Después de un año y diez meses oculto en un departamento de la calle Torrelaguna, en Madrid, donde permanecía "totalmente enclaustrado, sin salir al exterior ni asomarse a la ventana, y siempre protegido por personas de confianza", Hugo Armando Carvajal fue arrestado y trasladado a la comisaría por el Grupo II de Fugitivos de la UDYCO, en una operación conjunta con la DEA americana.

La policía madrileña dio a conocer un breve comunicado, acompañado de un vídeo, en el que se ve a un hombre de 61 años con ropa de andar por casa, la cara frente a la estantería y las manos a la espalda.

Cuesta asociar esa imagen desvaída a la del militar venezolano, otrora de la máxima confianza de Hugo Chávez, que concentraba un enorme poder y, sobre todo, una cantidad de información que se presume está en condiciones de revelar.

Tal es así que Estados Unidos ofrecía diez millones de dólares por su paradero, desde que se fugara en 2019, lo que lo convirtió en uno de los fugitivos más buscados por la Administración de Control de Drogas (DEA).

Carvajal llegó a España procedente de Venezuela y, según siempre insistieron desde su entorno, al pie de la escalerilla del avión lo esperaba un agente de la inteligencia española.

Nunca estuvo claro si actuaba por amistad personal o con aval oficial. Lo que sí se han esforzado en defender los suyos es que tenía intención de colaborar a cambio de protección, publica ABC en un informe sobre el caso.

De hecho, en 2019 pidió asilo, que le fue negado, pues había declarado su apoyo a Juan Guaidó y era consciente de que no sería bienvenido si decidía regresar a Venezuela.

No obstante, formaba parte de un plan preconcebido, ya que tanto su exmujer como su familia actual se habían afincado en Madrid cuando dio el paso de cruzar el océano. Pero la acogida no fue como él esperaba.

Estados Unidos cursó orden de extradición a España por delitos de narcoterrorismo y Carvajal fue detenido por orden de la Audiencia Nacional para un proceso durante el que hubo de permanecer en prisión provisional por riesgo de fuga, de acuerdo con el diario español.

Se trató, al fin y al cabo, del máximo exponente de la inteligencia venezolana, quien había llegado hasta España bajo otra identidad y tenía red de apoyo en distintos países del mundo.

Hasta el comisario José Manuel Villarejo se le acercó en prisión y de hecho, durante un breve lapso de tiempo incluso compartieron abogado. Aquello no llegó a buen puerto.

Persecución política

En una primera resolución, la Sección Tercera de la Sala de lo Penal rechazó su entrega y calificó su situación en términos de persecución política, dejándole en libertad.

Pero la Fiscalía Antidroga recurrió y el Pleno acabó revocando la resolución en noviembre de 2019. Habría entrega.

Carvajal se enteró por la prensa un sábado y antes de que aquel fallo le fuese notificado. Publicó incluso un mensaje en redes sociales en el que decía que sus abogados no tenían noticia del tema.

Distintas fuentes consultadas por ABC a lo largo de este año y diez meses oculto le situaban en lugares diversos.

Unos señalaban que estaba bajo protección de un jerarca chavista afincado en Italia. Otros le ubicaban en alguno de los inmuebles que familiares y personas de su confianza habían ido adquiriendo en la zona norte de Madrid.

Algunos al otro lado del Atlántico decían que estaba negociando su entrega. Ese rumor sonaba con fuerza en las últimas semanas. 

El pasado 24 de mayo, Carvajal publicó un comunicado en el que denunciaba que tanto la Audiencia Nacional como el Estado habían cometido "graves irregularidades" en su contra.

Desde su entorno familiar se decían dispuestos a destaparlas porque se consideran todos víctimas del deseo de EEUU de conseguir información. Su diplomacia, como respuesta, reavivó aquel día la recompensa.

La semana pasada se asomó de nuevo a Twitter, esta vez, para criticar a Álvaro Uribe con otra nota que no tuvo la repercusión de la primera.