A mediados del siglo pasado, la Guerra Fría entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética marcó el arranque de la denominada carrera espacial y a partir de ese momento también se inició la contaminación del espacio exterior. Actualmente, de los cerca de 20 mil satélites que hay en órbita, casi el 70% no cumplen ninguna función y son considerados chatarra espacial.

Hace casi un año, en mayo de 2021, el mundo estaba en vilo a lo que fuera a suceder con el cohete chino Long March 5B: el bólido fuera de control había ingresado a la atmósfera y podía caer en cualquier lugar de la Tierra. Finalmente, el objeto de 18 toneladas se desintegró sobre el Océano Índico.

Sin embargo, el caso del cohete chino no es un hecho raro, ya que en el espacio exterior hay miles de objetos sin uso y en órbita que a diario entran a la atmósfera. Lo que sí es inusual es que caigan en zonas terrestres.

"Es común que estén reingresando objetos desde el espacio", señaló a NA la doctora Walkiria Schulz, profesora asociada de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba.

Actualmente, hay 19.131 satélites orbitando fuera de la atmósfera terrestre, número que puede explicarse también por cierta "democratización" en el desarrollo satelital.

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Sin embargo, sólo 5.619 cumplen algún tipo de función: el resto, 13.036, son chatarra espacial. Ése término se utiliza para definir a todo objeto en órbita terrestre que fue producido por el ser humano y que se encuentra fuera de funcionamiento, incluidos fragmentos y piezas que los componen, como por ejemplo, etapas superiores de lanzadores, adaptadores para el transporte de varios satélites, fragmentos generados por explosiones o colisiones, derrame de combustibles sólidos o inclusive partículas de pintura.

"Cada vez que se lanza un satélite va dentro de un cohete que tiene varias etapas y que quedan en órbita, pero sin ningún tipo de utilidad", precisó la directora de la Maestría Aeroespacial de la casa de altos estudios cordobesa. Toda esa basura dando vueltas por el espacio puede generar inconvenientes: "Ha habido choques en el espacio, pero son muy pocos los registrados", añadió la especialista, de origen brasileño, pero afincada hace varios años en la Argentina.

Uno de los motivos que hace que se genere chatarra espacial es la falta de planificación: para hacer que un objeto reingrese a la atmósfera y se destruya, debe destinarse un resto de combustible para provocar un cambio en la órbita del satélite, algo que no suele tenerse en cuenta en las misiones espaciales. 

"No todas las misiones espaciales tuvieron la planificación de poder controlar el reingreso", advirtió Schulz, quien indicó que "hay una red de monitoreo de esos objetos que observan y catalogan lo que está en el espacio".

La Argentina cuenta con varios antecedentes de chatarra espacial caída en su territorio. Tal vez el episodio más destacado haya ocurrido en la madrugada del 7 de febrero de 1991, cuando la estación espacial soviética Salyut 7 se desintegró tras entrar a la atmósfera y sus fragmentos cayeron en diversos lugares como  San Juan, Santa Fe, Entre Ríos, y Chubut, entre otros puntos. La pieza más grande de aquel cilindro de acero y aluminio terminó en el patio de una vivienda humilde del distrito de Capitán Bermúdez, cerca de Rosario.  

Durante el año pasado se registró un total de 26 reingresos de objetos espaciales a la atmósfera: en lo que va de este año, ya suman dos, de acuerdo a los datos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Cuando la ciencia y el progreso contaminan, el riesgo de ser golpeado por una chatarra espacial está siempre latente.