La fascinación por ver presos a los famosos
El caso de Marcelo Corazza volvió a demostrar que el interés y la indignación de la gente por hechos aberrantes crece cuando se trata de un personaje público.
Antes que nada voy a aclarar que mi intención no es defender a Marcelo Corazza. No lo conozco más que ustedes. Vi el "Gran Hermano" que ganó en 2001, recuerdo poco del programa infantil que condujo y sabía que trabajaba como productor en Telefe. De hecho, lo vimos en algún que otro debate de los ex participantes en el ciclo que condujo los viernes Roberto Funes Ugarte. Por mi parte, sumándome a lo que bien dijo Santiago del Moro, que se lo investigue y, si es declarado culpable, que caiga todo el peso de la ley sobre él.
Lo que quiero decir es que solo bastó con que su nombre estuviera mencionado en la causa para que el caso tuviera una relevancia tremenda en los medios. Muchísimos programas de televisión aumentaron considerablemente su rating, las notas en los medios digitales fueron más leídas que otras de gran importancia política o económica (y mire que hubo de todo en estos días, eh), y el apellido Corazza fue casi todos los días Trending Topic en las redes, es decir, el tema más buscado o comentado.
Claro que esto es muy bueno, que los medios se ocupen de un caso tan repudiable como es la (posible) corrupción de menores. Pero, ¿Qué hubiera pasado si entre los detenidos no habría ningún famoso? ¿Le hubiéramos dado el mismo lugar? Me refiero a los medios, el público, la policía, la justicia. No digo que no haya que darle un lugar preponderante en este caso, todo lo contrario, me refiero a que debemos ocuparnos de estos temas siempre, haya o no un Marcelo Corazza en la historia.
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Déjeme darle otro ejemplo: Giselle Rímolo. La ex de Silvio Soldán fue condenada a 9 años de prisión por homicidio culposo y ejercicio ilegal de la medicina y estuvo hasta hace muy pocos meses, detenida en el penal de Ezeiza. ¿Merecido? Seguramente sí. Es más, quizás debió haber estado más tiempo. Todos nos acordamos de las imágenes que en su momento pasó "Telenoche Investiga" en donde se la veía recibiendo un diploma de vaya a saber uno qué en el living de una casa cualquiera y luego recetando como si fuera una eximia doctora. Entonces, gracias a las cámaras ocultas, la Justicia demostró que Rímolo no había estudiado medicina y, como conté antes, terminó presa y acusada por la muerte de una "paciente".
Pues bien, ¿A qué voy con esto? En las imágenes de aquel living en donde Rímolo recibió el diploma había más personas, que también pasaron a retirar su “título”. Todos ellos, ¿De qué trabajaron después?, ¿Para qué los habilitaba ese papel que recibieron si es que servía para algo?, ¿A ninguno de ellos se le ocurrió después recetar medicamentos?, ¿Nadie murió por culpa de ellos? Quizás no, a lo mejor se dedicaron a manejar un taxi, se convirtieron en mozos, vendedores de ropa o cualquier otra profesión u ocupación, pero seguro nadie de la Justicia se ocupó después de ver qué hicieron ellos. ¿Por qué?, porque no valía la pena… ¿Quién los conoce?, ¿A quién le importa sobre ellos?.
Lo mismo podríamos decir de Alberto Ferriols. Le hicieron la cámara oculta en “Punto Doc” porque era el marido de Beatriz Salomón, quien sufrió hasta su muerte por esa “investigación”. Si hubiera sido el esposo de Susana Oria, no le hubiera interesado a nadie eso de que operaba supuestamente gratis a mujeres trans a cambio de favores sexuales… ¿O no? Y así los casos se cuentan de a docenas, centenas o miles. No importa tanto qué se hizo sino más bien quién lo hizo.
Entiendo la lógica y sé cómo se manejan los medios. Pero ojo, tampoco son los únicos culpables en todo esto, porque el rating no lo dictaminan los canales, las radios o los diarios, sino la gente, el público, nosotros. Si el tema mide se sigue. Si baja la audiencia o los lectores pasamos abruptamente a otra cosa. Esto es minuto a minuto.
Me parece excelente que la justicia empiece a encontrar a los culpables de abuso y corrupción de menores y, más aún, que los medios nos ocupemos de darle visibilidad, porque sabemos cómo suele funcionar la justicia. Trabajan mejor cuando la opinión pública está sobre el tema.
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Pero, hablando de la justicia y para finalizar, déjeme decirle algo: me sigue pareciendo como mínimo polémico y peligroso que los acusados sin condena terminen en cárceles comunes. Porque si, finalmente, se declara inocente a una persona es imposible reparar lo que vivió o sufrió esos días, semanas, meses o hasta años en un penal, con delincuentes peligrosos. Lo que hay que hacer es acelerar los procesos de los juicios y, en todo caso, tener otros espacios para mantener detenidos a los que corren peligro de fuga.
Conozco al menos dos casos de inocentes que lo sufrieron y les aseguro que padecieron el infierno en vida. Y no hay dinero ni nada que los compense.
Lo cierto es que buscamos justicia en cada uno de los casos, sin importar el nombre del protagonista. Sea Marcelo Corazza o como se llame. Y cuando nos referimos a justicia es darle a cada uno lo que le corresponde y el que las hizo que las pague, donde tiene que ser y de manera rápida, para evitar cualquier especulación posible. Porque opinar, opinamos todos, pero lo fundamental es hacerlo con la verdad.