¿Para cuándo el sindicato de panelistas?
No se sabe bien si es un oficio, una profesión o una vocación, pero ese grupo de trabajadores de la televisión también merece alguna agrupación que los defienda.
Si, ya sé que la Argentina es uno de los países con mayor cantidad de sindicatos de todo el mundo. También sé que en muchos casos aportan más problemas que soluciones, aún a los mismos afiliados a los que representan, y que incluso los que los manejan suelen perpetuarse en sus cargos y difícilmente puedan explicar sus patrimonios. Yo lo que estoy pidiendo es alguna asociación, agrupación o sociedad de fomento al menos que apoye a estos humildes trabajadores de la televisión: los panelistas.
Antes que nada definamos esta ocupación: por definición son personas que se sientan con cierta regularidad en un programa de tv, para debatir o discutir los temas del día. No hace falta que sean periodistas, lo ideal es que al menos hayan terminado la secundaria, sin importar demasiado el promedio. Ojo, no es que tengan que mostrar el título en recursos humanos, a veces ni siquiera llegan a conocer esa área de la empresa porque los contratan directamente los productores, pero bueno, la idea es que puedan al menos hilvanar un par de frases seguidas. Como les decía, para ser panelista no hace falta un estudio específico. Se puede ser modelo, ex participante de reality, humorista, abogado, cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón. Lo importante es que rinda al aire, con su estilo. Puede aportar datos valiosos, pelearse con un compañero, mencionar frases oportunas, maltratar al invitado de turno, lo que mejor le salga. Si sus participaciones son buenas, tiene trabajo asegurado, al menos por un rato.
Y justamente esto de la continuidad laboral es todo un tema. Usted habrá visto que muchos están un rato en un programa, pasan a otro, desaparecen un tiempo, regresan en uno nuevo, cambian de canal. Y es que el panelista, en la mayoría de los casos, no representa tanto el programa como el conductor o conductora, o el nombre del ciclo. El televidente se acostumbra a ver un equipo, pero si mañana este cambia, tampoco se hace mucho problema porque en definitiva los magazines y los programas de espectáculos son una compañía, un entretenimiento. El problema del panelista, como decía, es que no tiene quién lo defienda. Los actores tienen la Asociación Argentina de Actores, los periodistas tienen UTPBA o SIPREBA los de Buenos Aires, los técnicos están bajo el Sindicato Argentino de Televisión, pero los panelistas pobrecitos están a la buena de Dios. Hoy están, mañana no se sabe.
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Si usted es de los que creen que ser panelista es fácil, déjeme decirle que no es tan así. Es cierto que algunos van al programa sin conocer los temas de los que se van a hablar y terminan dando opiniones, como podría darlas cualquiera en su casa. Pero otros llevan sus propias investigaciones, videos, audios, fotos. Producen a la par de cualquier productor, o más inclusive. En el océano de panelistas hay toda clase de especies. Los que saben mucho de policiales, los que se especializan en farándula, los provocadores, los callados, los que gritan, los graciosos, los lindos, los verborrágicos, los que desmienten a sus propios compañeros. Ya vio, hay de todo.
Ser panelista también significa ponerse la camiseta del programa donde uno trabaja. Y hay que seguirle siempre el juego al conductor. Si hay que bailar, se baila, si hay que cantar, se canta, si hay que desfilar, se desfila. Uno debe brindarse por completo por el minuto a minuto. Lo peor que podría hacer es un desaire justamente al aire. Eso está prohibido.
Para cerrar, quiero desmitificar que el panelista solo trabaja la hora y media o las dos horas que dura el programa. Piense que en la mayoría de los casos también debe ocuparse de su vestuario, el maquillaje, los temas del día y, además, hoy por hoy tampoco el sueldo es tan importante como para vivir solamente de eso. Seguramente usted después vea a los panelistas en otros programas, haciendo radio y/o vendiendo publicidad en las redes sociales. Porque la crisis también llegó a la tele y ya no se paga como en los '90. Ojo, quizás si el día de mañana alguien se anima a armar el Sindicato de Panelistas la cosa mejora y se ordena un poco más este rol que tomó tanta importancia en los últimos años en nuestra bendita televisión.