunciar a estos territorios ocupados y permitir a Rusia poseerlos para lograr la paz y cesar la guerra. Pero existen razones que lo hacen imposible.

Entre ellas, por supuesto, la no disposición de mi país a perder unas partes tan grandes de su territorio que han sido unas de las principales áreas agrícolas e industriales y que son pobladas por ciudadanos ucranianos, con derechos a vivir en su tierra de un modo preferido por ellos mismos que son garantizados por la Constitución de Ucrania y deben ser protegidos.

También el temor de crear caos en relaciones internacionales, mostrando que el uso de fuerza militar es un modo permisible de apoderarse de cualquier territorio deseado, perteneciente a otras naciones.

Pero no menos por saber que la anexión de parte del territorio de Ucrania no podría parar la ofensiva de Rusia -en mejor, caso sólo posponerla. Según las fuentes de información rusas, la invasión de todo el territorio nacional ucraniano y la exterminio de la etnia ucraniana es su objetivo en nuestro país-, pero a la vez es solamente una etapa primaria de un plan mucho más amplio y ambicioso.

El gobierno de Putin se ha comprometido a imponer su hegemonía en la región, apoderándose de territorios y recursos de todos países ex-soviéticos y ex-socialistas, muchos de los cuales actualmente son miembros de la Unión Europea y de la OTAN. Esto supone desestabilización y destrucción de estas últimas y también el aniquilamiento del orden mundial basado en consenso de democracias y su sustitución por regímenes totalitarios, hostiles al cumplimiento de normas internacionales y de derechos humanos.

Con el paso del tiempo, Europa, para la cual la guerra en Ucrania por su gravedad es evidentemente similar a ambas guerras mundiales, se dio cuenta de que la política agresiva e inadecuada del gobierno de Rusia, sumada a su chantaje nuclear, representa un peligro verdadero para toda la región, lo que llevó a una intensificación de la ayuda militar a Ucrania.

La desinformación de Rusia

Muchas personas se han involucrado en la resistencia informativa a la desinformación de Rusia y a la divulgación de la información verdadera. Esto sigue siendo una tarea muy importante porque Rusia sigue intentando convencer al mundo de que esté combatiendo al nazismo en Ucrania, llamando “nazis” a todos los que se consideren ucranianos y no quieran renunciar a su identidad en favor de la rusa.

Mucha gente en el mundo ya ha aprendido a verificar la información y a distinguir la desinformación. Pero, por lástima, todavía hay quienes prefieren creer lo falso e ignorar la verdad.

Muy penoso e incomprensible para nosotros ha sido el apoyo a Rusia por parte de aquellos gobiernos latinoamericanos y caribeños que se proclaman antiimperialistas. Por su posición antiamericanista, en vez de solidarizarse con nosotros en la lucha anticolonial, estos gobiernos prefieren ignorar la naturaleza imperialista de la política de Rusia y de sus intentos de colonizar a Ucrania y a otros países de nuestra región que han sido dominados por Rusia en el pasado. Ellos están divulgando vergonzosamente la desinformación rusa, que ellos mismos podrían desmentir fácilmente: como que Ucrania estuviera bajo un régimen nazi gobernante, siendo controlada por los Estados Unidos y la OTAN, y pudiera atacar a Rusia, si la última no la hubiera atacando primera, y así la invasión de Rusia sería “liberadora” para la gente de Ucrania.

Si esto fuera verdad, ¿por qué la OTAN y los EE. UU. no enviaron a sus tropas y no nos proporcionaron equipo ofensivo, como aviones de ataque, tanques y artillería de largo alcance, ni antes de la invasión, ni tampoco después de que se ha empezado? Ahora, casi un año después de la invasión, recién se envía este equipo o se está discutiendo si enviarlo.

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Desde el 24 de febrero de 2022 muchos ucranianos experimentaron, quizá, la experiencia más terrible de su vida. Ocupación, captura, tortura, asesinato, violación, pérdida de seres queridos y de hogares: todo esto causó un trauma colectivo que puede necesitar décadas para curarse.

Según un informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), editado 13 febrero pasado, desde el 24 de febrero de 2022 hasta el 12 de febrero de 2023 han sido registradas unas 18.955 bajas civiles en el país: 7.199 muertos y 11.756 heridos. ACNUDH cree que las cifras reales son considerablemente más altas. No es posible obtener toda la información en los territorios donde hay evidencias de numerosas víctimas civiles: en las actualmente ocupadas por Rusia y en donde se están produciendo intensas hostilidades. Por ejemplo, en Mariupol (región de Donetsk), Lysychansk, Popasna y Severodonetsk (región de Lugansk), en ciudades y pueblos numerosos de las regiones de Kherson y Zaporizhia.

Rusia ha provocado una crisis humanitaria y ecológica a gran escala y ha hecho que millones ucranianos se hayan visto forzados a abandonar sus hogares porque han perdido sus casas o su trabajo y ahorros, o porque no podían seguir viviendo en lugares donde existe riesgo evidente para su vida.

Según la información del Comisionado de Derechos Humanos del Parlamento ucraniano, suman unos 4,7 millones los refugiados internos registrados en Ucrania: los que se han mudado de las regiones más afectadas a las que les parecen más seguras (mayormente occidentales). Más de 14,5 millones de ucranianos se fueron del país después del 24 de febrero y al menos 11,7 millones ingresaron a los países de la Unión Europea. De ellos, unos 7,7 millones están registrados como beneficiarios de protección temporal. La vasta mayoría de ellos son mujeres, niños y hombres ancianos. En otras palabras, uno de cada cinco ucranianos se fue al extranjero.

Sin embargo, una gran cantidad de la gente regresó a Ucrania. Según datos del servicio fronterizo de Polonia, desde el comienzo de la guerra el 24 de febrero de 2022, mientras 8,031 millones de ucranianos han ingresado desde Ucrania, más de 6,219 millones partieron a su país.

Crímenes de guerra

Hasta el 22 de enero de 2023, desde el comienzo de la invasión a gran escala por parte de Rusia a Ucrania, los investigadores de la Policía Nacional de Ucrania han iniciado 59.330 procesos penales por delitos cometidos en el territorio de Ucrania por militares de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa y sus cómplices. De ellos, 47.915 delitos están bajo el art. 438 del Código Penal de Ucrania (Violación de las leyes y costumbres de la guerra).

La Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU sobre Ucrania registró numerosos crímenes cometidos por el ejército ruso, que se agrupan en dos categorías: los que atentan contra la integridad de una persona y los que afectan la infraestructura del país.

Entre los primeros se destacan -como uno de los más graves- los delitos contra niños, que incluye asesinatos, torturas, violencia, violaciones y una amplia gama de abusos sexuales.

Hasta el 17 de febrero, según la información oficial de la Oficina del Fiscal General de Ucrania y de los Fiscales de menores, más de 1.384 niños resultaron afectados como resultado de la agresión armada a gran escala de la Federación Rusa: 461 niños murieron y más de 923 resultaron heridos de diversos grados de gravedad. Además, 348 niños son considerados desaparecidos.

Estos números no son definitivos. Actualmente es imposible determinar el número exacto de niños heridos debido a las hostilidades activas y la ocupación temporal de parte del territorio de Ucrania.

Los crímenes cometidos por Rusia y su ejército durante la guerra, según afirmación de abogados, investigadores del genocidio y defensores de los derechos humanos, tienen claros signos de genocidio. Se trata de:

* Anuncios de intenciones de destruir a los ucranianos, hechos reiteradamente por el presidente Putin y representantes de las autoridades rusas: que Ucrania y los ucranianos no deben existir en el futuro, porque los ucranianos como grupo étnico “no existen”, es una nación “creada artificialmente” y aquellos que no lo creen “deben ser extinguidos”.

* Llamamientos públicos al exterminio de los ucranianos.

* Ataques dirigidos contra los sistemas de soporte vital de la población y las instituciones de atención médica de Ucrania con el objetivo de privar a las personas de electricidad, suministro de agua, comunicación, atención médica y otros medios de subsistencia. Los ataques a centrales eléctricas han empezado desde octubre: desde el inicio del período frío en Ucrania. En la mayoría de las regiones se producen cortes de electricidad diarios; en algunos casos, especialmente en ciudades y pueblos de la región de la capital Kyiv, la gente se quedaba sin electricidad durante más de 72 horas.

* Persecución y exterminio de personas con una posición pro-ucraniana en los territorios ocupados.

* Exterminio de los intelectuales: maestros, artistas, personas que son portadoras de la cultura ucraniana.

* Quema de libros ucranianos en bibliotecas, saqueo y destrucción de museos y robo intencional de artefactos que evidencian la historia antigua de los ucranianos. Es así que desde el inicio de la invasión resultaron dañadas 3.126 instituciones educativas (escuelas, jardínes de infancia, universidades), 337 de ellas fueron destruidas por completo.

* Implantación en los territorios ocupados de un sistema de educación y crianza destinado a cambiar la identidad de los niños.

* Deportación de niños sin padres a Rusia para cambiar su identidad. Según información confirmada por organizaciones internacionales, 16.207 niños fueron deportados a Rusia, muchos de ellos han sido llevados a campamentos recreativos y luego se ha suspendido su regreso a sus padres en Ucrania. En la base de las decisiones especiales a nivel del propio presidente Putin se les aplica el llamado "procedimiento facilitado" para otorgar la ciudadanía rusa, y durante el proceso de adopción y transferencia de niños a una familia de acogida, se les cambia el nombre, el apellido y otros datos personales -lo que hace difícil encontrarlos para devolver a sus padres-. A los niños deportados los someten a reeducación con el objetivo de integrarlos en el sistema de la visión de la cultura, la historia y la sociedad nacionales rusos, elaborado por el gobierno de Putin.

Las acciones militares del ejército ruso causaron graves destrozos en la economía nacional de nuestro país. Uno de cada dos empresarios ha perdido su negocio totalmente o parcialmente debido a la ocupación, los constantes ataques con cohetes y los cortes de energía. Según estimaciones del primer ministro Denys Shmyhal, la cantidad de pérdidas económicas de Ucrania por la guerra, que en junio de 2022 ascendía a 350 mil millones de dólares, aumentó a más de 700 mil millones de dólares a finales del año pasado. Expertos aseguran que la reconstrucción de Ucrania requerirá al menos de 3 a 5 años y cientos de miles de millones de dólares en inversiones. Según las estimaciones del Ministerio de Economía, el PIB de Ucrania disminuyó un 30,4 por ciento en 2022. Por un lado, es la mayor caída en la historia reciente de Ucrania, pero por otro, es significativamente menor de lo que predijeron los expertos y las instituciones internacionales.

El nivel de ingresos de los ucranianos ha disminuido significativamente desde el comienzo de la guerra. Esto se aplica a todas las esferas de la sociedad. Aquella gente que tenía ciertos ahorros y trabajo calificado comenzó a ganar significativamente menos en términos reales expresados debido a la inflación y la devaluación de la moneda ucraniana “hryvnia”, y aquellos que incluso antes de esto apenas llegaban a fines de mes, generalmente se encontraron en una situación muy difícil.

Según el Banco Mundial, el número de personas en Ucrania que viven por debajo de la línea de pobreza se ha multiplicado por diez: del 2 % a más del 25 %, y si la situación continúa, la pobreza podría aumentar al 55%.

La inflación en general se acercó al 30% en 2022 y la de los precios de alimentos y los bienes de primera necesidad y servicios superó el 50%. La “hryvnia” se devaluó casi a la mitad. Es decir, los salarios y ahorros de los ciudadanos disminuyeron considerablemente, mientras que los bienes se encarecieron en un 30-40%.

A pesar de todas las dificultades, la economía ucraniana pudo evitar los escenarios más negativos y pesimistas previstos al comienzo de la gran guerra, no solo gracias al apoyo sin precedentes de países amigos y socios. Pero también porque los ciudadanos y las empresas han aprendido a vivir en las duras condiciones de la guerra. En particular, los ucranianos se adaptaron a trabajar sin horario debido a las alarmas de aire y encontraron formas de trabajar durante largos apagones de luz, calefacción, comunicación e Internet. Muchos empresarios pudieron conseguir generadores, mucha gente pudo comprar acumuladores de diferente potencia, las autoridades de diferentes ciudades y los voluntarios instalaron numerosos puestos de ayuda donde la gente puede calentarse, conseguir agua, usar la conexión telefónica, cargar sus celulares, etc.

Es evidente que todos los crímenes mencionados son realizados por Rusia con el único propósito de aterrorizar a los civiles con los fines de reemplazar la euforia patriótica por el miedo paralizante y la desesperación; causar devastación, trauma psicológico a largo plazo; forzar el cese de la lucha. Pero esta táctica del gobierno de Putin resultó ineficiente y tuvo un efecto opuesto al deseado: nuestra gente se juntó todavía más y empezó a luchar con mayor ferocidad.

Nosotros solemos bromear que Putin ha hecho más para la consolidación de la nación ucraniana que cualquiera de nuestros presidentes durante 30 años de independencia. Hace un año atrás, solo 8 de cada 10 ucranianos se identificaban como ciudadanos de Ucrania, hoy son 10 de cada 10; un año atrás solo 3 de cada 10 ucranianos se consideraban europeos y ahora son 7 de 10. Es más, el 60% de los ucranianos no ve la posibilidad de restablecer relaciones normales con los rusos y alrededor del 20% dice que la recuperación va a tomar de 20 a 30 años.

La decisión de unirse a la OTAN antes de la invasión ha sido apoyada por un poco más de la mitad de la población y ahora, por casi el 80%, mientras que el ingreso a la UE, por más del 90%.

Hoy día el 90% de los ucranianos apoyan la prohibición de los partidos prorrusos y un poco menos -a la expulsión de la iglesia ortodoxa rusa dirigida desde Moscú, que apoya y bendice oficialmente la matanza de ucranianos-.

La mayoría de la gente apoya la “desrusificación” de nuestra cultura: desmontadura de numerosos monumentos a personalidades de la cultura rusa imperial y soviética, cambio de nombres de las calles, etc. El 80% de todos ucranianos y el 50% de la gente en las regiones de Kharkiv, Donetsk y Lugansk apoyan la prohibición de las canciones rusas en la radio y la televisión.

El 90% de los ucranianos cree en nuestro ejército y una vasta mayoría apoya la política exterior de nuestro presidente Volodymyr Zelenskyi. El 90% de los ucranianos cree en la victoria, el 80% quiere recuperar todos los territorios junto con Crimea.

Todo esto comprueba que durante la guerra los ucranianos se unieron de un modo excepcional, comenzaron a sentir su conexión con su tierra, con la tierra en la que viven, con la nación, y defender su independencia.

En los últimos días Rusia ha iniciado una nueva ofensiva en Donbass. Por el momento nuestro ejército lo contiene bien, pero entendemos que esto no será fácil. Pero nosotros no tenemos otra opción: tenemos que luchar para sobrevivir, para proteger nuestras vidas, para detener este mal y evitar que destruya millones de vidas en otros países, los valores de democracia y la paz en el mundo entero.

(* - Oleksandra Kovalyóva es investigadora académica ucraniana, doctora en Ciencias Políticas especializada en Relaciones Internacionales; experta en política exterior de países de América Latina y el Caribe; analista asociada al Centro de Estudios Globales "Estrategia XXI", en Kiev, Ucrania).