La evolución de los diferentes precios de la economía en las últimas dos décadas afectó de manera desigual al poder adquisitivo de la población, por lo que podría decirse que en la actualidad se puede comprar el doble de pasajes de transporte pero la mitad de la comida disponible en los supermercados que en los tiempos de vigencia de la ley de Convertibilidad.

La muerte del ex presidente Carlos Menem reavivó las discusiones en torno a la situación económica durante la década del ’90 y su inevitable comparación con la actualidad, un debate con final abierto y forzadamente teñido de las posturas políticas de quienes los sostengan.

El 6 de enero de 2002, el Congreso sancionó la ley de Emergencia Pública que, entre otras medidas, derogó los artículos de la ley de Convertibilidad que fijaban la paridad entre el peso y el dólar estadounidense que había regido en la Argentina durante diez años, nueve meses y seis días.

Desde entonces, el incremento de la cotización del dólar (en realidad, la constante depreciación del peso) tuvo un impacto directo en la inflación y, en consecuencia, la variación de todos los precios de la economía.

Es ahí que afloran un sinnúmero de problemas a la hora de intentar hacer una comparación entre los dos períodos: como todo índice estadístico, la inflación es un complejo promedio de miles de variables que no siempre evolucionan de manera homogénea.

Desde el fin de la Convertibilidad, la inflación acumulada fue del 5.118%, con la salvedad que entre 2007 y 2015 la medición oficial estuvo cuestionada por la manipulación estadísticas y las estimaciones alternativas no son coincidentes. El incremento de la cotización del dólar puede variar del 9.250% al 14.900%, de acuerdo con el mercado que se elija.

El contraste de los números podría reflejar un atraso de los precios internos si se los mide en moneda dura, pero también un desfase entre los precios de los bienes, que aumentaron mucho más que los de los servicios, en su mayor parte sujetos a controles y congelamientos.

Una complicación adicional viene de la mano con los precios de los productos de consumo masivo. La inflación de los últimos años trajo aparejados descuentos y ofertas de todo tipo (según el día, la modalidad de pago, la adhesión o no del comercio a los acuerdos de precios y hasta con rebajas del 70% en la segunda unidad) que dificulta la tarea de comparar precios de antes y después de la Convertibilidad.

¿Veinte años no es nada? Alimentos más caros, servicios más baratos

Así el kilo de cebolla pudo haber aumentado el 14.002% ó el 21.695%, según el día que se tome. Lo mismo con el kilo de uvas verdes: ¿10.104% ó 17.145%?

Más allá de la confusión derivada de esas comparaciones, puede llegarse a una conclusión general, que indica que los alimentos aumentaron mucho más que los servicios públicos, debido al congelamiento de tarifas que hubo entre 2002 y 2015 y que se retomó en el segundo trimestre de 2019. Los números muestran que los incrementos que hubo en los primeros tres años de la Presidencia de Mauricio Macri no fueron suficientes para equipararse con el resto de los precios de la economía.

El pasaje de colectivo en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano tuvo un ajuste del 7.900% en su primera sección y el del subte 5.100%, levemente por debajo de la inflación general. El taxi en el distrito porteño tuvo un incremento aún menor, del 5.000%, tanto en la ficha diurna como en la bajada de bandera.

En los tres casos, los aumentos fueron notoriamente inferiores a los del 12.590% que tuvo la jubilación mínima y del 10,193,75% del Salario Mínimo, Vital y Móvil, que también tomaron ventaja ante la factura de luz: el cargo variable del kwh de Edenor aumentó 1.762,50% y el cargo fijo 1.270,12%.

La situación cambia por completo si se compara esos niveles salariales con otros precios de la economía. Además de los ejemplos ya señalados de la cebolla y la uva, el kilo de pan tuvo una suba promedio de 16.600% y el de yerba mate uno de 14.500%.

Otros precios acusan incrementos menores, como el 9.577% del litro de leche o el 10.626% en la gaseosa de 2,25 litros.

En el caso de los combustibles también quedó en evidencia la reducción de la brecha de precios entre la nafta premium y el gasoil, con incrementos del 7.805,90% en el primer caso y del 13.542,38% en el segundo.

En los tiempos de auge de la Convertibilidad y cuando era la figura estelar del Gobierno menemista, Domingo Cavallo apelaba a una frase que repetía hasta el hartazgo en sus periódicas conferencias: “una economía sin moneda es como una sociedad sin lenguaje”, sentenciaba, al tiempo que trazaba un paralelo entre los frustrados constructores de la Torre de Babel y los argentinos de la década del ’80, que no tenían idea de cuál era el precio de los bienes y servicios que consumían.

Quizás el ejemplo le sirva por estos días (según qué día) al que quiera comprar un kilo de cebollas.