Desde hace meses, Italia sufre la peor escasez de agua en los ríos más importantes del país debido al efecto de la escasez de lluvia y el cambio climático.

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Se trata de el Tevere, el río que atraviesa la ciudad eterna de Roma y que llama la atención por su bajo nivel y el avance de las algas. Pero aún más impactante y alarmante es la situación del río Po, el más grande e importante de Italia, que sufre la peor sequía en 70 años. 

“La situación es cada vez más dramática!”, advirtió Meuccio Barselli, secretario general de la Autoritá di Bacino Distrettuale del Fiume Po, ente público que monitorea la cuenca del mayor río de Italia. 

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Además, Meuccio afirmó que se trata de la quinta crisis que se da en la cuenca del Po en los últimos 20 años y sin dudas, la más grave por la combinación explosiva de diversos factores: falta de lluvias, falta de nieve en los Alpes y aumento de las temperaturas, las cuales son muy superiores a lo normal en esta época.

De 652 kilómetros, el Po, que en otros tiempos era famoso por su inmenso caudal de agua que incluso solía dar miedo por su irruencia y que era llamado el “Gran Río”, hoy en muchas partes se ha reducido a tan solo unos hilos de agua. Su nivel está a casi tres metros por debajo de lo normal y su caudal se ha reducido casi en un quinto con respecto al promedio de este período. El Po luce ahora en algunas zonas como un verdadero desierto de arena, ramas secas, tierra resquebrajada y plantas muertas. 

Racionamiento del agua

Desde diversas empresas que adhieren a Utilitalia, asociación que reúne a gestores de acueductos, pidieron comenzar con un racionamiento del agua en 125 localidades del valle del Po. La idea es cortar la erogación de agua potable en horarios nocturnos en 100 comunas de la región del Piamonte y en 25 de la provincia de Bérgamo, en Lombardía. 

“La nieve en los Alpes de Piamonte y Lombardía se ha agotado totalmente”, indicó el boletín del ente que monitorea el Po, que destacó que, si bien glaciares y otras fuentes de agua ubicadas en localidades de montaña lograron ayudar en mayo a paliar el desastre, en los próximos meses habrá un empeoramiento de la situación porque se incrementará la demanda de agua para usos agrícolas e industriales y ya no hay reservas disponibles.

“En algunos territorios no llueve desde hace 110 días y en algunas comunas ya están funcionando camiones cisterna”, advirtió Berselli, que destacó que los temporales aislados que hubo días atrás en algunas zonas tampoco sirvieron para cambiar un panorama a todas luces negro.

Además, las últimas precipitaciones no fueron suficientes para combatir la sequía, debido a que las temperaturas actuales son típicas de pleno verano y la primera ola de calor ha llevado el termómetro a niveles récord para este período, con promedios superiores a +¾. Otros de los datos también preocupantes es la cada vez mayor “intrusión marina” o “cuña salina”, es decir, el movimiento del agua de mar Adriático, salada, hacia el delta del Po. Este se encuentra en niveles de entre 15 y 20 kilómetros, algo que amenaza con contaminar las aguas subterráneas y un fenómeno invisible que puede trastocar el equilibrio del delta del río.

“La situación es absolutamente dramática. En este momento es necesaria muchísima agua porque en la cuenca del Po se produce el 40% del PBI nacional en agricultura”, alertó Meuccio, e insistió en la necesidad de pasar a un sistema de cultivo distinto, menos hidro-exigente, de reforzar la depuración del agua, es decir, de pasar a reutilizar más veces el agua.

Según la CIA (Confederación Italiana de Agricultores), la sequía actual determinará una reducción de entre un 30 y un 40% de la producción orto-frutícola de la llanura Padana, con puntas aún peores, del 50%, para los cereales como maíz y soja.

“El Po no tenía un nivel tan bajo desde hace 70 años, pero la verdad es que lo veremos aún más bajo”, pronosticó, finalmente, Meuccio, que paradójicamente no dudó en hablar de “tormenta perfecta” para el mayor río de Italia, hoy más parecido a un desierto.