En tiempos en los que es difícil alcanzar consensos entre el oficialismo y los sectores de la oposición en cualquier tema que se plantee, el proyecto de elevar a 150.000 pesos el mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia asoma como una excepción, ya que consiguió una aprobación mayoritaria que superó las diferencias políticas y partidarias.

La iniciativa presentada en la Cámara de Diputados el 5 de febrero y que fuera impulsada por el presidente del cuerpo, Sergio Massa, cosechó el 82% de adhesiones, con una particularidad: el apoyo fue ampliamente mayoritario tanto entre quienes votaron al Frente de Todos en 2019 como entre los que eligieron a otras fuerzas políticas.

De acuerdo con el último relevamiento realizado por la consultora Julio Aurelio- Aresco, el apoyo del 82% de los consultados se discriminó entre un 56,7% que consideró a la iniciativa “muy buena”, para un 17,9% es “buena”, en tanto para un 7,4% es “regular-positiva”.

Por su parte, el 11,2% que manifestó su rechazo al proyecto se dividió entre un 4,8% con una opinión “regular-negativa”, un 4,2% que lo evaluó como “malo” y para un 2,2% es “muy malo”, en tanto el 6,8% restante es el grupo de encuestados agrupados en el clásico “no sabe/no contesta”.

Un impuesto sin grieta: el pago de Ganancias desde $150.000 tiene 82% de apoyo, sin división ideológica

El amplio apoyo, reflejado en el porcentaje de adhesión, se expresó también en un respaldo homogéneo en la clasificación de los encuestados según su posición política.

En ese sentido, la evaluación positiva del proyecto alcanzó al 86,2% entre aquellos que dijeron haber votado al presidente Alberto Fernández en las elecciones del 27 de octubre de 2019 y al 78,4% de los que eligieron al resto de las opciones electorales sin discriminar (Mauricio Macri, Roberto Lavagna, Nicolás del Caño, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert).

Un impuesto sin grieta: el pago de Ganancias desde $150.000 tiene 82% de apoyo, sin división ideológica

El proyecto de Massa podría estar sujeto a modificaciones de último momento, tanto a propuesta de sectores de la oposición como del sindicalismo, a juzgar por la propuesta de Hugo Moyano para que no se consideren aguinaldo, viáticos y horas extras en el cálculo del mínimo no imponible.

El piso de 150.000 pesos de ingreso mensual promedio (la liquidación de Ganancias es por un período anual, más allá del pago de anticipos) se actualizaría anualmente y en el caso de los jubilados y pensionados el mínimo no imponible sería el equivalente a ocho haberes mínimos que hoy son $ 152.280, pero con los ajustes trimestrales dispuestos en la movilidad reformada se elevaría a partir de marzo a una suma de aproximadamente 164.600 pesos.

En caso de obtener su sanción legislativa (lo que se descuenta por el apoyo conseguido), dejarían de pagar el impuesto 1.267.000 de trabajadores activos y jubilados, o que representa el 63,4% de la población que hoy paga Ganancias. En tanto 102.741 personas con remuneraciones brutas de entre $ 150.000 y $ 173.000 abonarán menos que en la actualidad.

Nacido como “impuesto a los réditos”, el tributo que grava las Ganancias comenzó a aplicarse en la Argentina en 1932, como una de las últimas medidas del dictador José Félix Uriburu, aunque su “prehistoria” se remonta a la Presidencia de Marcelo T. de Alvear.

El ministro de Hacienda del segundo presidente radical, Rafael Herrera Vegas, encomendó a un joven economista una complicada tarea: trasladarse en barco a la remota Australia para embeberse de la realidad de un nuevo impuesto que se había establecido en aquel lejano país.

Hacia allá fue, entonces, Raúl Prebisch, quien cuando regresó a la Argentina ya no estaban en el poder ni Alvear ni Herrera Vegas. Por motivos que se desconocen, la novedosa idea no fue del agrado de Hipólito Yrigoyen.

Prebisch debió esperar a la llegada de Uriburu a través del primer golpe de Estado de la Argentina moderna para que su propuesta se imponga a través de la sanción de la ley 11.682 del 19 de enero de 1932.

Pero hubo que esperar 42 años más, hasta que en 1974, en la tercera Presidencia de Juan Domingo Perón se creara el concepto de “cuarta categoría” y desde entonces el impuesto a las Ganancias también se aplicó sobre los salarios de los empleados.

En las primeras décadas de esta nueva variante, Ganancias era una preocupación circunscripta a gerentes y ejecutivos, pero con el transcurso de los años, al compás de sucesivas actualizaciones del mínimo no imponible por debajo de la inflación, pasó a ser un tributo con un alcance masivo.