En vísperas de la jornada bautizada "Freedom Day", que inicialmente se había previsto para el 21 de junio pero se aplazó para avanzar la vacunación, el premier británico, Boris Johnson, dio marcha atrás a su decisión de ignorar la cuarentena, a pesar del positivo confirmado el pasado sábado por su ministro de Salud, Sajid Javid, y hará la cuarentena, al igual que el ministro de Finanzas, Rishi Sunak, ambos registrados como contactos directos con el titular de Salud.

La furia que provocó en primera instancia el desconocimiento de la situación por parte de los funcionarios y la denuncia de la oposición de que el gobierno "está por encima de la ley" determinaron que Downing Street diera a conocer dos horas más tarde, finalmente, que ambos cumplirán con su periodo de aislamiento.

De todos modos, el anuncio del "freedom day" se mantendrá aunque acompañado de un mensaje de moderación, ya que se produce en medio de una preocupación ante la disparada de contagios por la variante Delta

Al ser esta la última etapa de un largo y lento desconfinamiento iniciado en marzo, se levantará la consigna del teletrabajo, se podrán reabrir los locales de ocio nocturno, y los teatros y estadios recibirán aforo completo.

En la conferencia de prensa donde Johnson había ratificado el 18 de julio para el levantamiento de las restricciones, incluyendo la obligación de utilizar mascarilla o el distanciamiento social, apeló a la "responsabilidad individual" y previno que habría que acostumbrarse a convivir con el virus.

Sobre el particular, el asesor del Gobierno británico, Neil Ferguson, advirtió en  declaraciones a la cadena BBC que es "casi inevitable" que el país acabe registrando 100.000 contagios y 1.000 hospitalizaciones diarias por coronavirus como consecuencia de la propagación de la contagiosa variante Delta y la reapertura del país que comienza el lunes 18.

Punto extremo

El país registra aproximadamente la mitad de esos números, si bien los expertos avisan que esta nueva ola todavía no llegó a su punto extremo.

Así fue como tanto Johnson como su ministro de Finanzas, Rishi Sunak, registrados oficialmente como "contactos" del ministro Javid, tenían en principio intención de participar en un llamado "programa piloto" que les permitiría trabajar con cierta normalidad, aunque bajo supervisión.

Las reacciones adversas los hicieron recapacitar, máxime ante una creciente presión de una parte del Partido Conservador que empujó al gobierno a la reapertura total, apoyándose en su exitosa campaña de vacunación, de acuerdo con la cual dos tercios de los 55 millones de adultos recibieron ya dos dosis y las vacunas se mostraron eficaces contra el grueso de hospitalizaciones y muertes.

De manera que, luego de la marcha atrás en su negativa, Johnson "continuará llevado adelante reuniones con los ministros a distancia", desde la residencia campestre de los jefes de gobierno británicos en Chequers, en el noroeste de Londres.

El Reino Unido es uno de los países de Europa más afectados por el Covid-19, con más de 128.000 muertos, y los contagios aumentan desde hace semanas, superando 54.000 casos diarios el sábado.

Su economía se vio duramente golpeada por los sucesivos confinamientos, con una caída de casi 10% del PIB en 2020. Y el Estado lleva gastados más de 400.000 millones de libras (554.000 millones de dólares, 468.000 millones de euros) para amortiguar el golpe, a costa de un déficit público récord.