Por qué la pobreza es mayor entre los niños y adolescentes que en los adultos
Los sectores socialmente más vulnerables tienen una participación de hogares de madres solteras y familias numerosas que casi triplica a la de los más acomodados
La pobreza tiene una proporción mucho mayor entre niños y adolescentes debido a las diferencias en la composición de las familias según sus condiciones socioeconómicas, al punto que en los sectores más vulnerables la participación de los menores de edad casi triplica a la que tiene la población con mayores recursos.
Los últimos datos de pobreza dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) mostraron que la tasa entre los menores de 14 años quintuplicó a la de los mayores de 65 en el primer semestre, con niveles del 56,3% y del 11,4%, respectivamente, en ambos casos a considerable distancia del nivel general del 40,9%.
Esa brecha es consecuencia de que "una proporción importante de los hogares más vulnerables se compone por parejas, hogares monomarentales y/o familias extendidas con hijos/as", señaló al respecto el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).
En concreto, "estos tipos de estructura familiar conforman al 86% de los hogares en el quintil (20% de la población) más bajo mientras que sólo representan al 33% de los hogares en el quintil más alto", indicó la entidad en un trabajo realizado por Gala Díaz Langou, Gabriel Kessler, Carola Della Paolera y Matilde Karczmarczyk.
"El contexto desencadenado por la pandemia de COVID-19 tiene consecuencias negativas para toda la población, pero afecta principalmente a aquellos hogares que ya se encontraban en situación de pobreza y aquellos cuyos ingresos estaban apenas por encima de la línea de pobreza", destacó CIPPEC, que puntualizó al respecto la importancia de "conocer el perfil de estos hogares antes de la irrupción de la pandemia".
En ese sentido, la entidad remarcó las diferencias entre el 20% de la población más rica y el 20% más pobre, que obliga a relativizar los números globales.
Por ejemplo, si se toma a toda la población argentina, el 34% de las familias se compone de parejas con hijos, el 21% son unipersonales, el 15% son parejas sin hijos, el 13% son monoparentales, el 11% son familias extendidas con hijos y el 6% familias extendidas sin hijos.
Pero la proporción de parejas con hijos es el doble en el quintil más pobre (44%) que en el más rico (21%), una diferencia que es mucho más amplia en el caso de las familias extendidas con hijos (22% y 2%, respectivamente).
Por el contrario, las familias unipersonales llegan al 6% entre los sectores socialmente más vulnerables y al 37% entre los más favorecidos.
Los inconvenientes se acrecentaron con la pandemia y el aislamiento social, con las consecuencias de "una carga de cuidado duplicada" para las familias de bajos ingresos que representaron "la limitación de la vida cotidiana a la esfera doméstica, sumado a la suspensión de las clases presenciales, el cierre de todos los espacios de crianza, enseñanza y cuidado y la necesidad de atender a las personas mayores".
"Dado que las responsabilidades de cuidado recaen caso de forma casi exclusiva sobre las mujeres, este incremento amenaza con exacerbar las desigualdades de género", advirtieron los investigadores.
Por otra parte, precisaron que los hogares más pobres cuentan con un menor acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), lo que se tornó "crucial" en medio del distanciamiento social y el trabajo remoto.
"Los datos del cuarto trimestre de 2019 muestran que solo 32% y 70% de los hogares de menores ingresos tenían computadora y acceso a internet, respectivamente, mientras que en los sectores de mayores ingresos dichos guarismos ascendían a 80% y 92%".
"De este modo, se incrementa la posibilidad de que se exacerben las desigualdades preexistentes en educación", indicaron, así como "se corre el riesgo de que aumente el abandono escolar de los niños/as y adolescentes, particularmente en los hogares más vulnerables".