Cuando en marzo de 2020 el mundo se detuvo la irrupción de la pandemia del coronavirus, Pepe Cibrián Campoy convirtió la crisis que se desató en la industria cultural -como en tantas otras- para adaptar sus proyectos al plano virtual: montó espectáculos por streaming desde su casa, comenzó a dar clases por Zoom y mantuvo el contacto con el público a las redes sociales.

“En este páramo en el que el mundo está detenido, uno tiene que volver a reinventarse en nuestra profesión como en otras. Estamos sin trabajo, hace quince meses que no ha entrado un peso, pero sale. Entonces la situación del actor se traslada a un montón de personas que dependen de un espectáculo. Afecta a todo el rubro”, explica en una charla íntima con Noticias Argentinas y destacó que esta manera que tiene de adaptarse constantemente a los cambios de la vida, es algo que todos deberían aprender: “Tengo 73 años, y a los 40 pensaba en cómo armarme para los 60, 66, 70  y hasta los 88, si Dios quiere que viva. Le agradezco a la vida que me de tanto en un momento en el que me siento pleno y vital. Yo no estoy en contra de las operaciones, pero yo me puedo operar para verme mejor y no cambiar mis años, eso es imposible de hacer. Hay gente que se convierte en monstruos, por la obsesión de ser eternamente jóvenes. Uno se readapta a la edad, a una enfermedad, no solo a una pandemia”.

-¿Cuál es el balance que haces de tus 73 años y más de medio siglo de carrera?

-Miro para atrás, como si tuviese un gran manto con una cola inmensa, sin nada de lujo ni sofisticación, dentro de eso están todos mis vivencias: toda la gente, obras, parejas, aventuras, dolores… todo lo que he tenido en la vida. Siento que al mirar, afortunadamente para mí, tengo una capa que pesa mucho y hay gente que mira y no tienen ni siquiera la capa. Eso depende de cada uno, de cómo uno quiere vivir la vida. Por eso miro para atrás y siento orgullo. Soy un hombre muy privilegiado, un luchador incansable y lo he heredado de unos padres maravillosos -los artistas José “Pepe” Cibrián y Ana María Campoy- y de una dinastía de siete generaciones de actores.

-Sos uno de los máximos referentes del teatro musical en la Argentina, ¿Te haces cargo?

-Sí y me gusta el reconocimiento porque es justo. Si no hubiese aparecido a los 19 años haciendo mi primer music hall -“¡¡Mundo pobre, querido!!”-, no habría musicales en la Argentina. De hecho, hay muchos pocos en el teatro comercial, hay musicales que vienen de afuera, pero nacionales hay más en el teatro off, no sé por qué no les dan más relevancia.

-Hace unos meses anunciaste que estabas preparando “Infierno blanco”, un nuevo musical para el que escribiste el libro y las letras, con música de Ariel Dansker pero todavía no pudiste estrenarlo.

-Está armando, listo para salir cuando nos permitan hacerlo. Dios quiera que se haga pronto, que sea con salud, que lleguen las vacunas. Hay que contener a la gente y entiendo que la cosa está muy dura en todos los aspectos y la vacunación es lo que nos va a dar la sensación profunda de que vamos a estar inmunes. Yo me di la primera dosis de la Sputnik V.

-¿Cómo ves las restricciones que implementó el Gobierno frente a la pandemia? ¿Estás de acuerdo con la propuesta del “Pasaporte cultural”, para que puedan reactivarse los espectáculos?

-Me parece que el pasaporte puede funcionar muy bien. Y en relación al Gobierno, al principio estaba de acuerdo con las medidas, pero después me di cuenta que había muchas cosas que no estaban bien, como el tema de la falta de vacunas, porque estuvimos mucho tiempo obsesionados con estar encerrados y pasó demasiado tiempo.

-¿Viviste con miedo estos meses de pandemia?

-No, miedo no tengo. Vivo con angustia por la sensación de no poder salir a la calle. Siento que estoy en un cuarto blindado en el que no puedo hacer mi vida, mi trabajo. Se me pierden los años y no es lo mismo perder dos años a los 20, a los 40 que a los 73. Entonces es duro para mí, pero es la realidad y por algo se da. No me puedo sentar a llorar todo el día.

- Hace unos días, a raíz de la apertura de “ShowMatch”, criticaste que se permita que se junte gente en un estudio de televisión y que los actores no puedan juntarse a ensayar para el teatro.

-Sí y no fue dirigido a Marcelo Tinelli en sí, sin embargo su programa está cambiando. Mi queja es lógica, ¿por qué se va a permitir un desmadre de gente, como si no pasara nada? Lo mismo ocurrió con el velorio de Maradona o con las manifestaciones a favor y en contra del aborto, que era lógico por quién era Maradona y por el debate político del aborto era importante, pero las formas, sin querer, podrían haber pasado una catástrofe en relación a los contagios. Estas cosas han jugado en contra frente a una realidad muy dura. Estamos en una guerra contra un enemigo invisible y espantoso.

-El año pasado formaste parte del jurado de “Cantando 2020” y después de atender un tema familiar, decidiste renunciar, ¿por qué no te hallaste en el formato?

-La gente del programa fue más que agradable, encantadores, cuidadosos, muy fantásticos. Luego vino una realidad, una de las cuidadoras de mi tía -Carmen Campoy, de 90 años- dio positivo en Covid-19 y me tuve que guardar. Pero luego sentí que no podía estar: malo no soy, no puedo decirle a los participantes que no sirven para nada, son cosas que no siento. Y cuando lo sentía en las pruebas que tomo hace muchos años, jamás le dije a los que se presentaban que no servían, a lo sumo, que no servía para mi proyecto. No me sentía a gusto para hacer el personaje que se esperaba y estaba bien que me retirara. Es otro mundo, y por más que no me pidieron nada en particular al contratarme, yo no quería ser el malo de la historieta.

-Más allá de que fue breve tu paso por el certamen fue bien recibido por el público.

-Sí, la gente siempre es muy cariñosa conmigo, gentiles. Por suerte me siento muy incluido en la vida de la gente de mi país y eso me hace sentir muy feliz y orgulloso.

-En 2018 contaste que cuando te separaste de Santiago Zenobi te pesaba estar solo y que, en cierta forma cuando conociste a Luis, a quien adoptaste como un hijo eso mejoró. ¿Cómo te sentís ahora?

-Estoy maravilloso. Luis es un hijo íntegro, compenetrado, comprometido con sus estudios de teatro y está metido en el cuidado de la casa y en cuidarme a mí. Es un ser mágico. Entre eso y las cosas de la vida, como descubrir la posibilidad de conocer a alguien, poder pensar en otra relación. Ahora estoy en una relación reciente y eso me pone feliz, es muy enriquecedor.