Yo tenía 5 años y en la habitación de mi primo Lalo de 18 años un póster gigante de Los Stones se devoraba mi atención e impresión.

Contra lo que cualquiera hubiera imaginado quien más me llamaba la atención era un joven que ya tenía cara de viejo. Obviamente me estoy refiriendo a Charlie Watts, el baterista cuyo rostro contrastaba con el carisma de Jagger o Richards, y que parecía demasiado parco para integrar la banda que mejor culto le rindió al mito del sexo, las drogas y el rock and roll.

Las apariencias engañan y Charlie tuvo sus tiempos de excesos que preocuparon hasta al mismísimo Keith Richards. Su pedigree de batero de jazz, siempre lo puso en un lugar diferente donde contra lo que él creía, llamaba mucho la atención. Pero según mi juicio, hoy es un día de luto inmenso para la cultura rock porque ya nada será igual en la vida de los Stones sin ese pulso, sin ese timming, sin ese toque que lo hicieron imprescindible.

Los Stones estaban por iniciar un tour sin él dentro de pocos días. Su reemplazante es un tremendo baterista negro de nombre Steve Jordan. La elección del reemplazo fue natural ya que Jordan es el socio artístico de Keith Richards en su proyecto solista. Y su deserción fue repentina ya que se lo debió a una operar de urgencia.

Los Stones que ya pararon una gira hace 2 años por una afección cardíaca de Jagger, no quisieron suspender otra vez quizás porque ya sabían que probablemente Watts nunca más hubiera vuelto a tocar. Los años no vienen solos y el joven que tenía cara de viejo hoy era también un señor mayor que sorprendía tocando 25 temas en las últimas giras de la mítica banda.

Queda claro que con Jagger y Richards la idea de seguir girando como una piedra rodante puede ser redituable y gratificante para multitudinarias audiencias. Para ellos, que están lejos de tener problemas de dinero podrá ser una forma de exorcizar el dolor de la pérdida.

Cual será el legado de Watts que interpreten Jagger o Richards es a esta hora un misterio. Y si se toman un tiempo y volvieran a tocar todos debemos tenerlo muy claro. Los Stones nunca más volverán a sonar como los Stones. No es que Steve Jordan no esté a la altura de las circunstancias.

Es simplemente que el estilo de Watts fue único, en ese redoble seco y parejo que amaga con no llegar a tiempo, o porque no en esos rulos de toms que caían como cocos de una palmera. Esa era su perfección irreemplazable.

Y una ultima conclusión: los Stones también nos engancharon por los ojos. Y ese parco que nació con rostro longevo, es también una imagen que se extrañará en ese combo de carismas que fueron, son y serán The Rolling Stones. Ya te empezamos a extrañar querido Charlie. 

 (*) Martín Ciccioli es periodista. Conduce "Quién paga la fiesta", de lunes a viernes de 9 a 13 en Rock & Pop