Este jueves, cientos de personas llenaron el Shiloh Temple International Ministries de Minneapolis para dar un emotivo y político adiós a Daunte Wright, el joven afroestadounidense de 20 años que murió durante un operativo policial el pasado 11 de abril, en un retén de tráfico. 

Con música góspel despidieron a Wright, padre de un niño de dos años. Aquel yacía en un ataúd blanco rodeado de rosas rojas. Al funeral, asistieron amigos, familiares, líderes civiles y representantes públicos. 

Algunos de estos últimos fueron, por ejemplo, el gobernador de Minnesota, Tim Walz; la senadora del mismo estado Amy Klobuchar y la congresista Ilhan Omar. Esta representante a la Cámara le entregó a la madre de Wright la bandera que ondeó en el capitolio en honor a su hijo. Los tres políticos señalaron el racismo como un problema sistémico del país y prometieron trabajar para erradicarlo. 

Los familiares de otras víctimas afroamericanas también atendieron al acto.  Allí estuvieron la madre de Philando Castile, la familia de Emmett Till, la pareja de Breonna Taylor y parientes de George Floyd. El caso de Wright tiene algunas similitudes con lo que le ocurrió a Floyd. Pues ambos murieron en el mismo estado y a manos de la policía. 

El 11 de abril, la ahora expolicía Potter paró el coche de Daunte Wright en un retén de tráfico rutinario. Cuando los agentes identificaron al afroamericano de 20 años vieron que tenía una orden de arresto pendiente y quisieron detenerle. El joven entró al coche y se le zafó de las manos a los uniformados. Los agentes intentaron detenerle y la oficial Potter le disparó mortalmente.  

Potter renunció al cuerpo de policía y actualmente afronta el cargo de homicidio en segundo grado. Tanto ella como el exjefe de policía Tim Gannon, quien también dimitió del cargo tras el incidente, alegan que la agente quiso usar el táser en lugar de la pistola y que los disparos fueron accidentales. Wright murió al instante.