El ex vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence puso fin este sábado a su campaña presidencial, después de luchar durante meses por convencer a los votantes republicanos de que él era una mejor alternativa que Donald Trump, a quien alguna vez sirvió con una lealtad inquebrantable.

"Al pueblo estadounidense le digo: Este no es mi momento", expresó Pence a los asistentes a la conferencia de donantes de la Coalición Judía Republicana en Las Vegas.

Pence, de 64 años, rompió públicamente con Trump, arremetiendo contra el ex presidente por su papel en la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos. De hecho, apostó a que los votantes de las primarias republicanas le recompensarían por seguir la Constitución estadounidense en lugar de obedecer a Trump, que quería que anulara los resultados de las elecciones de 2020.

No obstante, la base de partidarios de Trump nunca perdonaron a Pence por supervisar la certificación de la elección del demócrata Joe Biden. Consideraron las acciones de Pence en su papel protocolar como presidente del Senado de Estados Unidos como un acto supremo de deslealtad a Trump, quien se convirtió en el favorito en la carrera por la nominación presidencial republicana

Trump consiguió una de las mayores ventajas en las encuestas de las primarias de la historia electoral de Estados Unidos. Las encuestas muestran que la mayoría de los votantes republicanos han abrazado, o no les importa, la mentira de Trump de que le robaron las elecciones de 2020 y sus posteriores esfuerzos por anular el resultado.

Pence se abstuvo de respaldar a alguien en su discurso del sábado, pero en un aparente golpe a Trump, pidió a los estadounidenses que elijan a alguien que apele a "los mejores ángeles de nuestra naturaleza" y pueda liderar con "civilidad". Tampoco logró atraer a suficientes votantes o donantes que se opongan a Trump en las primarias republicanas para sostener su candidatura, que ha languidecido en las encuestas de opinión, y tuvo problemas para recaudar dinero desde que anunció su candidatura a la Casa Blanca en junio.

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El resultado es que Pence, un hombre carente de carisma para la campaña, tenía poco efectivo en octubre y, a pesar de dedicar tiempo y recursos en Iowa, el primer estado de nominación republicana, no había logrado entusiasmar a los votantes.

Cuando su campaña hizo públicos los totales de recaudación de fondos de Pence en el tercer trimestre el 15 de octubre, su candidatura tenía una deuda de 620.000 dólares y sólo contaba con 1,2 millones de dólares en efectivo, mucho menos que varios rivales republicanos con mejores resultados e insuficiente para sostener las exigencias financieras de una carrera a la Casa Blanca.

En varias elecciones pasadas, los ex vicepresidentes que compitieron en primarias por convertirse en candidatos a la Casa Blanca tuvieron éxito, entre ellos el republicano George H.W. Bush en 1988 y el demócrata Al Gore en 2000.

Este año, Pence se enfrentaba al gigante político que es Trump, junto con otros rivales que apelaban más a los votantes y donantes de las primarias contrarios a Trump, como la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley y el gobernador de Florida Ron DeSantis.

Pence se presentó como un tradicional conservador social y fiscal, de línea dura en política exterior, pidiendo un aumento de la ayuda militar a Ucrania y recortes en el gasto de bienestar social. Pero ese tipo de republicanismo se ha visto eclipsado en la era Trump por el populismo a ultranza y el aislacionismo de "América primero".