Entre 3 y 4 millones de residentes argentinos deshojan por estos días la margarita del dólar blue, si conviene bajarse del billete verde y buscar tasas de pesos o no los tocan, como sucedió el año pasado con aquellos que resignaron 45% por haberlos dejado en el colchón en vez de convertirlos en pesos y colocarlos en plazos fijo.

En esa decisión está en juego el destino de US$ 261.703 millones que el Banco Central contabiliza en el rubro activos externos del sector privado no financiero, que incluye a hogares y empresas.

La perspectiva que trazan más de 50 consultoras y bancos privados tanto de la Argentina como del exterior, según el último LatinFocus Consensus Forecast, es que a fines de 2025 el dólar oficial mayorista alcanzará los $1403, mientras que el blue se ubicará en $1406.

Es decir que, dejándolos como respaldo líquido de cimbronazos monetarios, desde la cotización de $1.215 con que cerró 2024, darían un revalúo del 40%.

El relevamiento de expectativas de mercado (REM) que realiza el Banco Central consultando a economistas prevé una inflación del 24,8% en 2025, con lo que teóricamente los que sigan dolarizados recuperarían 15 puntos, cuando la inflación en dólar blue el año pasado fue del de 83,3%.  

Aquellos que dejaron los dólares quietos en el colchón "no la vieron"

En los primeros cuatro meses de la Administración Milei, el Balance Cambiario que publica el Banco Central mostró que las 208 mil personas físicas que vendieron dólares cuadruplicaron a los que quisieron comprar.

Motosierra dolarizada

Se infiere que muchos argentinos debieron desarmar su ahorro en dólares para afrontar los meses más duros de ajuste fiscal, alta inflación y recesión económica, sin resignar bienestar.

Los números del primer trimestre explican, con sólo exponerlos, la géneris de la recesión aunque morigerada por el cambio de moneda para cubrir gastos. 

Mostraban una inflación acumulada del 51,8%, salarios registrados que llegaron a 48% y no registrados apenas al 29,1% (según el Índice de Salarios del Indec), con lo que las cifras interanuales darían un aumento salarial del 213,8% y del 129%, respectivamente, frente a una inflación del 287,9%.

Cubrir ese desfasaje implicó, para quienes viven de un ingreso fijo y tenían dólares, desarmar esa posición para sobrellevar la crisis.

Promediando el año, la reaparición del crédito contribuyó al nuevo equilibrio.

El blue arrancó con un valor de $1.005 en la jornada del 2 de enero de 2024 y la última actualización del 30 de diciembre fue de $1.215, lo que representó una variación en el precio del 20,90%.  

En el mismo período, el plazo fijo UVA rindió 179%, y el tradicional, 75%, con un alza del índice de precios al consumidor estimada en 136%.

Carry trade

Los ahorristas que hicieron el carry trade (o sea que vendieron billetes, pusieron los pesos a interés y recompraron dólares MEP a fin de año duplicaron el beneficio en “moneda dura”.

El tipo de cambio oficial a 1.033 pesos significa que aumentó en 2024 unos $224,55, o 27,8% desde los $808,45 de fin del 2023, frente a una inflación que fue del 120%, lo cual explica que la inflación anual en dólares haya sido de 72,2% o, lo que es lo mismo, una pérdida de poder adquisitivo del dólar de 41,9% en el año.

Esta cuenta no incluye el movimiento generado por las operaciones de regularización de activos bajo la Ley 27.743 (de blanqueo), los que reflejan una disminución significativa en los fondos de otros sectores, que fue contrarrestada por un aumento similar en las sociedades captadoras de depósitos (excluyendo al Banco Central). En concreto, mientras los otros sectores vieron una baja de u$s10.858 millones, las sociedades captadoras aumentaron en u$s 11.086 millones.

Antes de la asunción de Milei, 789.000 argentinos compraron divisas mientras solo 114.000 las vendieron.

En diciembre, el mes de la devaluación y las primeras medidas de ajuste, se invirtió la proporción y los compradores cayeron a 396.000 personas mientras que los vendedores saltaron a 197.000

Apuesta perdida

Un dólar que en todas las franjas de mercado no subió más de 30% anual sufrió una dramática pérdida de capacidad de compra en la economía doméstica.

En tanto, el rendimiento del plazo fijo UVA empezó a superar a la inflación a partir de febrero, debido a que la UVA es una variable que sigue al Índice de Precios al Consumidor (IPC) pero con un rezago de 1,5 mes.

Por eso, cuando la inflación sube, el UVA queda atrasado pero, cuando la inflación baja, el UVA la supera.

Puede ser el caso en 2025.

Más bajo fue el rendimiento con el plazo fijo tradicional, de un 75% anual en pesos y por debajo de la inflación, que rindió $579.164 o tres veces la renta que dejó la compra de dólares.

A la vez la ganancia del plazo fijo tradicional medida en dólar MEP fue de un 49,5% (o unos USD 495), con una tenencia resultante de 1.496 dólares.