Un tribunal de Fránkfurt, Alemania, condenó a cárcel de por vida a Taha al-Jumailly, un miembro del grupo yihadista Estado Islámico que dejó morir de sed a una niña yazidí a la que había esclavizado en el norte de Irak.

Es el primer veredicto en el orden mundial que reconoce el genocidio a esa minoría, destaca el sitio France24.com 

Taha al-Jumailly, un iraquí de 29 años, fue declarado culpable de genocidio, crímenes contra la humanidad y tráfico de personas. 

El juez Christoph Koller también consideró probado que el acusado asesinó a una niña yazidí de cinco años, a quien encadenó a una ventana, dejándola morir de sed en un calor abrasador en 2015.

Previo a eso, la había esclavizado en el norte de Irak. El abogado del acusado había intentado probar que fue un accidente. 

Al-Jumailly, quien ingresó al tribunal cubriéndose la cara con una carpeta de archivos, perdió el conocimiento después de que el tribunal dictaminó la sentencia.

Además de tener que cumplir una cadena perpetua, deberá pagar a la madre de la niña una indemnización de 50.000 euros.

Meike Olszak, experta en derecho internacional de Amnistía Internacional, dijo que "el fallo marca la primera confirmación mundial por parte de un tribunal de que los crímenes del Estado Islámico contra el grupo religioso Yazidí son un genocidio".

Por su parte, el vicepresidente de la Comunidad Kurda de Alemania (KGD), Mehmet Tanriverdi, declaró en un comunicado difundido por la organización que "la sentencia debe ser entendida como signo contra el terror y sus partidarios". 

A finales de octubre, la alemana Jennifer W., esposa del condenado, fue sentenciada en Múnich a diez años de cárcel por negarse a ayudar a la pequeña y por participar en la esclavitud de la niña yazidí y su madre.

Al-Jumailly fue arrestado en Grecia en 2019 y extraditado a Alemania.

Sin embargo, el juicio comenzó en 2020, en virtud del principio de justicia universal. 

Esto, porque ni el perpetrador ni la víctima son ciudadanos alemanes.

La madre de la niña, Nora T, y los familiares de los yazidíes asesinados declararon como testigos de los vejámenes por los que se le acusó a Al-Jumailly. 

Los hechos ocurrieron en verano de 2015 en Faluya, Irak. En ese entonces, esa ciudad estaba controlada por el autodenominado Estado Islámico (EI), el grupo yihadista que se apoderó de grandes extensiones de Irak y Siria en 2014, hasta que fue derrocado por contraofensivas respaldadas por los Estados Unidos. 

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el EI participó en la masacre de más de 3.000 yazidíes y esclavizó a 7.000 mujeres y niños pertenecientes al grupo religioso de habla kurda entre 2014 y 2015, muchos de los que aun continúan en condición de desaparecidos.

La misma organización los culpa de los desplazamientos de la mayor parte de la comunidad yazidí, de 550.000 miembros.

Los yazidíes son una antigua minoría religiosa en el este de Siria y el noroeste de Irak.

Su fe incluye una mezcla de creencias zoroástricas, cristianas,maniqueas, judías y musulmanas.

El Estado Islámico los consideraba adoradores del diablo.