En la medida que la Argentina no tenga acceso al mercado de capitales no solo será “impagable” la deuda en moneda extranjera sino también la nominada en pesos, cuyos montos de vencimientos son incluso superiores, sostuvo la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).

En un análisis de su economista jefe Daniel Artana, la entidad consideró las apreciaciones del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sobre las dificultades para hacer frente al pago de los compromisos con los organismos internacionales y los acreedores privados, llegando incluso a pedir una rebaja en las tasas aplicadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Al respecto, Artana sostuvo que el problema argentino respecto de la deuda no es de solvencia sino de liquidez. En el primer caso, indicó que en la presentación oficial de hace un año, corregidos los errores, “la deuda era sostenible con un superávit primario bajo”.

Sin embargo, en tanto los acreedores no querían renovar los vencimientos de capital en forma voluntaria, “había sí un problema de liquidez”. “Para cualquier deudor es vital que los acreedores confíen en su programa: si no se puede refinanciar gran parte del capital que vence, es game over, remarcó.

“ignorando a los otros multilaterales, que en general aportan préstamos nuevos de un importe similar a lo que vence, habría pagos anuales en moneda extranjera de entre US$ 10.500 y US$ 13.700 millones entre 2025 y 2030”

Para FIEL esos montos no sólo no son impagables sino que “en verdad, antes de esas fechas hay que pagar en moneda local al sector privado cifras mayores a esas en 2021 y 2022”. La diferencia con los compromisos en dólares es que la contraída en moneda local “se viene renovando en un mercado algo cautivo y parecería que la deuda en pesos (más allá de que cada vez es menos licuable) parece preocupar menos a las máximas autoridades del gobierno”.

“Pero el desafío es el mismo: generar confianza para poder renovar el capital y ello se logra con un programa fiscal que muestre que convergemos en el mediano plazo a un equilibrio”, precisó, en referencia a “un superávit primario similar a la carga de intereses”.

En ese sentido, Artana destacó que la deuda “aumentó mucho” a partir de 2011, en coincidencia con un creciente desequilibrio fiscal que, en definitiva, fue el que generó el problema en el frente externo. “Ello ha ocurrido también con el gobierno actual que ha aumentado los pasivos netos de reservas en alrededor de US$ 25.000 millones, claro está influido por el Covid 19”, manifestó.

De cara al futuro, FIEL concluyó que “si no se generan las condiciones para acceder a los mercados locales e internacionales de deuda, todos los vencimientos tarde o temprano son ‘impagables’”, en referencia tanto a “los de moneda local, los de moneda extranjera con el sector privado y los que se deben al FMI”.

“La mayoría de los países del mundo logran esa confianza”, señaló, al tiempo que acotó que “en el caso argentino con vencimientos moderados con relación al PIB, la clave pasa por lograr un sendero fiscal que asegure un superávit primario luego de que se supere la pandemia”. No obstante, para finalizar planteó como interrogante si el Gobierno tendrá la “voluntad” de alcanzar ese superávit.