El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, expuso desde la Casa Blanca una política de tres frentes ante la toma del control de Damasco, la capital, por parte de las fuerzas de la oposición en Siria, advirtiendo contra cualquier amenaza extremista. Bashar al-Assad abandonó Siria y dimitió como presidente del país, al tiempo que pidió un traspaso pacífico del poder, según informó el ministerio de Asuntos Exteriores ruso en un comunicado.

Hablando desde la Sala Roosevelt de la Casa Blanca, Biden afirmó que su administración ayudará a los socios de los Estados Unidos en la región, incluidos Jordania, el Líbano, Irak e Israel, a defenderse de posibles amenazas en su contra "durante este periodo de transición". En segundo lugar, aseguró, Estados Unidos ayudará a garantizar la estabilidad "en el este de Siria, protegiendo a cualquier personal contra cualquier amenaza", y mantendrá la misión estadounidense contra el grupo extremista conocido como Estado Islámico de Irak y Siria (EI). "Tenemos claro que el EI intentará aprovechar cualquier vacío para restablecer sus capacidades y crear un refugio seguro. No dejaremos que eso ocurra", advirtió Biden.

En tercer lugar, Estados Unidos "se comprometerá con todos los grupos sirios, incluso dentro del proceso dirigido por las Naciones Unidas, para establecer una transición lejos" del gobierno de Assad. 

Trump, claro y contundente

Donald Trump, el presidente entrante que asumirá el cargo el 20 de enero, también reaccionó a la rápida evolución de la situación en Siria, pidiendo un enfoque de no intervención por parte de Estados Unidos, según informaciones de la agencia de noticias Xinhua. "En cualquier caso, Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo, y Estados Unidos debería tener nada que ver con ella. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que se desarrolle. o se involucren", escribió Trump en Truth Social el sábado por la mañana.