Cuando se analiza el posible futuro, luego de que sea superada la pandemia, se especula en círculos optimistas que, al igual que ocurriera tras la epidemia de gripe española de 1918-19 desatada tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, habrá otros "locos años 20".

Al igual que el Covid ahora, la epidemia de gripe española generó una severa recesión en los Estados Unidos y otras economías importantes de Europa durante 1920 y 1921.

Después de 1921, la economía de los Estados Unidos no solo se recuperó, sino que entró en una década de crecimiento y prosperidad. De 1921 a 1929, el PBI real aumentó un 42%.

Ello fue acompañado por la electrificación masiva de hogares y fábricas, la introducción de electrodomésticos como heladeras y lavarropas, la rápida adopción del automóvil, el crecimiento de las estaciones comerciales de radio y de los cines.

Fue lo que se conoció como los "años locos", simbolizados por el charleston, el champagne y el Ford T.

¿Le espera a la economía mundial una etapa similar? La recuperación en marcha de las economías de Estados Unidos y China parecería dar la razón a tal pronóstico optimista.

La reactivación de la economía estadounidense debería acelerarse en la medida que terminen las restricciones a la actividad económica, que impuso la pandemia, y surtan pleno efecto los programas de infraestructura y estímulo fiscal impulsados por el presidente Biden.

Sin embargo, también aparecen algunos nubarrones en el horizonte.

En primer lugar, se asiste a un abrupto incremento en la inflación en los Estados Unidos.

Los precios minoristas crecieron un 0,6% en marzo -equivalente a un 10% anual-, mientras que los precios al productor para bienes tuvieron un incremento récord del 1,7% mensual.

Este repunte inflacionario, de mantenerse, podría llevar a la Reserva Federal a optar por una política de tasas de interés más elevadas que aborte el incipiente auge.

La preocupante situación sanitaria en la India pondría en riesgo su actividad económica y el optimista pronóstico del FMI que auguraba un crecimiento del 12,5% de dicha economía en 2021.

Por otra parte, la pandemia del Covid-19 ha puesto de manifiesto la interdependencia que la globalización ha generado entre los distintos países, por lo cual fenómenos locales -una nueva enfermedad, una grave sequía, una interrupción en medios de transporte internacionales- pueden generar efectos sobre buena parte del planeta.

Finalmente, el deterioro en la capacidad productiva ocasionado por la pandemia puede poner límites a las tasas de crecimiento, una vez que se alcance el uso pleno de la capacidad instalada.

Por lo tanto, hay razones para el optimismo pero sin dejar de ser cautelosos.

(*) Víctor Beker es director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano.