Vanesa González: "Siempre sentí que mi trabajo estaba ligado a la vocación, no a la fama"
Con un largo recorrido en los medios, la actriz analiza su carrera, el refugio que encontró en el teatro y la responsabilidad que siento por protagonizar Jauría, una obra sobre una violación grupal.
A los 35 años y con casi dos décadas trabajando en teatro, cine y televisión, Vanesa González sabe lo que quiere. No le interesa cumplir con lo que el medio espera de ella ni aceptar proyectos que no la llenen a nivel personal y profesional. Con carácter, determinación y un talento que avala su trayectoria, acaba de reestrenar Jauría en el Teatro Picadero, una obra de Jordi Casanovas, dirigida por Nelson Valente, que aborda el juicio a "La Manada", el grupo de hombres que violó a una joven en España y que fue juzgado entre 2017 y 2019. En cada función, la actriz se pone en la piel de la mujer que no solo fue víctima de un abuso atroz, sino que durante el juicio fue revictimizada, obligada a dar más detalles de su intimidad que los propios denunciados.
"Es necesario hablar de esto y el teatro es un espacio diferente y especial para tratar algunos temas, desde un lugar de calidez y de comunión con la gente", señala la actriz en diálogo con Noticias Argentinas. Y, con pesar, asegura que la obra no pierde vigencia por los hechos que pasan de manera cotidiana. "Hay cada vez más ataques grupales, que son violentos, sexuales, homofóbicos y cada vez más brutales. Es triste, pero a su vez, el espectáculo termina siendo un recurso más para abordar el tema. De hecho, estamos invitando a jueces y abogados para que vean la obra, que tiene una función muy educacional", explica.
-¿En qué sentido Jauría cumple una función educacional?
-Hace que revisemos nuestras conductas permanentemente, pero también es interesante por la forma en la que fue tratado este juicio. Ya los juicios de este orden no se tratan más así, hubo un progreso en este tema, y me parece que es muy importante hacer esta obra.
-¿Esto te hace sentir una responsabilidad especial?
-Sí. Por un lado, siento una responsabilidad social porque pasan estas cosas en el mundo en el que yo vivo. Si no hago nada, soy una testigo. Hacer la obra, por más que sea un granito de arena, sí es hacer algo. Mi trabajo siempre me genera nervios, porque me importa, pero con este espectáculo todavía más, porque tiene mucho información, un vocabulario que me resultaba ajeno, y para mí fue un proceso de aprendizaje.
-Cuando te propusieron este papel, ¿lo aceptaste enseguida?
-Sí, mi primera preocupación era que hubiera una violación en escena. Era la única contra para mí, pero no pasa. Cuando leí la obra me di cuenta que reconstruye el juicio y que no se ficciona. Ahí entendí y quise seguir para adelante.
-¿Cómo fue la preparación? Porque a pesar de que no haya una violación ficcionada, le ponés el cuerpo en juicio muy fuerte, en el que la víctima fue revictimizada.
-Tenía muchos miedos y prejuicios al darle voz a ella -que no tiene nombre-. Tenía miedo de quedar atrapada en la emoción, porque es un tema que te atraviesa y no quería que eso no dejara avanzar la obra. Pero la propuesta de Nelson Valente fue muy interesante, porque quiso que le diéramos voces a los testimonios, sin poner nuestras opiniones. Igualmente en la primera lectura me atravesó en todos lados. Es imposible huir de los que me pasa y no me pasa siempre en los mismos momentos. Me parece interesante que funcionemos como elementos de la obra y nos movamos como fichas para no quedar atrapados en una emoción.
-Te has definido públicamente como feminista, con una postura a favor de la Ley del Aborto y de la Educación Sexual Integral. Más allá de los cambios sociales, ¿tuvieron repercusión en tu trabajo como actriz?
-No, como actriz esto no me cambia. Siempre fui feminista, aún cuando no me daba cuenta que lo era. Admiraba algo de las mujeres que no sabía bien lo que era y decía: "mujeres fuertes". Ahí había algo del feminismo que percibía. Lo relaciono también con la fortaleza desde un lugar de empoderamiento, de hacerse oír, de tener autonomía. Entonces no creo que me haya cambiado como actriz, pero vino a darme tranquilidad y respuestas.
-Empezaste a trabajar en televisión cuando eras adolescente, en una época en la que las chicas jóvenes estaban muy sexualizadas por el medio, ¿en algún momento lo sufriste?
-No lo viví así porque me respeté mucho. En esa época me ofrecieron ser tapa de Playboy, ir a Bailando por un sueño y no quise hacer nada de eso. Aún cuando casi termino peleada con mi padre, que me decía que era una vaga por rechazar trabajo. No era por la plata en sí, sino por algo más cultural. Yo sabía que no me gustaba, no quería estar en pelotas, ni sacarme ciertos tipo de fotos. No juzgo esas cosas, pero no las quería hacer. Sí tenía ganas de ir por otro lado, lo tenía claro y me lo respeté profundamente. También, al ser una época sin redes sociales, salí de grabar y me veía con mis amigos y amigas. Mi vida íntima sigue siendo la misma y me resultó fácil abstraerme del afuera. Siempre sentí que mi trabajo estaba ligado a la vocación, no a la fama. Por eso, cuando me tocaba hacer tele, no me comía una cosa que no era. Quizás ir a un boliche era un bardo, pero yo nunca cambié mi vida.
-Con esa actitud, ¿cómo ves a la distancia el recorrido que hiciste, con personajes tan diversos?
-Pasé por muchas etapas. Por suerte, el teatro es mi hogar y lo tengo clarísimo. Me hace muy feliz hacer teatro y siempre fue mi lugar de encuentro y construcción. Como actriz y como persona, el teatro es mi escuela; ha sido mi refugio ante el encasillamiento que hay en la tele, que es algo del mercado, que reproduce fórmulas que funcionaron y cuando fallan, buscan otra. A mí me hace mal eso y me hizo mal en un montón de trabajos que he hecho. La he pasado mal.
-¿En qué sentido te afectó?
-En aceptar algún trabajo en televisión que no quería hacer y que sabía que no era favorable para mí. Por ejemplo, cuando me llamaron para hacer Las Estrellas (N. de la R: novela de Polka protagonizada por Celeste Cid, Marcela Kloosterboer, Justina Bustos, Natalie Pérez y Violeta Urtizberea), no quería hacerlo. No me convencía, más allá de que las chicas estaban divinas y el programa estaba bárbaro. Lo hablé en su momento, pero me dijeron que estaba buenísimo porque hacía varios años que no hacía tele. Yo estaba haciendo teatro, recién mudada, todo una movida... me desoí, me distraje y lo hice. Me sirvió para aprender y decir: "Cuando yo siento que algo no es para mí, me respeto; y si me tengo que ajustar económicamente, me ajusto, pero no hago cosas que siento que no son de crecimiento personal y profesional". Eso me pudo haber dado dinero, una ventana para que la gente me vuelva a ver, pero aprendí a no tenerle miedo al mercado. Ellos son un mercado y yo soy mi propio mercado.
-¿Cómo pasaste el primer periodo de la pandemia, en el que los artistas estaban tan limitados para trabajar?
-La pandemia me empujó a dar seminarios de actuación, algo que venía posponiendo hace mucho y que me hizo muy feliz. Me hace bien trabajar con personas y ver el potencial que tienen. Me devolvió un shock de vitalidad y es otro espacio en el que me encuentro muy inspirada. Yo me formé con Lito Cruz, que fue un enorme maestro, que me daba todas las herramientas para que no sienta soledad. Al día de hoy, cuando me tengo que enfrentar a una situación en la que no sé que hacer, se me vienen a la cabeza dos personas: Lito y Carlos Rivas, que es un director de teatro increíble, que también ha sido un maestro.
-¿Sentís que es solitario el trabajo del actor?
-Sí, porque gestionás solo tu trabajo, más allá de que tengas un representante. No tenemos un trabajo fijo, siempre estamos llegando a lugares nuevos, con personajes nuevos y textos nuevos. No hay ningún tipo de rutina y eso conlleva a una enorme soledad.
-¿En algún momento pensaste un plan alternativo a tu carrera artística?
-Tengo clarísimo que soy actriz y lo voy a ser toda la vida. Pero sí empecé a estudiar Antropología. Hice el ingreso en la Universidad de San Martín y tuve que dejar para rodar El lado salvaje, con Osmar Nuñez, pero lo voy a retomar porque es algo que me interesa mucho. También me gustaba Psicología o ser acompañante terapéutico, es algo que va más allá de lo económico, me interesa. Además, cualquier cosa que te saque del mundo de la actuación, te nutre.