Dueño de una extensa trayectoria como escritor, actor, músico y conductor de radio y televisión, Alejandro Dolina reflexionó sobre su relación con el público y como lidia con las opiniones ajenas, sean a favor o en contra, en épocas de redes sociales, en las que la inmediatez y la masividad reinan. "Me afecta la indiferencia", reconoció y destacó que el cariño de su público es una de las mejores cosas que le suceden a diario.

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"Muchas veces nos sucede que nos muestran cariño, pero alguien no, no lo comprende, no nos quiere, nos desprecia. Ese solo que nos desprecia, nos amarga la vida, nos hace sentir desdichados", agregó en diálogo con Claudio Villarruel y el equipo de Detrás de lo que vemos en La 990

"Si todos te quieren, ¿qué te importa si ese no te quiere? La soberbia que uno tiene a veces no puede soportar que alguien no nos quiera. Salvo que seas un canalla y todo sea muchísimo más fácil. O personas que trabajan de ser odiadas; produce una especie de éxito mucho más redituable que el que busca acercarse al otro con empatía, vocación de ayuda, solidaridad, amistad... Es más fácil lo otro, ser odioso es fácil", señaló.

Además, habló del éxito de La venganza será terrible, que se mantiene hace más de tres décadas. "Nos hemos modificado mucho nosotros. No somos los mismos que éramos hace 35, 37 años. Ni siquiera los que estábamos en aquel primer momento. Algunos no somos los mismos porque hemos
sido reemplazados por otros", comentó con humor.

"El programa, en general, se ha ido deslizando hacia una menor gracia, mayor capacidad y, en los últimos años a partir de ciertas dificultades que la radio como medio tiene, también a una mayor sencillez", explicó.

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Sobre la escena política y social actual, aseguró que "el debate público no existe" y analizó la figura de Javier Milei. "No me representa porque no forma parte de mis intereses. Si quieren que le encuentre virtudes, me parece que es un tipo que se la banca al exponer sus ideas de un modo descarnado y brutal sin pasarlo por ningún tamiz. Ni siquiera lo respeto, porque no es obligatorio. El respeto indica una consideración del otro", planteó.

"Puedo no agredirlo, no pegarle pero respeto es otra cosa. A lo mejor, él piensa que ideas tales como que el Estado ha servido para socorrer a los que no pueden ganarse la vida por distintas razones, él la desprecia. ¿Y qué vamos a hacer? La desprecia. Lo que podemos hacer es discutir con él en serio", concluyó.