Muy complejo es el panorama que se les presenta a los peruanos en la segunda vuelta electoral del domingo próximo cuando deban decidir si votar por Keiko Fujimori o por Pedro Castillo, cuyos proyectos antagónicos no responden directamente a los tres grandes temores que tiene la población: la pandemia del Covid-19, que causó estragos en la clase media; la aguda recesión que hizo aumentar la pobreza, y el rebrote terrorista en zona rurales.

De modo que la estrategia electoral de exacerbación de los miedos hacia el contrario, que ya venía marcando esta campaña aunque referida al modelo ideológico en disputa, con la nueva tensión que apareció la semana pasada, cuando supuestos remanentes de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso asesinaron a 16 personas en un valle cocalero, incorporó tales reminiscencias de las dos décadas de violencia armada, entre 1980 y 2000.  

Cada vez más, a medida que se acerca el momento del sufragio, crece el dilema de a quién elegir como "el mal menor".

La incertidumbre que ha generado la amenaza de que el país siga el camino de Venezuela si gana Castillo o de que se continúe beneficiando a los mismos sectores económicos si gana Keiko, perpetuando el círculo vicioso de la desigualdad, viene flotando sobre el electorado desde la primera vuelta realizada hace 60 días, que consagró a Pedro Castillo como primera minoría.

La preocupación, en todo caso, se anida ahora en la clase media, según los analistas, ya que sienten que si gana Castillo los ricos se irán de Perú y los pobres serán los beneficiados en un gobierno socialista-comunista, según publica RFI.

En los papeles, la coalición derechista defiende el libre mercado, lo que despierta simpatías entre los empresarios y las familias acomodadas, mientras la contraparte izquierdista atrae el apoyo a los pobres, muchos de ellos alguna vez votantes del fujimorismo. O sea que ninguno parece ser su candidato natural.

Castillo y Keiko acortaron distancias pero gane quien gane el próximo gobierno será populista y conservador

Los números reales de la recesión y la pandemia

La realidad es que la actividad económica peruana estuvo semiparalizada el año pasado por una cuarentena nacional de más de 100 días y el PIB cayó 11,12%, lo cual principalmente castigó el empleo informal, la precariedad del sistema de salud pública y generó incertidumbre en el sistema de pensiones.

La pobreza creció 10 puntos porcentuales en 2020. Tres millones de nuevos pobres es un retroceso de una década en avance económico, pero la clase media cayó de 46% en 2019 a 34% en 2020, de acuerdo con un despacho de AFP que reproduce lo dicho por el columnista del diario La República, Augusto Álvarez Rodrich.

El deterioro de la política sanitaria quedó al desnudo con el abordaje de la pandemia, que se percibía deficiente, pero las cifras corregidas mostraron crudamente que causaron estragos en la clase media. La escasez de vacunas fue notoria en la emergencia.

Tras el cambio de metodología, el Gobierno peruano reportó 180.764 fallecimientos por coronavirus frente a los alrededor de 68.000 que habían sido anunciados hasta ahora. Cerca del triple.

Es decir que la pandemia no sólo deterioró la economía, sino que también convierte a Perú en el país con la mayor tasa de mortalidad por Covid-19 en el mundo: 5.484 por millón de habitantes, según un recuento de la AFP en base a datos oficiales.