El plan comenzó a perfilarse en marzo, más concreto y ambicioso conforme su víctima, la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, declaraba el estado de emergencia y adoptaba estrictas medidas para contener el coronavirus. Compraron armas y explosivos. Dibujaron mapas. Vigilaron su residencia de verano. Se reunieron en escondrijos secretos usando palabras en clave. Localizaron un zulo donde juzgarla por traición y, quizás, asesinarla, mientras otro grupo de hombres secuestraba a miembros del gobierno estatal, asaltaba el Capitolio y tomaba el poder. "¡Liberad Michigan!", decía esta primavera Donald Trump desde la Casa Blanca, animando a los ciudadanos a levantarse contra sus gobiernos.

El plan de algunos miembros de la milicia ultraderechista Wolverine Watchman era tan ambicioso que necesitaba captar más miembros: al menos "200 hombres". Querían actuar antes de las elecciones de noviembre. La infiltración de un agente del FBI entre sus filas permitió ayer a las autoridades de EE.UU. desbaratar estos planes y detener a 13 personas, acusadas de conspirar para el secuestro y posible asesinato de Whitmer. Los individuos, todos hombres, se arriesgan a una pena de cadena perpetua, informo el diario La Vanguardia.

"Cuando juré mi cargo sobre la Biblia hace 22 meses sabía que este trabajo sería difícil, pero no pude imaginar algo así", declaró la gobernadora tras conocerse los cargos contra los individuos, a los que calificó de "enfermos". "El odio, el fanatismo y la violencia no tienen lugar en el gran estado de Michigan", enfatizó Whitmer, madre de dos hijas adolescentes, que en mayo reveló que había funcionarios que iban a trabajar con chaleco antibalas por miedo a sufrir ataques.

Desde noviembre del 2018, el estado de Michigan está en manos de mujeres, todas demócratas. Ese año fueron elegidas Whitmer, la fiscal general, Dana Nessel, y la secretaria de Estado, cargo equivalente a una consejera de Interior, Jocelyn Benson, todas menores de 50 años. Pero la anomalía de tener un estado en manos de mujeres progresistas no ha sido del gusto de los sectores más ricos en testosterona de este estado del Medio Oeste, como esta corresponsal comprobó sobre el terreno la semana pasada.

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De acuerdo con el artículo de La Vanguardia, la admiración y el entusiasmo que Whitmer suscita entre muchos votantes y en especial, las mujeres y jóvenes demócratas (se venden camisetas con el lema Esa mujer de Michigan , como la llama despreciativamente Trump), choca con un odio visceral en otros sectores de la población y no es extraño encontrarse con carteles que la señalan como "la peor gobernadora de EEUU" junto a los de apoyo a Trump.

Esta primavera, miles de personas, algunas de ellas fuertemente armadas, se manifestaron frente a la sede del gobierno en Michigan para exigir el final de las restricciones. Algunos incluso entraron en el Capitolio estatal portando armas de fuego, algo legal en el estado.

La milicia Wolverine Watchmen estaba en el punto de mira del FBI desde marzo, cuando varios de sus miembros intentaron conseguir las direcciones particulares de varios agentes locales con el fin de atacarlos. En principio iba a actuar en julio y trataron de formar un grupo nuevo paramilitar para llevar a cabo sus planes. El FBI contaba con informantes e infiltrados. "Hablaban fe asesinar a 'tiranos' o 'coger' a la gobernadora", alertó uno de ellos.

En verano empezaron a entrenarse para atacar la casa de verano de la gobernadora en el lago Michigan. Los planes se aplazaron a octubre. Pretendían abducirla y llevarla a un lugar secreto mientras se hacían con el control de los mandos del estado, según la denuncia, que afirma que querían "instigar una guerra civil". Agentes estatales y del FBI registraron ayer varias viviendas dentro y fuera de Michigan y procedieron a realizar 13 detenciones.

De acuerdo con los investigadores, pertenecían al movimiento de extrema derecha Boogaloo, una corriente de aceleracionistas que busca provocar una segunda guerra civil en el país (a sus miembros se les reconoce porque usan camisas hawaianas). "Este intento de conseguir un alzamiento nacional es algo que debería preocuparnos a todos porque no es solo un problema de Michigan, es un problema de todo Estados Unidos", declaró anoche la fiscal general en la radio pública NPR. Los detenidos, explicó, pertenecían a Wolverine Watchmen pero "hay múltiples grupos de supremacismo blanco y milicias que actúan de forma concertada", dijo Nessel.

Whitmer, que agradeció a los agentes "que arriesgaron su vida para defender" la de su familia, no pasó por alto la responsabilidad del presidente Trump en la revuelta social contra restricciones contra la Covid-19. "Nuestro jefe de Estado se ha pasado los últimos 7 meses negando la ciencia, ignorando a los expertos en salud, fomentando desconfianza e ira y animando a los que propagan miedo", criticó la gobernadora, recordando que la semana pasada Trump declinó la oportunidad de condenar el supremacismo blanco. "Los grupos de odio entendieron las palabras del presidente no como un rechazo sino como una llamada a la acción".

Los muros de las oficinas del Partido Demócrata en Monroe, una ciudad al sur de Detroit muy castigada por el declive de la industria del automóvil, están decorados con fotografías de las mujeres al frente de Michigan: la gobernadora Whitmer, la fiscal general y la secretaria de Estado, junto a la del vicegobernador, el afroamericano Garlin Gilchrist. "Uno de los dos escaños en el Senado lo ocupa también una mujer", comentaba con orgullo hace unos días Gloria, una voluntaria de 73 años. "¿Que qué me parece que el estado esté gobernado por mujeres? Me encanta. Las he visto en reuniones del partido y son mujeres muy fuertes". Demasiado para algunos.