Por Jorge Luis Pizarro (*)

Los sindicatos piden controlar la ganancia de las compañías y los empresarios señalan que es necesario “barajar y dar de nuevo” en las leyes laborales y el sistema tributario, que tiene aproximadamente 160 impuestos.

El Gobierno se siente incómodo pero “debe ser el árbitro” para que, el virus de la inflación no siga “infectando” y distorsione la frágil economía.

¿Cómo hacen otros países?. Desde las economías más ordenadas en la región hasta las más desarrolladas en otras latitudes, la ecuación no es compleja: pocos impuestos que facilitan el control y evitan la evasión, una economía bancarizada para eliminar la informalidad e incentivos impositivos y crediticios para los que producen.

Este es un gobierno, que se dice peronista. Desde 1983 en adelante, la Argentina fue gobernada, mayoritariamente, por dirigentes peronistas. Juan Domingo Perón, a partir de 1945 en adelante, mencionaba públicamente la necesidad de incentivar la producción con valor agregado. Ni los peronistas ni los otros gobiernos no peronistas pudieron hacerlo. Es decir, no leyeron, no entendieron, no pudieron, no quisieron o no se animaron a hacer lo necesario, según el dirigente más mencionado, por propios y extraños, de nuestra historia.

Esta semana, un economista planteó el siguiente razonamiento: los argentinos “en el colchón”, en bienes no declarados o en cuentas en el exterior, se estima tienen 400 mil millones de dólares. Para reactivar la economía con un “envión” importante, bastaría el 25% de esos millones. La política, las reglas económicas, el sistema impositivo o la credibilidad judicial, ¿ayudan o perjudican para que se produzca la repatriación de 100 mil millones de dólares?.  Si esto sucediera, Argentina no debería pedir créditos para subsistir.

En la convocatoria del Gobierno habrá una discusión álgida y de puntos oscuros. El 60% de la economía argentina está motorizada por las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, desde el sector, señalan que no fueron invitados. El Gobierno insiste en que las paritarias “no tienen techo”, pero al mismo tiempo señala que el límite está en la inflación estimada en el presupuesto que para el 2021, que según el ministerio de economía será de un 29%. Este porcentaje goza de “muy poca credibilidad” de un lado y del otro de la mesa. Según la Asociación de Consumidores Libres, 21 productos de la canasta básica alimentaria (que es la que realmente vale) aumentaron en enero 2021 un 4.08%. Nuestro país, registró la segunda inflación más alta de América Latina en el primer mes de este año, sólo superada por Venezuela.

Para los analistas privados la inflación en Argentina para el corriente año, podría llegar al 49.8%, siendo una de las más altas del mundo. Una comparación regional nos muestra estos indicadores inflacionarios para enero 2021: Ecuador 0.1%, Perú 0.7%, Brasil 0.24%, Paraguay 0.5%, y Uruguay 1.6%.

La inexplicable discusión sobre la vuelta de los chicos a la escuela ( nadie sensato lo puede poner en duda), con las medidas sanitarias correspondientes, tapó otra realidad de impacto en los bolsillos argentinos. La canasta de útiles escolares (integrada por 23 productos) aumentó 48% interanual según la consultora Focus Market, y como dato para los que insisten en la virtualidad, un kit tecnológico escolar formado por una notebook, impresora, auricular con micrófono y conexión a internet suman $51.796, esto sin contar que, 4 de cada 10 alumnos tuvieron dificultades para acceder a la conectividad u obtener dispositivos.

Economía y Educación: liebre, tortuga o cangrejo. ¿Qué animal nos representa?.

(*) Jorge Luis Pizarro, periodista de Radio Rivadavia.