Estados Unidos prometió “seguir moviendo cielo y tierra” para conseguir que Kiev disponga de las armas que necesita para repeler la nueva ofensiva, mientras que Moscú advirtió que ese apoyo podría extender la guerra e incluso algunos de sus voceros mencionaron la posibilidad de la hecatombe nuclear.

El secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, convocó una reunión de funcionarios de alrededor de 40 países en la base aérea Ramstein que su país posee en Alemania para prometer más armas. 

Y, de su lado, Alemania anunció que despejó el camino para la entrega de cañones antiaéreos Gepard a Ucrania.

Mientras tanto, la población civil que soporta la guerra en los puntos más golpeados de Ucrania pasa por el peor momento imaginable: la gente recolecta agua de lluvia para limpiar o lavar y espera fervientemente que terminen los combates, apunta la agencia Associated Press.

La reunión en Alemania se produce después de que el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, advirtiera en la televisión rusa que la OTAN "echa leña al fuego" con su apoyo a Ucrania, según una transcripción en el sitio web del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.

Pero también Lavrov advirtió contra provocar la Tercera Guerra Mundial y dijo que la amenaza de un conflicto nuclear “no debe subestimarse”.

El presidente ruso, Vladimir Putin, citó la expansión de la OTAN y el riesgo de que Kiev pueda unirse a la alianza como razones para su invasión.

El ministro de las Fuerzas Armadas del Reino Unido, James Heappey, rechazó las acusaciones de agresión de la OTAN y dijo que “la razón por la que hay una guerra en Ucrania en este momento es porque Rusia traspasó las fronteras de un país soberano y comenzó a invadir su territorio”.

Heappey también recordó que Rusia estaba tomando decisiones militares "poco acertadas" y regalando ventajas tácticas debido al deseo de Putin de asegurar algún tipo de victoria para el 9 de mayo, cuando Rusia marque su victoria en la Segunda Guerra Mundial.

Un alto oficial militar ruso reveló que el objetivo de Rusia es el control total del este y el sur de Ucrania, lo que le daría una franja de tierra que se encuentra entre Rusia y Crimea, que Moscú se apoderó en 2014.

Mariúpol quedó destruida por los bombardeos y feroces luchas callejeras en los últimos dos meses: la captura de la ciudad por parte de Rusia, donde se estima que unos 2000 soldados ucranianos y unos 1000 civiles se refugian en una planta siderúrgica en expansión, privaría a Ucrania de un puerto vital, ayudaría a completar el corredor terrestre a Crimea y liberaría tropas para redesplegarse en otras partes del Donbás.