Germán "Tripa" Tripel: "No le debo nada a nadie y si se lo debía, ya lo pagué con creces"
Saltó a la fama con Mambrú y a 20 años del surgimiento de la banda, disfruta de gran presente laboral como cantante, actor y conductor. Y en esta instancia asegura que se mueve por sus propias exigencias y trata de evitar al qué dirán.
Germán "Tripa" Tripel saltó a la fama en 2002 tras convertirse en uno de los ganadores de Popstars, el reality que formó a la banda Mambrú. Pero luego de tres años, el grupo que compartió junto a Milton Amadeo, Pablo Silberberg, Emanuel Ntaka y Gerónimo Rauch se disolvió y le generó una profunda depresión que lo llevó a sumergirse en los excesos. Pero como el ave fénix, con poco más de 20 años, el artista no solo pudo retomar su carrera, sino que conoció otra de sus grandes pasiones: la actuación.
"Cuando terminó Mambrú, empecé a tomar clases con Roxana Randon, la mamá de Leo Sbaraglia, y empecé a enamorarme de la actuación. Me parece que es algo hermoso que los artistas, cantantes, músicos, puedan estudiar todas las ramas del arte y poder expresarlas sobre el escenario. Eso completa al artista... Y apareció la comedia musical, que conglomeraba todo lo que me gusta", recuerda en una entrevista con Noticias Argentinas.
Así, llegó a actuar en musicales como Rent, El violinista en el tejado, American Idiot, Un día Nico se fue... y Forever Young, la obra que celebra sus 10 años de vigencia con un reestreno en el Teatro Picadero en el que Tripa comparte escenario con Walter Canella, Christian Giménez, Melania Lenoir, Andrea Lovera, Ivanna Rossi y el maestro Hernán Matorras.
-¿Qué sensaciones te genera cumplir una década haciendo Forever Young?
-Mucha emoción. Es la la primera y única obra que vengo haciendo hace diez años. Todos los que formamos parte de ella le tenemos tanto cariño como a nuestra carreras, porque es parte continua, siempre está presente y genera mucha emoción poder seguir haciéndola. Hacer teatro con música en vivo, sin afinadores ni nada, es hermoso. Y en el teatro musical, Forever Young es una de las pocas obras que ha estado tanto tiempo vigente. Somos parte de algo que marca una historia y un proceso en el arte nuestro.
-¿Tiene un valor extra volver a hacerla en medio de una pandemia?
-La verdad que sí, poder hacer arte en medio de todos los conflictos es un privilegio. Y más allá de que la pandemia sigue, están las vacunas, están los protocolos y eso garantiza que ya no vamos a tener que frenar como nos pasó anteriormente.
-Hoy en día sos el Mambrú que más activo está en los medios y lograrse una extensa carrera como actor, ¿tuviste que derribar prejuicios para demostrar que podías hacerlo?
-Como seres humanos y en todos los ámbitos siempre encasillamos: el alto, el bajo, el gordo, el flaco, el lindo... es parte de nuestra idiosincrasia. No la comparto muchas veces porque me parece que esas cosas no definen a los seres, pero pasan. Al principio me integré enseguida al grupo de Rent, porque me encontré con personas que enseguida me dejaron formar parte de ese mundillo hasta el día de hoy. Eso fue una enseñanza para todos, de abrir las puertas y no cerrarlas, porque te diría que el 80 por ciento de los cantantes de comedia musical podrían tener una carrera como solistas y hasta podrían hacerlo mejor que muchos de los que están cantando hoy en día.
-De la mano de la comedia musical conociste a Flor Otero, tu mujer y madre de Nina, con quien formaste una buena dupla arriba y abajo de los escenarios, ¿cómo es compartir tantos proyectos?
-Con Flor hemos desarrollado una especia de sistema en el que funcionamos mucho trabajando en show, en teatro o en Puente musical, el programa que conducimos en El Nueve. Para nosotros es un placer, porque nos conocemos mucho y muchas veces los productores apuntan a eso, porque al ser pareja resolvemos las cosas con facilidad. También disfrutamos muchos estar juntos, hacer las cosas, jugar, cantar. Es puro disfrute.
-Al ser artistas, deben tener rutinas que no coinciden con lo convencional, ¿cómo hacen para criar a Nina sin descuidar sus carreras?
-Siempre vemos que somos una excepción, no estamos en la media, porque trabajamos de noche y no tenemos una rutina como los que trabajan en una oficina y a veces es difícil de entender. La única estructura que tratamos de respetar es que Nina se levante y vaya al colegio como hicimos nosotros, para que pueda tener una buena educación, un título el día de mañana. Nosotros nos rompemos el alma para eso, pero después Nina viene al teatro, nos acompaña a los shows, hacemos muchas cosas juntos y lo disfrutamos un montón.
-¿Cómo se lleva Nina con esta dinámica?
-Súper bien. Desde que estaba en la panza que escucha musicales, imaginate (se ríe). Yo me muero de amor, me acompaña al teatro, me ayuda a maquillarme, juega, para ella es una aventura. Me encanta, estoy prendido fuego porque me súper divierte que venga. Las estoy entrenando para que venga, disfrute y que yo pueda hacer lo mío. Además después de cada función me da una devolución.
-¿Es exigente como espectadora?
-No, pero me dice si cambié algo de la letra, si me olvidé de decir alguna cosa... También se lleva un cuadernito en el que dibuja durante la función. Es muy hermoso lo que pasa.
-Con Flor crearon Puente musical en plena pandemia y ya van por su segunda temporada, ¿cómo te llevás con el rol de conductor?
-Bien. Todo se basa en la comodidad, porque con Flor las cosas fluyen con naturalidad. Nos encanta guiar una conversación, conducir, preguntar. Me parece que también es parte del arte y lo disfrutamos mucho. El programa surgió porque queríamos generar música. No vemos mucha televisión, sobre todo los programas en los que se habla de la vida personal de las personas, porque nos parecía que faltaba música, como un oasis. El Nueve se animó a esta aventura y hasta estamos viendo de hacer una tercera temporada. Queremos que los artistas tengan un espacio en el que puedan hacer lo que quieran, pasarla bien.
-En varios entrevistas dijiste que te gusta abarcar distintas disciplinas para demostrarte a vos mismo que podés hacerlo y es un planteo interesante, teniendo en cuenta que todo lo que hacés está expuesto.
-Todo este proceso siempre fue una prueba a mi mismo. Muchas veces molesta escuchar el afuera o el qué dirán pero, en algún punto, estoy tratando de mejorar para ser un mejor artista. No le debo nada a nadie y si se lo debía, ya lo pagué con creces. Pasaron 20 años desde que surgió Mambrú y hoy en día hago lo que quiero y vivo el de arte. Hago lo que me gusta y subo la vara para mí.
-¿Te costó relajarte con el afuera?
-Obvio, hasta el día de hoy me cuesta. Quizás estás más débil o cansado, viene uno a decirte que estás más gordo, más flaco, que el pelo largo te queda mal y decís: "¿Por qué la gente tiene el tupé de meterse con uno cuando uno no se mete con la gente?". Pero cuando está bien, fuerte, contento, agradecido y haciendo lo que le gusta, no entra ninguna bala.
-Hace poco te juntaron a comer con los Mambrú y revolucionaron las redes al compartir una foto de los cinco juntos, ¿esperaban la reacción del público?
-La verdad que no. Lo hicimos como un chiste para ver que salia y terminó siendo algo tremendo, algo en algún punto serio el juntarnos, ver si volvemos. Fue un revuelo hermoso. No entiendo como después de 20 años sigue tan prendida esa llama, tan presente.
-¿Entonces es posible un regreso?
-Es complicado por lo geográfico, porque Gerónimo está en España y el resto estamos acá, pero cada uno tiene sus proyectos. No lo veo imposible, pero tampoco es posible en este momento. Se tiene que acomodar todo para que lo podamos hacer, por el momento nos divierte hablar del tema.
-Sufriste mucho el final de la banda, ¿Te pudiste amigar con todo lo bueno y lo malo que te trajo esa experiencia?
-Sí, empecé hace años, cuando empecé a hablar y a hacer terapia. Pasó a ser un recuerdo lindo, una especie de viaje de egresados.