Walter Olmos tenía 20 años y una carrera en ascenso. Tras la muerte de Rodrigo Bueno, el catamarqueño de origen humilde se perfilaba como el gran sucesor de su ídolo en el ambiente del cuarteto. Llevaba una vida agitada, repleta de shows, fanáticos que lo admiraban y en su mejor momento, murió de un tiro en la sien en un hotel porteño, donde se preparaba para dar una serie de conciertos.

Si bien la causa judicial cerró el caso con la carátula de “suicidio”. Aún hoy, a 18 años del fatídico 8 de septiembre de 2002, hay personas que creen que se trató de un accidente. Según reveló Pepe Gozalo, reconocido mánager de Rodrigo y de Olmos, se trató de un juego.

“Murió jugando con un revólver. Le habían regalado un arma en Catamarca y la trajo a Buenos Aires. El arma era un calibre .22 y la bala era de .38. Tantas veces la gatilló, que bueno… se gastó la bala”, declaró el empresario. Y agregó: “Lo peor es que antes de ponérsela en la cabeza, le había gatillado a tres músicos. Estaba en su habitación comiendo pizza antes de salir a trabajar. Jugando con el arma, pum, pum, pum. ‘¡Para, loco!’, le dijeron. ‘No pasa nada’, respondió. Se la puso en la cabeza, pum, y salió. Una cosa terrible. Estaba comiendo pizza con los músicos”.

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Se cumplen 18 años de la trágica muerte de Walter Olmos

La familia de Walter, sumida en el dolor ante una pérdida tan grande, nunca quiso dar más detalles sobre la sorpresiva muerte del cantante. Y por esta razón, los hermanos de Olmos se mostraron muy molestos tras las declaraciones de Gozalo, argumentando que no dejaban que el cuartetero descansara en paz.

La vida del cantante no había sido nada fácil. La pobreza, el hambre y el frío eran parte de su cotidianeidad y en más de una oportunidad salió a robar comida, porque a su mamá no le alcanzaba el dinero para darle de comer a él y a sus hermanos. Y encontró en la música una forma de salir adelante y tener acceso a todo lo que la vida le había negado.

Con 16 años años comenzó a cantar en locales de San Fernando del Valle de Catamarca y dos años más tarde lanzó su primer disco, “A pura sangre”, con el que se hizo conocido en la movida tropical. Con más de 150 mil discos vendidos fue apodado “La locomotora catamarqueña”, sus canciones sonaban en todos lados y Rodrigo, su ídolo, lo tomó como ahijado.

Parecía que al fin Walter tenía todo lo que había soñado, fama, el cariño de su público y un mejor pasar económico que en sus inicios. Pero de un momento a otro, todos los proyectos y su futuro en el mundo del cuarteto quedaron estancados en ese cuarto de hotel donde perdió la vida.