Marixa Balli: “Sentí el frío de la muerte”
La artista recordó el accidente automovilístico que casi le cobra la vida.
Marixa Balli recordó la tragedia que vivió hace más de 20 años cuando casi pierde la vida en un accidente automovilístico, con su ex pareja, Mariano Fischer. “Me acuerdo absolutamente de cada segundo, cuatro menos cuarto de la mañana, el auto había quedado con las luces totalmente encendidas. Veníamos a gran velocidad, el auto da 19 vuelcos y en un momento se eleva y parece un platillo volador”, detalló la bailarina, desde su rol de panelista en LAM.
“Obviamente es trágico lo que pasó, mi pareja agonizó en mis brazos, todos dijeron ‘cómo salió de ese auto’, yo estaba completamente herida, mi cabeza rozó el asfalto, fue una cosa tan terrible, que me salvé porque tengo un ángel que me protegió. La pasé muy mal, fue muy duro, quedé consciente, salí de esa situación y no sé todavía cómo lo hice, me acuerdo de cada segundo. Salí del auto como perdida. El accidente se produce en una curva en el kilómetro 74 de la ruta 2, ahora la llaman 'curva codo', pero tengo que decir que la velocidad también era tremendamente excesiva”, afirmó la bailarina.
“Esto no lo conté nunca. Tres o cuatro días antes de que me fuera a Mar del Plata a ver a mis familiares, yo quería ir sola y unos días antes en canal 9, una peinadora me dijo: ‘Tuve un sueño terrible, no te lo quería decir pero te lo voy a decir: veo mucha sangre, te veo a vos con sangre y mucha sangre y también lo veo a Rodrigo (Bueno)´, y él después se mató a los tres meses”, confesó.
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“Cuestión que cuando veníamos de Mar del Plata, en Castelli llenamos el tanque de nafta y Betty, esta señora, me había dado una estampita de la Virgen Desatanudos. Cuando paramos en la estación de servicio, saqué la estampita y mientras él estaba cargando nafta yo me puse a rezar. Y mientras leo la oración de la Virgencita dije ‘yo no llego a Buenos Aires’ porque yo también tengo un sexto sentido muy desarrollado que a veces me da miedo. Le pedí que me protegiera. Después arrancamos, tanque lleno, volvemos a la ruta y en un momento empieza a acelerar y él no se daba cuenta que iba tan rápido. La velocidad era una cosa impresionante, en un momento cuando llegamos a Samborombón, le dije ‘¡frená porque nos matamos en esta curva!’, le pegué un grito tan fuerte que disminuyó, y lo hizo tan sobre la curva que el auto hizo trompos, pero lo pudo enderezar”.
“A esto le sumo que ese mismo día a la tarde cuando fuimos a almorzar a la playa él casi se ahoga en el mar. ¿Vieron que no puedo pronunciar su nombre? Lo tuvieron que rescartar los bañeros y hacerle respiración boca a boca porque estaba muy mal, piensen que éramos los únicos que estábamos en marzo en la playa, yo no podía creer lo que estaba viviendo. Cuando se recuperó, los bañeros le preguntaron qué había pasado y él dijo: ‘sentía que me agarraban de los pies, que me tiraban para abajo’. Entonces él se había quedado muy mal, y cuando volvemos esa noche, cuando arrancó del último peaje lo hizo a toda velocidad, yo le pedía por favor que disminuyera, pero ya no me miró más. Le pedía a los gritos que lo hiciera pero en un momento la cabina se transformó en un freezer, creánlo o no. No podía mover la mano aunque me quería tirar del auto porque sabía que nos íbamos a matar. No creo que haya decidido matarse, yo sentí otra cosa. Sentí ese frío que todo el mundo cuenta antes de la muerte. Tuve que tratarme en terapia muchos años porque no podía sacarme el frío del cuerpo. Solo me pudo tratar un especialista en estos accidentes traumáticos. Yo estaba paralizada, no me importaba nada, me quería tirar del auto. No podía hablar y antes de la curva, me mira y no era él, su cara no era él, y cuando me mira así yo dije ‘ahhhh’ y ahí veo, vi el final, no dobló en la curva. El impacto fue impresionante. Cuando termina el último tumbo me empiezo a pellizcar porque pensé que estaba en otro plano y noto que me duele, pero el resto del cuerpo no me dolía nada. Cierro los ojos y me doy cuenta que estaba de cabeza. Cuando abro los ojos para decirle ‘bajemos’ veo todo lo que veo: el auto terminó contra el alambrado del campo. Él murió instantáneamente, estaba agonizando. Nadie sabe cómo pude salir del vehículo. En un momento veo que venía un micro, que paró y yo estaba en shock pero a la vez entendiendo lo que pasaba. El chofer siguió de largo para avisar en el peaje y a los 40 minutos vino una ambulancia, nadie me reconocía por la sangre, yo estaba tirada encima de él”.