La aviación de los Estados Unidos atacó territorio sirio y produjo 17 víctimas fatales entre tropas respaldadas por Irán, reportan medios informativos internacionales.

El ataque aéreo fue confirmado por el Pentágono.

En materia de estadísticas, se trata del primer bombardeo de los Estados Unidos en aquella región ordenado por el demócrata Joe Biden, tras su posesión presidencial hace poco más de un mes.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres y una amplia red de colaboradores en el terreno, indicó que al menos 22 combatientes de las Fuerzas de Movilización Popular, un grupo iraquí, en su mayoría chiítas respaldados por Teherán, murieron en ese ataque perpetrado por Washington.

El Pentágono indicó un día antes que la operación se produjo en respuesta a un ataque con cohetes en Iraq a principios de este mes que mató a un contratista civil e hirió a un miembro del servicio estadounidense y a miembros de otras tropas de la coalición.

"Confío en el objetivo que perseguimos, sabemos lo que acertamos", dijo el secretario de Defensa Lloyd Austin poco después de que se llevara a cabo el operativo, cita France24.com

La prensa estadounidense, mientras tanto, reporta que la decisión de Biden de atacar en Siria no parece indicar una intención de ampliar la participación militar de su país en la región, sino más bien demostrar una voluntad de defender a las tropas de EE. UU. en Irak.

"Hemos actuado de una manera deliberada con el objetivo de desescalar la situación general tanto en el este de Siria y en Irak", explicó el portavoz del Pentágono, John Kirby, en un comunicado. 

Según las autoridades estadounidenses, la acción militar destruyó varias de las instalaciones que pertenecían a las milicias de Hezbolá y de Sayyid al-Shuhada. 

El Pentágono describió la actuación como "proporcionada": "Se llevó a cabo junto con medidas diplomáticas, incluyendo una consulta con el resto de la Coalición. La operación manda un mensaje sin ambiguedades: el presidente Joe Biden actuará para proteger al personal estadounidense y de la Coalición"

Desde que, en enero de 2020, los Estados Unidos atacaron y asesinaron al comandante iraní Qassem Soleimani a través de un bombardeo selectivo en Bagdad, un hecho que fue criticado por las fuerzas políticas iraquíes y las milicias proiraníes en Irak, los ataques a instalaciones estadounidenses en Irak han ido en aumento. 

El 15 de febrero, varias personas murieron en la localidad de Erbil, entre ellas un soldado estadounidense y un contratista que hacía trabajos para la coalición internacional en Irak, tras el impacto de varios cohetes.

De acuerdo con la publicación británica ‘The Guardian’, un grupo de milicias chiítas poco conocido se atribuyó la autoría de esos ataques. 

Posteriormente, el 22 de febrero, la embajada de los Estados Unidos en Irak fue blanco de dos misiles tipo ‘Katiusha’ que impactaron en el exterior de la infraestructura, en plena Zona Verde.

Los ataques en la Zona Verde son frecuentemente realizados por grupos armados poco conocidos.

No obstante, Washington acusa directamente a Kataib Hezbolá, una milicia iraquí financiada directamente por Irán, calificada por los Estados Unidos como una organización terrorista.