Quién es Osvaldo Giordano, el economista que desplazó a Píparo en la ANSES
Fue subsecretario de empleo durante la presidencia de Menem y actualmente se desempeña como ministro de Finanzas de Schiaretti. El experto en jubilaciones y finanzas públicas, a partir del 10 de diciembre estará a cargo del organismo previsional.
El economista Osvaldo Giordano fue confirmado este viernes al frente de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), puesto que inicialmente estaría ocupado por Carolina Píparo, según habían confirmado públicamente.
A través de un comunicado en su cuenta de X, la Oficina del Presidente Electo de la República Argentina, Javier Milei, ratificó esta mañana su designación. Fue en el mismo documento en el que se comunicó que Horacio Marín estará al frente de YPF y que “el cierre del Banco Central de la República Argentina no es un asunto negociable”.
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Con una amplia trayectoria en funciones del gobierno nacional durante la era Menem y como ex ministro de Finanzas bajo el mando del gobernador cordobés Juan Schiaretti, Giordano tiene una gran experiencia en relación con temas previsionales.
El elegido por Javier Milei para encabezar la ANSES, es economista egresado de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Ocupa desde 2015 la posición de ministro de Finanzas de la provincia de Córdoba, donde antes fue secretario de Previsión Social. Fue el encargado de reducir –mediante reformas jubilatorias– el déficit de la Caja de Jubilaciones que tenía en jaque los números de la provincia.
Si bien no integra la “mesa chica” de Schiaretti, el gobernador lo sumó a sus equipos cuando fue candidato a presidente y estuvo entre quienes lo acompañaron a los debates en Santiago del Estero y en la Facultad de Derecho de Ciudad de Buenos Aires. A su vez, Martín Llaryora, gobernador electo de Córdoba, le ofreció la presidencia del Banco Córdoba, la entidad financiera provincial.
Giordano comenzó como investigador en el Instituto Ieral, de la Fundación Mediterránea y fue uno de los fundadores de Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA). Cuando Domingo Cavallo asumió como ministro de Economía, se desempeñó como subsecretario de Empleo, durante su primer paso al frente del Ministerio de Economía, en la Presidencia de Carlos Menem.
De esa época data un estudio que elaboró el futuro titular de la ANSES en el que se proponía una profunda reforma laboral. Entre los hitos más relevantes de su paso por la función pública menemista, se destacan la creación de mecanismos para instaurar la desregulación de obras sociales y la implementación de la Ley de Riesgos del Trabajo.
Asimismo, entre 1992 y 2014, fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde realizó diversos análisis de políticas públicas en varios países latinoamericanos.
Como ministro de Finanzas fue protagonista de las negociaciones por el pacto fiscal, durante el gobierno de Mauricio Macri. Era un negociador que estaba en la primera línea y se transformó en una de las voces más escuchadas.
Asimismo, se convirtió en un gran crítico de la gestión actual por los “incumplimientos” de la Nación, por ejemplo, en lo que hace a las transferencias de la ANSES a las cajas de jubilaciones provinciales no transferidas.
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“El Flaco”, como le dicen sus amigos, publicó el libro “Una vacuna contra la decadencia”, que escribió junto a Jorge Colina y Carlos Seggiaro, donde plantean la necesidad de un ordenamiento en las cuentas previsionales.
Los tres economistas coinciden en subrayar que los males de la Argentina “no se originan en la grieta”. En el texto, repasan los últimos 60 años de historia del país y aseguran: “Las políticas de Estado durante estas décadas sostuvieron el desorden del sector público. De este modo, la solución a los problemas no pasa por el ajuste fiscal; las soluciones pasan por el ordenamiento del Estado” y agrega que “no sólo se necesitan funcionarios honestos, sino idóneos. La ineptitud y la desidia provocan dentro del sector público más daño que la corrupción".
El libro pone especial atención en el sistema jubilatorio. Indica que abundan las explicaciones sobre cómo se llegó a esta situación actual, en la que el sistema previsional representa el 40% del gasto del Estado, dado que aportan apenas un tercio de las personas en edad de trabajar y reciben cobertura la totalidad de los mayores.
“La ampliación de derechos ha sido una constante, pero sin dar los otros debates necesarios, como el envejecimiento de la población o la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, dos condiciones que cambiaron desde que se creó la previsión social”, explican. Los autores cuestionan el cambio de la movilidad social sólo para lograr que “la inflación haga el trabajo sucio de licuar los desequilibrios que provocan reglas previsionales impagables”.
Aunque las propuestas son varias, proponen reglas claras y simples para todos: 65 años para alcanzar la edad jubilatoria, 35 de aportes y el haber que resulte del 82% del promedio actualizado de la remuneración neta de toda la vida activa; que la pensión por fallecimiento sea para los hijos y no para el cónyuge si este ya tiene la propia; un haber máximo bajo, la posibilidad de ahorrar en regímenes complementarios y una movilidad periódica en función de los salarios de los activos.