La inflación se mantendrá en niveles cercanos al 3% mensual hasta las elecciones y será “más elevada” después de los comicios de noviembre, como consecuencia del regreso a la “faceta heterodoxa” del Banco Central y el área económica en general, con un incremento del 16,7% de la base monetaria en los últimos tres meses.

Así lo sostuvo Iván Cachanosky, economista de la Fundación Libertad y Progreso, en un informe en el que advierte sobre el abandono del “apretón monetario” iniciado a fines del año pasado hasta mayo de 2021 y el retorno a la emisión, que llevó la base monetaria de un promedio en mayo de $2,526 billones a $2,948 billones al 18 de agosto.

“En las últimas semanas, el comportamiento del Banco Central volvió a cambiar a su faceta preferida, la heterodoxa y la emisión vuelve a ser protagonista de cara a las elecciones legislativas”, dijo el economista. Con ese cambio de política respecto de la prudencia de los primeros meses del año, Cachanosky prevé que “de aquí en adelante el nivel de la emisión monetaria crezca y esto, por supuesto, agravará los problemas de inflación para el próximo año”.

“De aquí a las elecciones lo más probable es que transitemos con una inflación cercana al 3% mensual, para que post elecciones sea más elevada”, pronosticó, marcando una postura diferente a las expresadas por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, quienes señalaron que se perforará ese piso y el índice de precios al consumidor seguirá con la tendencia a la baja de los últimos meses.

El economista de LyP distinguió tres etapas en el manejo de la política monetaria en lo que va de la Presidencia de Alberto Fernández. En un primer tramo hubo una etapa expansionista, “la cara heterodoxa del gobierno” según Cachanosky, consistente en “imprimir billetes a ritmo elevado”. Este comportamiento se observó hasta agosto del año pasado cuando la evolución de la base monetaria alcanzó un pico del 77% interanual, pero “la inflación comenzó a acelerarse y esto asustó al gobierno” sostuvo.

La segunda cara de la política monetaria duró desde agosto del año pasado hasta mayo de este año, en la que se observó un “apretón monetario considerable” ante los elevados niveles de inflación que generaron “tal grado de preocupación que el BCRA mostró una 'cara ortodoxa', reduciendo el nivel de la emisión monetaria”. “Esta faceta es la que no le gusta ni al gobierno ni al BCRA, pero se llevó a cabo por miedo más que por convicción”, interpretó Cachanosky.

La tercera etapa, en rigor un retorno a la primera, consistió en una vuelta a la expansión monetaria, en un contexto preelectoral en el que el Gobierno busca inyectar pesos en la economía para reactivar el consumo, con incremento del gasto social, adelantamiento de los aumentos del salario mínimo y reapertura de las negociaciones paritarias.

Para LyP, “la inflación es consecuencia directa e inexorable de la emisión monetaria” y el incremento del 16,7% de la base en los últimos tres meses se reflejará en una suba de los precios. Cachanosky remarcó que la emisión monetaria “conduce al déficit fiscal, que en última instancia responde a un elevado gasto público”“En tanto y en cuanto Argentina no se comprometa a reducir el gasto público, seguirá conviviendo con elevados niveles de inflación para financiar déficits fiscales”, finalizó.