La periodista Carolina Amoroso aseguró que su cobertura de la guerra en Ucrania en la que estuvo por mas de dos semanas "ha sido una experiencia transformadora"  y sostuvo que "ningún dolor humano nos queda tan lejos como para que no nos importe nada".

La reconocida periodista expresó estas ideas en su columna editorial del programa "3 Hemisferios" por Radio Rivadavia (AM 630).

En ella, mencionó que “ha sido una experiencia transformadora para mí, pero quizá una experiencia que ha ratificado la razón por la que hago el periodismo que hago. Y quizá llegue al corazón de ustedes decirles esto: ningún dolor humano nos queda tan lejos como para que no nos importe nada”.

Ucrania tiene que importarnos, tenemos que seguir hablando de esto y de las tantas vidas sangrantes en este mundo que, les digo la verdad, cuando uno le ve la cara más horrible (nos toca a todos los que quizá tenemos la oportunidad de aproximarnos a estas caras del horror), uno empieza a pensar que aquellas cosas que creía que estaban saldadas, que habían quedado atrás en la historia, que les habían pasado a nuestros abuelos… bueno, pues, siguen sucediendo”, agregó.

“Y es injusto, te enfurecen y te quitan la fe en la humanidad, pero también ratifica un propósito: no importa cuán sucio esté todo, siempre se puede dejar un poco más limpia la sala; siempre se puede hacer un poco mejor las cosas para que todo esto que es muy, muy injusto, muy aberrante, deje de suceder”, continuó.

Asimismo, la periodista contó cómo fue su experiencia en el territorio atacado por las fuerzas rusas: “Viajé a Ucrania la mañana después de la invasión. Esa noche había estado despierta prácticamente toda la noche, porque había dormido dos horas, porque habíamos dado en vivo la noticia. Lo que parecía impensado sucedió. E impensado lo digo, habiendo hablado con muchas fuentes en Ucrania. Parecía impensado un ataque de esta magnitud, un objetivo claro en la capital, en Kiev, con todo lo que eso simboliza”.

“Y después de eso, viajé. Primero hacia la frontera con Polonia, porque fue a través de Polonia como entramos, y me encontré también con el dolor del pueblo polaco. Y con el horror que se actualizaba y se renovaba, porque también el pueblo polaco ha sufrido dolores que no tienen nombre, porque no tienen denominación. Y este horror actualiza también el dolor del pueblo polaco y esa sensación de espejo, el terror con su pueblo hermano, Ucrania”, añadió.

“Vi de cerca el peregrinar el éxodo de las mujeres solas, mujeres de mi generación, muy jóvenes que tuvieron que dejar atrás a los padres de familia, a sus amores, que tratan de juntar la poca fortaleza que quedaba y los pocos petates que se pueden llevar en un camino tortuoso y extenuante como ese para llevar a sus hijos a sitios seguros”, continuó.

“Alguna vez alguien me dijo: ‘¿Cuántas historias más de refugiados vas a contar?’, y bueno, la respuesta ahora sería ‘Unas tres millones más’, me están faltando unas tres millones más. La verdad es que el destierro es una forma de tortura atroz. Y el éxodo es eso: el testimonio viviente de la atrocidad, del horror, de la crueldad, del sadismo, de una humanidad que nos hace ya no creer en nada”, aseguró.

Y contundente, añadió: “Iba a escribir algo, y todo esto está saliendo caótico porque decidí hablarles con el corazón: la verdad que Ucrania duele, pero también duele que se multiplique por tantas otras tierras de nadie, tierras diezmadas. Hablemos más de esto, hablemos de esto. No hay nada que importe mucho más que esto. A veces estamos tan atravesados por la conversación chiquita, cosita mezquina, la minucia, y no nos damos cuenta que eso convierte a nuestras vidas en viditas”.

Por último, mencionó que “tenemos que estar a la altura de un tiempo histórico que tiene una cara horrible, que tiene un mundo bailando en muchos rincones de nuestro planeta al son de autócratas, a la melodía de los tiranos”.

“No hay nada más para decir, no hay nada más importante que eso”, concluyó.